Tu verdadera identidad y valor debe tener su base en Cristo, pues eres amada y especial a los ojos de Dios. Cree y prospera en la confianza que él te da. Ámate como hija del Altísimo, cultiva tu fe y recuerda que en Cristo, tu autoestima se restaura y fortalece.
1. Mujer, eres extraordinaria
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
(Génesis 1:27)
No te compares con los estándares del mundo, pues Dios te creó a su imagen. Sé amable contigo misma, perdónate por tus defectos y sigue adelante con la certeza de que Dios te ama incondicionalmente. Eres hija del Todopoderoso, y eso te hace extraordinaria.
2. Eres un ejemplo
Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas.
(Proverbios 31:29)
Mujer, eres un ejemplo de fe y virtud. Tu compromiso con Dios y tu familia es extraordinario. Sigue brillando con la gracia de Dios. Recuerda que muchos admiran tu fuerza y determinación. Eres una joya preciosa, llena de potencial y valor.
3. Eres una mujer virtuosa
Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
(Proverbios 31:10)
Ahora pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa.
(Rut 3:11)
¡Eres preciosa, única! Cultiva tu fe, cuida tu corazón e inspira así a otras mujeres con tu bondad y sabiduría.
Recuerda: amarte a ti misma es honrar al Creador y difundir su luz por el mundo. Con humildad y fe, una mujer virtuosa encuentra la fuerza para seguir dando testimonio del amor de Dios.
4. Ten valor, mujer, Dios está contigo
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
(2 Timoteo 1:7)
Querida mujer, recuerda siempre: ¡Sé valiente, Dios está contigo! Confía en Dios, pues eres capaz de afrontar cualquier desafío cuando caminas según su Palabra. El Señor te ha levantado en este tiempo, sigue siendo una mujer valiente y adoradora.
5. Hermana, Dios te escogió
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
(Efesios 1:4-6)
Si eres salva, recuerda que Dios te eligió para ser su hija, santificada e irreprensible. No eres un accidente. El amor de Dios por ti es infinito y tiene un propósito especial para tu vida. Eres digna de adorarlo con tu camino.
6. Dios te fortalece en medio de la debilidad
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
(2 Corintios 12:9-10)
A menudo sentimos baja autoestima al observar nuestras debilidades. Pero Dios usa nuestras debilidades para revelar su fuerza. Cuando seas débil, en lugar de sentirte inútil, pídele a Dios que sea tu fuerza. Busca a Dios y él mostrará su poder en tu vida. Incluso en la debilidad, Dios tiene un propósito para ti.
7. Ámate y reconoce tu valor sin exagerar
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
(Romanos 12:3)
Tener una autoestima equilibrada es esencial. Es crucial evitar tanto la sensación de inutilidad como la presunción excesiva. Cuando enfocamos nuestro amor propio y autoestima en el valor que Dios nos otorga, podemos mantener este equilibrio.
La Biblia nos enseña que somos de gran valor a los ojos de Dios, lo que nos permite sentirnos seguras y alegres. Sin embargo, esta confianza no debe convertirse en arrogancia, ya que reconocemos que todo este valor proviene de Dios y, por lo tanto, debemos expresarle nuestra gratitud.
La autoestima o amor propio y la identidad femeninas se fortalecen al reconocer nuestro valor a los ojos de Dios y cultivar un profundo amor y respeto por nosotras mismas.
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