Salmo del Día

Un Salmo bíblico diario para inspirar y mejorar tu día.

Salmo de Hoy

Vengan, cantemos con júbilo al Señor ; aclamemos a la roca de nuestra salvación.

Lleguemos ante él con acción de gracias, aclamémoslo con cánticos.

Porque el Señor es el gran Dios, el gran Rey sobre todos los dioses.

En sus manos están los abismos de la tierra; suyas son las cumbres de los montes.

Suyo es el mar, porque él lo hizo; con sus manos formó la tierra firme.

Vengan, postrémonos reverentes, doblemos la rodilla ante el Señor nuestro Hacedor.

Porque él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de su prado; ¡somos un rebaño bajo su cuidado! Si ustedes oyen hoy su voz,

no endurezcan el corazón, como en Meribá, como aquel día en Masá, en el desierto,

cuando sus antepasados me tentaron, cuando me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras.

Cuarenta años estuve enojado con aquella generación, y dije: «Son un pueblo mal encaminado que no reconoce mis senderos».

Así que, en mi enojo, hice este juramento: «Jamás entrarán en mi reposo».

Salmo 95

Salmo de Ayer

No me reprendas, Señor , en tu ira; no me castigues en tu furor.

Tenme compasión, Señor , porque desfallezco; sáname, Señor , que un frío de muerte recorre mis huesos.

Angustiada está mi alma; ¿hasta cuándo, Señor , hasta cuándo?

Vuélvete, Señor , y sálvame la vida; por tu gran amor, ¡ponme a salvo!

En la muerte nadie te recuerda; en el sepulcro, ¿quién te alabará?

Cansado estoy de sollozar; toda la noche inundo de lágrimas mi cama, ¡mi lecho empapo con mi llanto!

Desfallecen mis ojos por causa del dolor; desfallecen por culpa de mis enemigos.

¡Apártense de mí, todos los malhechores, que el Señor ha escuchado mi llanto!

El Señor ha escuchado mis ruegos; el Señor ha tomado en cuenta mi oración.

Todos mis enemigos quedarán avergonzados y confundidos; ¡su repentina vergüenza los hará retroceder!

Salmo 6

Salmo de Anteayer

En mi angustia invoqué al Señor , y él me respondió.

Señor , líbrame de los labios mentirosos y de las lenguas embusteras.

¡Ah, lengua embustera! ¿Qué se te habrá de dar? ¿Qué se te habrá de añadir?

¡Puntiagudas flechas de guerrero, con ardientes brasas de retama!

¡Ay de mí, que soy extranjero en Mésec, que he acampado entre las tiendas de Cedar!

¡Ya es mucho el tiempo que he acampado entre los que aborrecen la paz!

Yo amo la paz, pero si hablo de paz, ellos hablan de guerra.

Salmo 120