11 versículos bíblicos con su reflexión


1. Salmo 119:11

En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti. (Salmo 119:11)

En mi corazón atesoro tus dichos
para no pecar contra ti.
(Salmo 119:11)

Breve reflexión sobre el Salmo 119:11

¿Qué guardas dentro de tu corazón? Lo que hay en tu corazón es lo que dicta tus actitudes, tus pensamientos y tus palabras. Al guardar la Palabra del Señor dentro de tu ser y hacerla parte de ti, actuarás, hablarás, sentirás lo que agrada a Dios y experimentarás su voluntad para tu vida.

Examina los libros que lees, las películas que ves, las conversaciones con tus amistades y los pensamientos que llenan tu mente. Pídele al Espíritu Santo que te guíe, que te ayude y te dé sabiduría para elegir siempre lo que fortalece tu relación con Dios.

¿Quieres vencer al pecado en tu vida? ¿Quieres vivir una vida recta delante de Dios para glorificarlo en todo momento? ¡Atesora su Palabra en tu corazón! Lee la Biblia, medita en ella, memorízala y verás cómo tu vida empieza a parecerse más y más a la de Jesús.

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2. Romanos 8:38-39

Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
(Romanos 8:38-39)

Breve reflexión sobre Romanos 8:38-39

No hay absolutamente nada que te pueda separar del amor de Dios. Es una verdad maravillosa que llena el corazón de paz y de seguridad. En un mundo tan lleno de incertidumbres, de traición y de dolor, puedes confiar que Dios estará siempre a tu lado y que nunca dejará de amarte.

Dios ya dio la prueba más grande de su amor por ti y por mí. Él entregó a su Hijo Jesucristo para que muriera en la cruz. Cuando aceptaste a Jesús como Señor y Salvador pasaste a ser receptor de esa promesa en Romanos 8:38-39. Es cierto que Dios no ha prometido una vida libre de problemas o dificultades, pero sí puedes estar seguro de que su amor y su presencia te acompañarán en medio de cualquier situación.

Alaba a Dios hoy y agradécele por el infinito amor que él tiene por ti. Regocíjate en la seguridad de la presencia y el cuidado del Señor para contigo todos los días de tu vida.

3. Habacuc 2:1

Me mantendré alerta, me apostaré en los terraplenes; estaré pendiente de lo que me diga, de su respuesta a mi reclamo. (Habacuc 2:1)

Me mantendré alerta, me apostaré en los terraplenes; estaré pendiente de lo que me diga, de su respuesta a mi reclamo.
(Habacuc 2:1)

Breve reflexión sobre Habacuc 2:1

¿Esperas con gran expectación la respuesta a tus oraciones? El profeta Habacuc había planteado unas preguntas ante el Señor. Había situaciones que él no lograba entender y se acercó a Dios para presentarle sus preguntas y sus peticiones. Sin embargo, él no siguió su camino sin más. Habacuc se mantuvo alerta como todo buen vigía, firme en la seguridad de que Dios contestaría sus oraciones.

¿Te presentas ante Dios con esa misma certeza? Puede que debido al ajetreo diario te acerques a Dios con tu lista de peticiones y algunas oraciones memorizadas sin darle tiempo a Dios para que te hable o te afirme en su presencia. ¿Qué cambios puedes hacer en tu día o en tu semana para poder tener un tiempo de calidad con el Señor?

Sí, Dios contesta tus oraciones. ¡No lo dudes! Siempre lo ha hecho y lo seguirá haciendo. Pero al pasar más tiempo con él y al estar más atento a su contestación, podrás experimentar más de su paz. Tu espíritu se fortalecerá y podrás enfrentar los retos de la vida de una forma diferente, tomado de la mano de tu amado Salvador.

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4. Isaías 54:17

No prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti;
toda lengua que te acuse será refutada.
Esta es la herencia de los siervos del Señor,
la justicia que de mí procede —afirma el Señor—.
(Isaías 54:17)

Breve reflexión sobre Isaías 54:17

¿Sientes que te llegan ataques por todos lados? ¿Hay personas tramando el mal contra ti o hablando mentiras sobre ti? Si eres siervo del Señor sabes que la justicia procede de él y puedes tener la confianza de que él obrará a tu favor. Son muchas las veces en las que pensamos que no podemos esperar más, que necesitamos la intervención de Dios inmediatamente. Pero Dios sabe cuál es el mejor momento y la mejor manera para mostrar su justicia.

Espera en el Señor. Confía en la herencia que te ha sido prometida como siervo de Dios. Mantente firme en la fe y bien aferrado a Dios. Recuerda lo que dice el Salmo 27:13-14. ¡Dios obrará!

Hubiera yo desmayado, si no hubiera creído que había de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al Señor.
(Salmo 27:13-14, La Biblia de las Américas)

5. Salmo 40:1

Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. (Salmo 40:1)

Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.
(Salmo 40:1)

Breve reflexión sobre el Salmo 40:1

¿Has puesto toda tu esperanza en Dios? Seguro que a veces no te resulta fácil esperar a que el Señor conteste tu petición. Puede que recuerdes momentos en los que decidiste actuar por tu cuenta en lugar de esperar la obra de Dios. No es la mejor idea. Cuando esperas en Dios recibes lo mejor, lo que está dentro de su voluntad. Al esperar en él, el bienestar llegará a tu vida porque sus caminos son mucho más sabios y mejores.

Este versículo nos da una imagen muy tierna de Dios. El Señor se inclinó hacia el salmista David y escuchó su clamor. Imagínate a un papá o una mamá inclinándose para escuchar bien a su amado niño pequeño. Se acerca porque le interesa oír y entender lo que le sucede a su hijo, lo que inquieta su corazón.

De la misma forma, Dios se acerca a ti como Padre amoroso. Él no es un Dios distante, él está cerca de ti en todo momento. Dios escucha tus palabras y oye tu clamor. ¡Habla con él! No olvides que puedes confiar en que él actuará en el momento adecuado porque te ama y se interesa por ti. Nunca dejes de esperar en Dios.

6. Salmo 97:1

¡El Señor es rey!
¡Regocíjese la tierra!
¡Alégrense las costas más remotas!
(Salmo 97:1)

Breve reflexión sobre el Salmo 97:1

¡Qué bonito es alabar a Dios y reconocer su grandeza! En este versículo el salmista admite el reinado de Dios, su señorío y exhorta a la creación a regocijarse. Nosotros somos parte de la creación y debemos regocijarnos junto a ella porque Dios reina. Tal como lo hizo el salmista, debemos proclamar el señorío de Dios.

Seguro que a tu alrededor pasan cosas que no logras entender. A veces puede parecer que predomina el mal. Recuerda siempre que Dios reina. Él tiene el control sobre todo lo que sucede y él sabe la razón por la cual pasan las cosas. El hecho de que Dios reina debe llenar tu corazón de gozo. Si has leído toda la Biblia sabes que el final ya está escrito: ¡Dios gana! Él es el vencedor y reinará por toda la eternidad.

Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido. Oí una potente voz que provenía del trono y decía: «¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios».
(Apocalipsis 21:1-3)

Ya no habrá maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad. Sus siervos lo adorarán; lo verán cara a cara, y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá noche; no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos.
(Apocalipsis 22:3-5)

7. Salmo 40:5

Muchas son, Señor mi Dios, las maravillas que tú has hecho. No es posible enumerar tus bondades en favor nuestro. Si quisiera anunciarlas y proclamarlas, serían más de lo que puedo contar. (Salmo 40:5)

Muchas son, Señor mi Dios, las maravillas que tú has hecho.
No es posible enumerar tus bondades en favor nuestro.
Si quisiera anunciarlas y proclamarlas, serían más de lo que puedo contar.
(Salmo 40:5)

Breve reflexión sobre el Salmo 40:5

¡Son tantas las bendiciones que Dios nos da! ¿Has intentado alguna vez enumerar todo lo que Dios ha hecho por ti? La lista sería muy larga y seguro que encontrarías continuamente más bendiciones para añadir. Dios es el gran dador. Él te dio la vida, tu familia, tus amigos, la naturaleza que te rodea, tus hermanos en Cristo. Sobre todas las cosas Dios te ha dado la bendición de conocerle y de recibir el perdón de tus pecados.

Con Dios tienes la certeza de la vida eterna. Sabes que cualquier sufrimiento, enfermedad o problema que tengas en la vida terrenal terminará. Pero tu vida con él es para siempre, durará por la eternidad. ¡Esa es la bendición más grande! Da gracias a Dios por todas las bondades que él tiene para contigo y vive cada día feliz en la seguridad de su presencia y de su perdón.

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8. Juan 16:33

Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.
(Juan 16:33)

Breve reflexión sobre Juan 16:33

Todos los seres humanos, incluidos los hijos de Dios, pasamos por tiempos de enfermedad, dificultad y dolor. ¡Es parte de la vida! A todo eso puede añadirse la persecución por parte de personas contrarias a nuestra fe. Estas situaciones pueden causarnos una profunda aflicción. Sin embargo, en medio de todo eso podemos recibir la paz del Señor. ¿Cómo? Aferrándonos a él y a sus promesas.

Jesús dijo esas palabras del versículo a sus discípulos poco antes de ser apresado y crucificado. Él sabía que tenían por delante días difíciles, llenos de confusión. Verían y vivirían cosas que les causarían mucho dolor e incertidumbre. Por eso, Jesús les afirmó que en él hay paz y victoria sobre el mal que trae el mundo.

Llenémonos hoy de la paz de Dios en medio de las situaciones que nos presente la vida. Vivamos con la certeza de que en él ya hemos obtenido la victoria sobre el mal, sobre el pecado y sobre la muerte.

9. Romanos 5:8

Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)

Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
(Romanos 5:8)

Breve reflexión sobre Romanos 5:8

Dios manifestó su amor por cada uno de nosotros de una forma clara e inequívoca. Decidió amarnos y actuó en consecuencia: envió a su Hijo Jesucristo. Cristo murió por nosotros antes de que nosotros reconociéramos nuestra necesidad de él y decidiéramos seguirlo. La realidad es que nosotros no hicimos nada para ganar esa gran manifestación de amor. Aun así, Dios derramó sobre nosotros su amor incondicional que nos trajo perdón y restauración.

La muerte que Jesús sufrió por amor a nosotros fue una muerte cruel, vergonzosa y muy dolorosa. Pero él lo hizo en obediencia al Padre y por amor a cada uno de nosotros. Gracias a que Cristo murió por nosotros, hemos recibido el perdón de nuestros pecados. La barrera que nos separaba de Dios Padre se abrió y ahora podemos acceder al Padre en cualquier momento. Podemos ir en oración ante él, arrepentirnos de nuestras fallas y recibir su perdón. Nuestra relación con el Padre ha quedado restaurada para que podamos vivir con la seguridad de que estaremos eternamente con él.

¡No olvidemos jamás ese inmenso amor! Compartamos el mensaje de salvación y vida eterna con todos los que nos rodean.

Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.
(Juan 6:40)

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10. Filipenses 2:5-8

Que haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, 6 quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
(Filipenses 2:5-8)

Breve reflexión sobre Filipenses 2:5-8

Jesús es el mejor ejemplo de humildad y obediencia que jamás podremos tener. Siendo Dios, estuvo dispuesto a despojarse de su naturaleza divina, haciéndose semejante a cada uno de nosotros. Lo hizo por amor, para que a través de su sacrificio, pudiéramos ser limpios de nuestros pecados. Y lo hizo en obediencia al Padre.

Somos llamados a imitar el ejemplo de humildad de Jesús y a ser obedientes en todo. Necesitamos llenarnos del amor de Dios y aprender a estimar a los demás, tanto como para darlo todo por amor a ellos. Humanamente hablando es muy difícil y parece imposible. Sin embargo, podemos lograrlo siguiendo el ejemplo de Jesús, fijando nuestros ojos en él y viviendo en obediencia al Padre.

Al servir a los demás con amor reflejamos que Cristo llena nuestros corazones, que él realmente nos ha transformado. Busquemos parecernos más a Jesús cada día viviendo vidas humildes y llenas de su amor. Obedezcamos a Dios y dejemos que él guíe todos nuestros pasos. La obediencia y la humildad no quedarán sin recompensa.

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11. Juan 3:16

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16)

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
(Juan 3:16)

Breve reflexión sobre Juan 3:16

Este es probablemente el versículo bíblico más conocido y contiene una declaración poderosa. Dios envió a su Hijo Jesucristo al mundo como muestra de su gran amor por toda la humanidad. Y el propósito por el que Jesús vino al mundo es claro: para darnos la salvación.

¿Has recibido en tu corazón la esperanza de la vida eterna? Como bien dice el versículo, esa vida eterna es para todos los que creen en Jesús y lo aceptan como su Señor. Dios ya expresó su amor de forma contundente. En su gran amor, él desea que todos seamos salvos y ofreció a su propio Hijo para que podamos tener acceso a esa salvación. Pero cada ser humano necesita decidir si cree en él o no.

Si no lo has hecho, abre hoy la puerta de tu corazón a Dios. Cree hoy en Jesús y obtendrás la vida eterna.

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