Dios ama al pecador porque él nos creó y quiere salvarnos, incluso cuando cometemos errores. Su amor es tan grande que envió a Jesús a morir por nuestros pecados. Pero Dios odia el pecado porque nos separa de él. Dios quiere liberarnos del pecado, que nos arrepintamos de pecar para que podamos experimentar su amor y su presencia.
Abominación es a Jehová el camino del impío;
Mas él ama al que sigue justicia.
(Proverbios 15:9)
Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
(Romanos 5:8)
¿Acaso me complazco yo en la muerte del impío?, dice el Señor Jehová. ¿No me complazco más bien en que se aparte de sus caminos y viva?
(Ezequiel 18:23)
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
(2 Pedro 3:9)
Seis cosas aborrece Jehová,
Y aun siete abomina su alma:
Los ojos altivos, la lengua mentirosa,
Las manos derramadoras de sangre inocente,
El corazón que maquina pensamientos inicuos,
Los pies presurosos para correr al mal,
El testigo falso que habla mentiras,
Y el que siembra discordia entre hermanos.
(Proverbios 6:16-19)
Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad;
El malo no habitará junto a ti.
Los insensatos no estarán delante de tus ojos;
Aborreces a todos los que hacen iniquidad.
(Salmo 5:4-5)
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
(Lucas 19:10)
Entonces, ¿qué diremos? ¿Seguiremos pecando, para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?
(Romanos 6:1-2)
Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.
(1 Timoteo 2:3-4)
pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.
(Isaías 59:2)
Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.
(Juan 8:11)
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
(Isaías 1:18)
Has amado la justicia, y aborrecido la maldad,
Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
(Hebreos 1:9)
Dios nunca aprueba el pecado, pero extiende su gracia al pecador arrepentido. Su deseo es restaurar, no condenar. Ofrece nueva vida a quienes lo buscan con sinceridad. El pecado nos separa, pero el arrepentimiento nos reconcilia con él. En Cristo, tenemos esperanza y salvación.
Lee también: