Tomás fue uno de los doce discípulos de Jesús. Es conocido por haber dudado de la resurrección de Cristo, exigiendo ver y tocar sus heridas. Al ver a Jesús resucitado, creyó. Su historia enseña sobre la fe: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron”, dijo Jesús, exaltando la fe sin evidencias visibles.
Tomás, también conocido como Dídimo (que significa “gemelo”), fue uno de los doce apóstoles escogidos por Jesús para seguirlo y aprender directamente de él. En los evangelios leemos sobre su elección como discípulo, y aparece en la lista de los doce que Jesús llamó para que le siguieran.
Aunque no se dan muchos detalles sobre su llamado específico, se sabe que acompañó a Jesús durante su ministerio, presenciando milagros, escuchando sus enseñanzas y participando de los momentos más importantes de su vida terrenal.
El perfil de Tomás era el de una persona que cuestionaba las cosas y era realista. Un ejemplo de esto aparece en Juan 11:16. Ante la noticia de la muerte de Lázaro y la propuesta de Jesús de volver a Judea, Tomás le dijo a los demás discípulos: “Vamos también nosotros, para que muramos con él”. Mostró que entendía la realidad de lo que sucedía, pero continuaba leal, incluso frente al peligro.
Sin embargo, Tomás es más recordado por su reacción tras la resurrección de Jesús. Cuando los otros discípulos dijeron que habían visto al Señor resucitado, Tomás declaró que solo creería si veía y tocaba las marcas de los clavos en las manos de Jesús y en su costado.
Ocho días después, Jesús apareció nuevamente y lo invitó a tocarlo. Ante esto, Tomás exclamó: “¡Señor mío y Dios mío!”, reconociendo la divinidad de Jesús.
La respuesta de Jesús fue: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron” (Juan 20:29). Este pasaje se convirtió en una enseñanza central sobre la fe, mostrando que la verdadera bienaventuranza está en creer sin necesidad de pruebas visibles.
La historia de Tomás representa la lucha humana entre la duda y la fe, y nos anima a confiar en Cristo, aun cuando no podemos verlo con nuestros ojos físicos.
Acontecimientos principales en la vida de Tomás
- Elección como apóstol de Jesús: Tomás, también llamado Dídimo, fue escogido por Jesús como uno de los doce apóstoles (Mateo 10:2-4; Marcos 3:16-19; Lucas 6:13-16).
- Lealtad a Jesús ante el peligro: Cuando Jesús decide volver a Judea tras la muerte de Lázaro, Tomás muestra valentía y lealtad al decir: “Vamos también nosotros, para que muramos con él” (Juan 11:16).
- Participación en la última cena: Tomás estuvo presente en la última cena. Durante la conversación, le pregunta a Jesús sobre el camino a seguir, lo que lleva a la famosa respuesta: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:5-6).
- Duda sobre la resurrección de Jesús: Tras la resurrección, Tomás no estaba presente cuando Jesús apareció a los discípulos. Al escuchar el relato, dudó y dijo que solo creería si tocaba sus heridas (Juan 20:24-25).
- Jesús aparece y confirma su resurrección a Tomás: Ocho días después, Jesús aparece nuevamente, invita a Tomás a tocar sus heridas y lo reprende suavemente por su incredulidad. Tomás responde con una de las mayores declaraciones de fe: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28).
Estudio bíblico sobre el apóstol Tomás
¿Por qué Tomás dudó de Jesús?
Tomás dudó de la resurrección de Jesús porque no estaba presente cuando él se le apareció por primera vez a los otros discípulos, tras resucitar.
Cuando escuchó el testimonio de ellos, dijo que solo creería si veía con sus propios ojos y tocaba las heridas de Jesús:
Le dijeron, pues, los otros discípulos: ¡Hemos visto al Señor!
Él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré.
(Juan 20:25)
Esta actitud de Tomás refleja su naturaleza racional. Tomás necesitaba pruebas concretas para creer en algo tan extraordinario como la resurrección. No rechazaba a Jesús, pero quería una experiencia personal y física, tal como lo que los demás habían presenciado. Su duda no era una incredulidad definitiva, sino una exigencia de confirmación.
Ocho días después, Jesús se apareció nuevamente a los discípulos, y esta vez Tomás estaba presente. Jesús, conociendo sus palabras, lo invita a tocar sus heridas:
Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo y mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío!
(Juan 20:27-28)
La respuesta de Jesús revela la enseñanza fundamental:
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.
(Juan 20:29)
Esta frase destaca que la fe genuina no depende de pruebas visibles, sino de la confianza en el testimonio y la palabra de Dios. La duda de Tomás representa el conflicto humano entre la razón y la fe, y su experiencia sirve como lección sobre cómo la fe puede superar la duda.
¿Estaba casado Tomás?
La Biblia no menciona si el apóstol Tomás estaba casado. A diferencia de Pedro, cuya suegra es mencionada en Mateo 8:14, no hay ninguna referencia sobre la vida familiar de Tomás en los Evangelios ni en otros libros del Nuevo Testamento.
No es posible afirmar con certeza si estaba casado o era soltero. La Biblia se enfoca en su papel como discípulo de Jesús, destacando episodios como su duda sobre la resurrección. La información sobre su vida personal, incluyendo el matrimonio, pertenece más a la tradición o la especulación.
¿Cómo murió Tomás?
La Biblia no relata cómo murió el apóstol Tomás. Los Evangelios y el resto del Nuevo Testamento no registran detalles sobre su muerte, centrándose principalmente en su papel como discípulo de Jesús, especialmente en los episodios de duda y fe.
Según antiguas tradiciones cristianas, Tomás habría llevado el evangelio hasta la India. Se le asocia especialmente con la región de Kerala, donde se cree que fundó comunidades cristianas conocidas hoy como “cristianos de Santo Tomás”. De acuerdo con estos relatos, Tomás fue asesinado por su fe. La tradición más común afirma que soldados locales lo mataron, atravesándolo con lanzas, mientras predicaba el evangelio, alrededor del año 72 d.C. en la India.
Aunque estos relatos no están en la Biblia, son preservados por fuentes de la iglesia primitiva y comunidades cristianas orientales. Por eso, la muerte de Tomás es recordada como un testimonio de su fe, mostrando que aquel que dudó de la resurrección terminó dando su vida por Cristo.
¿Qué podemos aprender de Tomás?
La historia del apóstol Tomás nos ofrece lecciones sobre fe, sinceridad y transformación espiritual. Conocido por dudar de la resurrección de Jesús, Tomás expresó la necesidad de ver y tocar para creer. Su actitud revela algo común en la naturaleza humana: la dificultad de creer en lo que va más allá de la lógica o la experiencia personal.
Cuando Jesús apareció y lo invitó a tocar sus heridas, Tomás no solo creyó, sino que hizo una de las declaraciones de fe más poderosas de la Biblia: lo llamó “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28). Esto demuestra que la duda, cuando es sincera, puede ser el camino hacia una fe profunda y transformadora.
Cuando Jesús respondió a Tomás con: “bienaventurados los que no vieron y creyeron” (Juan 20:29), esta frase nos invita a confiar incluso cuando no tenemos todas las respuestas, valorando la fe que se basa en la confianza en Dios y no solo en lo que podemos ver.
La historia de Tomás nos enseña que Jesús acoge nuestras dudas, siempre que provengan de un corazón abierto. Él no rechaza al que cuestiona, sino que se revela a quienes buscan con sinceridad.
Principales lecciones de la historia de Tomás:
- La duda puede ser un paso hacia la verdadera fe.
- Jesús responde al corazón sincero que busca la verdad.
- La fe es más bendecida cuando confía sin necesidad de ver.
- Tomás pasó de la incredulidad a la entrega total.
- Cuestionar con humildad no es pecado, sino parte del crecimiento espiritual.
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