La Biblia dice algunas cosas específicas para las mujeres. Habla sobre su valor y las exhorta a ser excelentes en todo lo que hacen. ¡Demos cada día lo mejor de nosotras y desarrollemos nuestro carácter de forma que honremos siempre a Dios!
Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas!
(Proverbios 31:10)
Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir. Cuando habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor.
(Proverbios 31:25-26)
Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba: Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú las superas a todas.
(Proverbios 31:28-29)
Su esposo confía plenamente en ella y no necesita de ganancias mal habidas. Ella le es fuente de bien, no de mal, todos los días de su vida.
(Proverbios 31:11-12)
Tiende la mano al pobre, y con ella sostiene al necesitado. Si nieva, no tiene que preocuparse de su familia, pues todos están bien abrigados.
(Proverbios 31:20-21)
Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza.
(Proverbios 31:30)
La mujer bondadosa se gana el respeto; los hombres violentos solo ganan riquezas.
(Proverbios 11:16)
La mujer ejemplar es corona de su esposo; la desvergonzada es carcoma en los huesos.
(Proverbios 12:4)
La casa y el dinero se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un don del Señor.
(Proverbios 19:14)
La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye.
(Proverbios 14:1)
Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser honorables, no calumniadoras, sino moderadas y dignas de toda confianza.
(1 Timoteo 3:11)
A las ancianas, enséñales que sean reverentes en su conducta, y no calumniadoras ni adictas al mucho vino. Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de la palabra de Dios.
(Tito 2:3-5)
Y ahora, hija mía, no tengas miedo. Haré por ti todo lo que me pidas. Todo mi pueblo sabe que eres una mujer ejemplar.
(Rut 3:11)
Más vale habitar en el desierto que con mujer pendenciera y de mal genio.
(Proverbios 21:19)
Entonces Dios el Señor hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras este dormía, le sacó una costilla y le cerró la herida. De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará “mujer” porque del hombre fue sacada».
(Génesis 2:21-23)
Así mismo, esposas, sométanse a sus esposos, de modo que, si algunos de ellos no creen en la palabra, puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras, al observar su conducta íntegra y respetuosa.
(1 Pedro 3:1-2)
Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.
(1 Pedro 3:4)
Sin embargo, en el Señor, ni la mujer existe aparte del hombre ni el hombre aparte de la mujer. Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer; pero todo proviene de Dios.
(1 Corintios 11:11-12)
Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo».
(Génesis 1:27-28)
Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos. Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad. En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo. Tales son las bendiciones de los que temen al Señor.
(Salmo 128:1-4)
Toda tú eres bella, amada mía; no hay en ti defecto alguno.
(Cantares 4:7)
Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo. Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo.
Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella.
(Efesios 5:22-25)
Como un joven que se casa con una doncella, así el que te edifica se casará contigo; como un novio que se regocija por su novia, así tu Dios se regocijará por ti.
(Isaías 62:5)
Yo soy una rosa de Sarón, una azucena de los valles.
(Cantares 2:1)
Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos.
(Salmo 139:13-16)
Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso.
(2 Corintios 6:18)
En cuanto a las mujeres, quiero que ellas se vistan decorosamente, con modestia y recato, sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas ni vestidos costosos. Que se adornen más bien con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan servir a Dios.
(1 Timoteo 2:9-10)
Quien halla esposa halla la felicidad: muestras de su favor le ha dado el Señor.
(Proverbios 18:22)
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