El Espíritu Santo en la Biblia: quién es y cómo nos ayuda


El Espíritu Santo es Dios. Es la tercera persona de la Trinidad, compuesta por Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Mora en el creyente y lo capacita para hacer en este mundo la obra que el Padre le ha encomendado. En el libro de Efesios leemos que el Espíritu Santo es el sello que identifica a los hijos de Dios y la garantía de que recibirán la herencia de la vida eterna.

Por lo tanto, el Espíritu Santo está en cada uno de los que han recibido a Jesús como Señor y Salvador. Los prepara para ser testigos del Padre por todo el mundo y les confirma que son de Dios. El Espíritu Santo ayuda al creyente a andar siempre en su voluntad. También le infunde esperanza, al darle la certeza de que estará con el Señor por toda la eternidad.

Hay personas que piensan que el Espíritu Santo es solo una energía positiva, pero en realidad es mucho más que eso. Es Dios mismo y su poder en acción. Cuando el Espíritu Santo se mueve, todo cambia. Su presencia transforma personas y situaciones.

En resumen, el Espíritu Santo es la presencia de Dios en nosotros que nos ayuda a mejorar y a crecer cada día, buscando ser más como Jesús. Disfrutemos del Espíritu Santo en nosotros y vivamos vidas que muestren su amor y su poder.

Las funciones del Espíritu Santo en la vida del creyente

La primera es consolarlo y enseñarlo. Son muchos los problemas y dificultades que enfrentamos en la vida, pero el Espíritu Santo nos fortalece y nos orienta para que perseveremos y actuemos conforme a la voluntad de Dios. También nos confirma que somos hijos de Dios, dándonos una nueva identidad, firme y eterna.

El Espíritu Santo también actúa en el mundo, trayendo convicción de pecado y poniendo el deseo de ver verdadera justicia. Hay muchas personas conscientes de las necesidades y las injusticias que existen en el mundo. Saben que algo falla. Si buscan genuinamente a Dios, el Espíritu Santo los ayudará a entender que Dios puede transformar sus vidas y su entorno. Con él, ellos pueden llegar a ser parte de la solución.

Otra función del Espíritu Santo es la de guiar a los hijos de Dios en la verdad. El diablo es el padre de la mentira, pero Jesús es la verdad. Su mensaje nos libera de las ataduras del pecado y de las mentiras del diablo. Andando en la verdad del Señor, nuestra vida adquiere un propósito más claro. Unidos a él, construimos un mundo mejor.

El Espíritu Santo también da poder para testificar sobre lo que Dios hace. ¡Son muchas las obras de Dios a nuestro favor! Debemos hablar de ellas, pero a veces no sabemos cómo empezar. Por eso, el Espíritu Santo nos capacita para que llevemos su mensaje con valor dondequiera que estemos.

El uso de los dones del Espíritu Santo contribuye al crecimiento de la iglesia. Cada hijo de Dios tiene, por lo menos, un don y debe usarlo para bendecir a la iglesia. Esos dones nos dan un propósito. Con ellos logramos impactar a la sociedad en la que vivimos, contribuyendo al crecimiento del pueblo de Dios. Dejemos que el Espíritu Santo nos guíe para que podamos vivir dentro del propósito de Dios.

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