Si quieres dejar de dar vueltas en círculos por el desierto como el pueblo de Israel, ¡deja de murmurar! Murmurar es difamar, quejarse, chismear, tiene poder destructivo y te distancia de la voluntad del Padre. Al dejar de murmurar, crecemos en discernimiento. Usemos nuestra boca para alabar a Dios incluso en tiempos difíciles.
Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.
(Santiago 4:11)
Al que solapadamente infama a su prójimo, yo lo destruiré;
No sufriré al de ojos altaneros y de corazón vanidoso.
(Salmo 101:5)
No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová.
(Levítico 19:16)
Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.
(Santiago 5:9)
Haced todo sin murmuraciones y contiendas.
(Filipenses 2:14)
Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,
(1 Pedro 2:1)
Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
(Santiago 3:7-8)
Estos se quejan de todo y todo lo critican, andando según sus propios malos deseos. Su boca habla arrogancias, adulando a las personas para sacar provecho.
(Judas 1:16)
Los hijos de Israel les decían: ¡Ojalá el SEÑOR nos hubiera hecho morir en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos! Nos han sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.
(Éxodo 16:3)
Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?
(Éxodo 15:24)
El día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová.
(Números 16:41)
Antes que nada, oh hombre, ¿quién eres tú para que contradigas a Dios? ¿Dirá el vaso formado al que lo formó: “¿Por qué me hiciste así?”.
(Romanos 9:20)
Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice este: Del cielo he descendido? Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros.
(Juan 6:41-43)
Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?
(Éxodo 17:3)
Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto;
(Éxodo 16:2)
Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones.
(1 Pedro 4:9)
¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?
(Isaías 40:27)
Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.
(1 Corintios 10:10-11)
¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado.
(Lamentaciones 3:39)
Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada;
Mas la lengua de los sabios es medicina.
(Proverbios 12:18)
La muerte y la vida están en el poder de la lengua,
y los que gustan usarla comerán de su fruto.
(Proverbios 18:21)
El hombre perverso cava en busca del mal,
Y en sus labios hay como llama de fuego.
(Proverbios 16:27)
Los hombres que Moisés envió a explorar la tierra y que de regreso hicieron murmurar contra él a toda la asamblea, desacreditando aquella tierra,
(Números 14:36)
Más bien, murmuraron en sus tiendas
y no escucharon la voz del SEÑOR.
(Salmo 106:25)
Así también la lengua es un miembro pequeño pero se jacta de grandes cosas. ¡Miren cómo un fuego tan pequeño incendia un bosque tan grande! Y la lengua es un fuego; es un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros y es la que contamina el cuerpo entero. Prende fuego al curso de nuestra vida y es inflamada por el infierno.
(Santiago 3:5-6)
Todos ellos son de lo más obstinados y andan calumniando. Son bronce y hierro; todos ellos son corruptores.
(Jeremías 6:28)
Se han llenado de toda injusticia, maldad, avaricia y perversidad. Están repletos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, mala intención. Son contenciosos, calumniadores, aborrecedores de Dios, insolentes, soberbios, jactanciosos, inventores de males, desobedientes a sus padres,
(Romanos 1:29-30)
En este desierto caerán sus cadáveres, todos los que fueron contados en su censo, de veinte años para arriba, y que han murmurado contra mí.
(Números 14:29)
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