Romanos 8:28, todo ayuda para el bien


El capítulo 8 de la carta de Pablo a los Romanos es, probablemente, uno de los capítulos más conocidos de la Biblia. Ahí encontramos uno de los versículos más usados, citados y memorizados por el pueblo cristiano: el versículo 28.

Veamos tres versiones de ese versículo en español: la Nueva Versión Internacional, La Biblia de las Américas y la versión Reina-Valera 1995.

Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
(Romanos 8:28, NVI)

Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.
(Romanos 8:28, LBLA)

Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
(Romanos 8:28, RVR1995)

¿Qué significa Romanos 8: 28?

Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. (Romanos 8:28)

Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
(Romanos 8:28)

Analicemos brevemente las frases del texto.

1. Sabemos

Dios habla con sus hijos y nos revela por medio de su Palabra y del Espíritu Santo lo que necesitamos saber. Por eso es tan importante tener un tiempo diario de comunión con Dios. Él anhela traernos paz, ánimo y nuevas fuerzas, pero necesitamos buscar su presencia y escuchar su voz.

Veamos un poco de contexto. Los versículos anteriores al 28 dicen:

Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
(Romanos 8:26-27)

Vemos que en nuestros momentos de incertidumbre y debilidad podemos vaciar nuestro corazón delante de Dios y llevar nuestras luchas ante él. Aun en medio de la tristeza más profunda, podemos confiar en Dios y en su bondad.

El Espíritu Santo que mora en nosotros intercede con intensidad a nuestro favor cuando nuestra oración consiste solo de lágrimas. Nos afirma sobre quiénes somos en Dios gracias a lo que él ha hecho. Nos da paz y nos recuerda que Dios obrará de acuerdo con su voluntad. Es gracias a este conocimiento y a esta certeza que podemos vivir en confianza.

Renueva la esperanza en tu vida con estos 9 versículos.

2. Dios dispone todas las cosas

Dios es soberano y omnisciente. Él sabe todas las cosas desde la eternidad y hasta la eternidad, nada de lo que nos sucede le sorprende a él. Debemos confiar siempre en que, si él permite algo en nuestras vidas, sea bueno o sea malo, fácil o difícil, él nos acompañará y nos ayudará a superar la situación. ¡Contamos con su presencia! Aun cuando no veamos una solución clara, nuestra fe debe estar puesta solo en Dios y en su bondad en medio de esa circunstancia.

3. Para el bien de quienes lo aman

Vemos que esta promesa de que todo ayuda para el bien está dirigida a un grupo de personas en específico: ¡aquellos que aman a Dios! Por más que el resto del mundo memorice y cite esta frase, no es algo mágico que sucede con solo desearlo o decirlo. El resultado de cada situación que se nos presente en la vida será bueno si amamos a Dios.

Pero, ¡ojo! Esto no quiere decir que obtendremos el resultado que queremos o que Dios cumplirá al pie de la letra nuestros anhelos. ¡No! Lo que dice el versículo es que esa situación tendrá como resultado un beneficio a nuestro favor. Y el bien mayor que Dios desea para nosotros es que vivamos con él, dentro de su voluntad, de acuerdo a lo que él desea cumplir en nuestras vidas.

Podemos pensar en personajes bíblicos como Daniel, José, Rut, Pablo y hasta Jesús. Cada uno de ellos pasó por situaciones muy complicadas y difíciles que, en su momento, deben haber sido cargas bastante pesadas para ellos. Sin embargo, al leer sus historias hoy lo hacemos desde la perspectiva victoriosa del bien que surgió de esas circunstancias. Podemos confiar que así mismo se leerá la historia de nuestras vidas en algún momento.

4. Los que han sido llamados de acuerdo con su propósito

Dios nos escogió, nos llamó y tiene un propósito para cada uno de sus hijos. Su propósito es siempre bueno, para nuestro crecimiento y bienestar espiritual. En el Salmo 138 encontramos unos versículos que reflejan el mismo sentir de Romanos 8:28. Vemos que Dios no nos deja solos en los momentos difíciles, él nos sostiene y nos acompaña. Contamos con su presencia y su apoyo.

Aunque pase yo por grandes angustias, tú me darás vida; contra el furor de mis enemigos extenderás la mano: ¡tu mano derecha me pondrá a salvo! El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!
(Salmo 138:7-8)

El gran amor del Señor nos sostiene en medio de las dificultades y permanece por siempre. No importa si llegan angustias o enemigos a nuestra vida porque no tenemos que hacerles frente solos. El Señor está con nosotros y él nunca nos abandonará. Aun más, él tiene un propósito bueno en medio de esa situación y puedo vivir fortalecido y firme en esa confianza.

El Señor cumplirá en mí su propósito. (Salmo 138:8a)

El Señor cumplirá en mí su propósito.
(Salmo 138:8a)

Dios no promete una vida sin problemas

Es importante recordar que Dios nunca nos ha prometido una vida color de rosa, llena de placeres y libre de problemas. Todo lo contrario. Nos avisa en Juan 16:33:

"Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo."

Romanos 8

El capítulo 8 del libro de Romanos comienza afirmando que no hay ninguna condenación para aquellos que están unidos a Cristo Jesús. Esta es una de las libertades que tenemos en Cristo: la libertad de la condenación. Esto es así porque no hay pecado en Jesús y sin pecado no puede haber condena. Cuando Dios nos mira, él ve a Jesús y su obra redentora en nosotros.

Esa unión con Jesús trae como resultado una vida conforme al Espíritu, libre de la ley del pecado y de la muerte. Por lo tanto, no hay condenación para los que viven en Jesús y se encuentran sometidos bajo el control del Espíritu Santo. Pero las bendiciones y victorias de las que habla el capítulo dependen de esa unidad con Jesús.