Textos bíblicos para funerales: salmos y versículos de aliento


El funeral cristiano sirve para recordar la fe del difunto y la realidad de que, en Cristo, viviremos por la eternidad. Los siguientes textos traerán fortaleza a los asistentes y les recordarán que los que aman a Dios ven la muerte con esperanza.

Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
(Mateo 11:28-30)

Tampoco queremos, hermanos, que ignoren acerca de los que duermen, para que no se entristezcan como los demás que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios traerá por medio de Jesús, y con él, a los que han dormido.
Pues les decimos esto por palabra del Señor: Nosotros, que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, de ninguna manera precederemos a los que ya durmieron. Porque el Señor mismo descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel y con trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
(1 Tesalonicenses 4:13-16)

Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por eso no temeremos aunque la tierra tiemble,
aunque los montes se derrumben
en el corazón del mar,
aunque sus aguas rujan y echen espuma,
y se estremezcan los montes por su braveza. Selah

“Estén quietos y reconozcan que
yo soy Dios.
Exaltado he de ser entre las naciones; exaltado seré en la tierra”.
El SEÑOR de los Ejércitos está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.
Selah
(Salmo 46:1-3 y 10-11)

Como aquel a quien su madre consuela, así los consolaré yo a ustedes. En Jerusalén serán consolados.
(Isaías 66:13)

Por la noche durará el lloro,
Y a la mañana vendrá la alegría.
(Salmo 30:5b)

Porque sabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshace, tenemos un edificio de parte de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos. Pues en esta tienda gemimos deseando ser sobrevestidos de nuestra habitación celestial; y aunque habremos de ser desvestidos, no seremos hallados desnudos. Porque los que estamos en esta tienda gemimos agobiados, porque no quisiéramos ser desvestidos sino sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Pues el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado la garantía del Espíritu.
(2 Corintios 5:1-5)

Oración de David.
Inclina, oh SEÑOR, tu oído
y escúchame
porque soy pobre y necesitado.
2 Guarda mi alma porque soy piadoso; salva tú, oh Dios mío,
a tu siervo que en ti confía.
3 Ten misericordia de mí, oh SEÑOR, porque a ti clamo todo el día.
4 Alegra el alma de tu siervo, porque a ti, oh Señor, levanto mi alma
5 porque tú, oh Señor, eres bueno
y perdonador,
grande en misericordia para con los que te invocan.
6 Escucha, oh SEÑOR, mi oración; atiende a la voz de mis súplicas.
7 En el día de mi angustia te llamaré porque tú me respondes.
8 Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses,
ni hay nada que iguale tus obras.
9 Vendrán todas las naciones que hiciste y adorarán, oh Señor, delante de ti. Glorificarán tu nombre
10 porque tú eres grande y hacedor
de maravillas.
¡Solo tú eres Dios!
11 Enséñame, oh SEÑOR, tu camino,
y yo caminaré en tu verdad.
Concentra mi corazón para que tema tu nombre.
12 Te alabaré, oh SEÑOR, Dios mío, con todo mi corazón;
glorificaré tu nombre para siempre.
13 Porque tu misericordia es grande para conmigo;
tú has librado mi alma de las profundidades del Seol.
14 Oh Dios, los arrogantes se han
levantado contra mí,
y una congregación de violentos busca mi vida
y a ti no te toman en cuenta.
15 Pero tú, oh Señor, Dios compasivo
y clemente,
lento para la ira y grande en
misericordia y verdad,
16 mírame y ten misericordia de mí. Da tú fuerzas a tu siervo;
guarda al hijo de tu sierva.
17 Haz conmigo señal para bien; véanla los que me aborrecen y sean avergonzados
porque tú, oh SEÑOR, me ayudaste y me consolaste.
(Salmo 86)

No se turbe el corazón de ustedes. Creen en Dios; crean también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay. De otra manera, se los hubiera dicho. Voy, pues, a preparar lugar para ustedes. Y si voy y les preparo lugar, vendré otra vez y los tomaré conmigo para que donde yo esté ustedes también estén. Y saben a dónde voy, y saben el camino.
(Juan 14:1-4)

Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. No habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas ya pasaron”.
El que estaba sentado en el trono dijo: “He aquí yo hago nuevas todas las cosas”. Y dijo: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”.
(Apocalipsis 21:4-5)

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
(Mateo 5:4)

Si el SEÑOR no me ayudara
pronto mi alma moraría en el silencio.
Cuando yo decía: “Mi pie resbala”,
tu misericordia, oh SEÑOR, me sustentaba.
En la multitud de mis pensamientos dentro de mí
tus consolaciones alegraban mi alma.
(Salmo 94:17-19)

Cercano está el SEÑOR
a los quebrantados de corazón;
él salvará a los contritos de espíritu.
Muchos son los males del justo,
pero de todos ellos lo librará el SEÑOR.
(Salmo 34:18-19)

No temas, porque yo estoy contigo. No tengas miedo, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, y también te ayudaré. También te sustentaré con la diestra de mi justicia’.
Porque yo, el SEÑOR, soy tu Dios que te toma fuertemente de tu mano derecha y te dice: ‘No temas; yo te ayudo’.
(Isaías 41:10 y 13)

De cierto, de cierto les digo que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. El tal no viene a condenación sino que ha pasado de muerte a vida.
(Juan 5:24)

Oye, oh Dios, mi clamor;
A mi oración atiende.
Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare.
Llévame a la roca que es más alta que yo,
Porque tú has sido mi refugio,
Y torre fuerte delante del enemigo.
Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre;
Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Selah
Porque tú, oh Dios, has oído mis votos;
Me has dado la heredad de los que temen tu nombre.
(Salmo 61:1-5)

Bendito sea el SEÑOR,
que oyó la voz de mis ruegos.
El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo;
en él esperó mi corazón.
Fui ayudado, y se gozó mi corazón; con mi canción le alabaré.
El SEÑOR es la fuerza de su pueblo,
la fortaleza de salvación para su ungido.
(Salmo 28:6-8)

El justo perece, y no hay quien lo tome a pecho. Los piadosos son eliminados, y nadie entiende que es a causa de la calamidad que el justo es eliminado. El que anda en rectitud entrará en paz; llegarán a reposar sobre sus lechos.
(Isaías 57:1-2)

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