Palabra del Día

Una palabra bíblica diaria para que recibas inspiración y para que tu día sea mejor.

Palabra de Hoy

Palabras que sanan y bendicen

Hay gente cuyas palabras son puñaladas,
pero la lengua de los sabios sana las heridas.
(Proverbios 12:18)

¿Te has encontrado alguna vez en medio de una conversación hiriente? ¿Cómo te sentiste en ese momento? ¿Qué palabras usaste en medio de la tensión? ¿Hablaste palabras edificantes?

Hay personas que no controlan sus palabras; hablan lo primero que se les ocurre sin evaluar si aportará algo bueno o empeorará la situación. Pero los que amamos a Dios y vivimos para él no debemos ser así. Nosotros somos llamados a hablar palabras que sanan y bendicen, palabras que llevan paz y animan a los demás.

Cuando controlamos nuestras palabras, no solo bendecimos a otros, sino que nosotros mismos recibimos bendición.

No devuelvan mal por mal ni maldición por maldición sino, por el contrario, bendigan; pues para esto han sido llamados, para que hereden bendición.
(1 Pedro 3:9)

🤲 Dios quiere hablarte cada día
📲 Únete a nuestro canal WhatsApp

Cuando amamos a Dios, no nos dejamos llevar por nuestros impulsos emocionales que claman por venganza. En Dios, nuestra prioridad es escuchar la voz del Espíritu Santo y actuar o hablar conforme a cómo él nos guía. Cuando el Espíritu de Dios nos dirige, abrimos la puerta para hablar bendición y recibir bendición.

¿Quién controla tus palabras? ¿Estás permitiendo que Dios te ayude a hablar palabras que sanan y bendicen? Elige usar tus palabras para glorificar a Dios y llevar sanidad a la vida de los que te escuchan.

¡Habla palabras que sanan y bendicen!

Palabra de Ayer

El perdón es más grande que el odio

No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.
(Romanos 12:21)

La venganza y el odio son sentimientos tóxicos. Por eso, saca hoy de tu corazón el rencor y los pensamientos vengativos. Si alguien te ofendió, ora y ofrece el perdón. Vive sin cargas y libérate de las heridas del pasado. «Pagar con la misma moneda» solo aumentará la discordia e inflamará la herida. Dios te perdonó y también te ayuda a perdonar sea cual sea la situación que estés enfrentando.

Haz siempre el bien sin mirar a quién. ¡Dios hará justicia y quebrantará el brazo de los opresores!

No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien. (Romanos 12:21)

Si se te presenta la oportunidad de servir a la otra persona, hazlo con amabilidad, como sirviendo al Señor. No permitas que el odio eche raíces en tu corazón. Rechaza los sentimientos que no vienen de Dios y llena tu corazón con su amor. Sigue el siguiente consejo bíblico y deja que Dios obre en tu vida y en la situación.

Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.
(Hebreos 12:14-15)

Rechaza el odio y rechaza la amargura. Busca la paz y el amor: sé más como Jesús y vivirás con alegría y con la satisfacción de saber que tus emociones y tus actitudes glorifican a Dios.

Palabra de Anteayer

Fortalecidos en el amor de Dios

El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo;
en él esperó mi corazón.
Fui ayudado, y se gozó mi corazón; con mi canción le alabaré.
(Salmo 28:7)

La verdadera fortaleza de un cristiano no reside en sus habilidades, logros ni autosuficiencia, sino en el amor inquebrantable de Dios. En su amor encontramos sustento en medio de las luchas, consuelo en el dolor y guía en los momentos difíciles. El amor de Dios no es una idea abstracta ni un sentimiento fugaz: es una realidad viva que nos transforma por completo.

Cuando nos sentimos débiles, inseguros o cansados, Dios nos invita a descansar en su amor. Él nos ama incondicionalmente, incluso cuando fallamos o cuando nos desviamos. Y es este amor el que nos eleva, nos sana y nos fortalece para continuar el camino. Él no exige perfección, sino que desea que nos rindamos de corazón.

Fortalecerse en el amor de Dios es permitir que esta verdad penetre profundamente en nuestro ser: somos amados. No por mérito, sino por gracia. No por quienes somos, sino por quien él es. Y este amor tiene el poder de sostenernos en las tormentas y estabilizarnos cuando todo a nuestro alrededor parece derrumbarse.

Jesucristo, al dar su vida por nosotros, demostró el mayor acto de amor de la historia. Al creer en su sacrificio, somos restaurados, transformados y empoderados para vivir una vida de fe y esperanza. Nada puede separarnos de su amor: ni el dolor, ni el miedo, ni la muerte.

Fortalécete hoy en el amor de Dios. Confía en él, entrégale tus cargas y permite que su amor te renueve por completo. Porque quienes se refugian en el amor del Padre nunca estarán solos y siempre encontrarán la fuerza para seguir adelante.

Lee también: Reflexión bíblica sobre el amor de Dios