Las obras de la carne y el fruto del Espíritu (estudio bíblico)


Equipo de Bibliaon
Equipo de Bibliaon
Creado y revisado por nuestros editores

La diferencia principal entre el fruto del Espíritu y las obras de la carne es que el fruto del Espíritu edifica al hombre, bendice a quienes lo rodean y glorifica a Dios. Contra ese fruto no hay ley ni condenación. En cambio, las obras o frutos de la carne tienen como consecuencia la destrucción del hombre y la muerte eterna.

El texto bíblico que habla sobre el fruto del Espíritu y las obras de la carne se encuentra en la carta del apóstol Pablo a los Gálatas. Observa los principales rasgos de las obras de la carne y las 9 características del fruto del Espíritu.

Las obras de la carne

En Gálatas 5:19-21 Pablo describe cuáles son las obras de la carne.

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
(Gálatas 5:19-21)

Las obras de la carne representan todo lo que no proviene de Dios. Se trata de las acciones guiadas por nuestra naturaleza pecaminosa. La carne simboliza nuestra fragilidad y nuestra inclinación al pecado. Aunque Pablo enumera algunas características, las obras de la carne van más allá de las destacadas en Gálatas. Nuestra naturaleza tiende constantemente a inclinarse hacia esas trampas, lo que requiere de nosotros mucha atención y una lucha continua contra nuestra carne.

Cuando damos rienda suelta a nuestra carnalidad, nos alejamos del Espíritu Santo. Como consecuencia, los frutos del Espíritu son debilitados por las obras de la carne. La luz y las tinieblas no conviven juntas, por eso las obras de la carne —como mala hierba— buscan ahogar el fruto del Espíritu.

Como está escrito en Mateo 26:41, debemos velar y orar para no caer en tentación, pues el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil. Pablo nos advirtió que no debemos confundir nuestra libertad en Cristo con libertinaje, actuando en contra de la voluntad de Dios. Debemos ser prudentes y estar siempre alertas.

Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.
(Gálatas 5:13)

A pesar de ser débiles, ¡tenemos un Dios fuerte! Somos nueva criatura en Cristo. ¡Él es la fuente del fruto del Espíritu! Cuanto más nos alimentemos de él, más el Espíritu Santo nos llenará. El resultado de la presencia del fruto del Espíritu es la edificación de nuestra vida. Alimentados por el Espíritu Santo, también edificamos la vida de nuestros hermanos, derramando el fruto del Espíritu y compartiendo el amor de Dios.

Digo, pues: vivan según el Espíritu, y no satisfagan los deseos de la carne. (Gálatas 5:16)

Digo, pues: vivan según el Espíritu, y no satisfagan los deseos de la carne.
(Gálatas 5:16)

El fruto del Espíritu: 9 características

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
(Gálatas 5:22-23)

1. Amor

¡Dios es amor! El amor es la característica más importante para un cristiano. Sin amor, el Padre no habría entregado al Hijo. Sin amor, no habría habido sacrificio. Sin amor, el Hijo no habría enviado al Espíritu Santo para consolarnos. Sin amor es imposible tener las otras virtudes del fruto del Espíritu.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
(1 Corintios 13:4-7)

Jesús, en toda su trayectoria, enfatizó la importancia del amor. Cuando Jesús resumió los mandamientos del Señor en solo dos, usó como elemento fundamental el amor (Mateo 22:37-39). Todo su comportamiento durante su ministerio se basó en el amor. Nosotros, como imitadores de Cristo, debemos tener el amor como la vía principal para tratar con el prójimo y cumplir nuestras responsabilidades.

Solo quien tiene al Espíritu Santo dentro de sí puede amar a Dios y al prójimo. Cuando tratamos a todos con amor, reflejamos el rostro de Cristo y crecemos cada vez más espiritualmente. ¡El corazón en el que mora el Espíritu Santo trata a todos con amor!

2. Alegría, gozo

Cuando nos alegramos en el Señor, no nos dejamos llevar por las circunstancias de la vida, sino por la certeza de la salvación en Cristo. ¡Entender que fuimos alcanzados por el amor de Dios hace nuestra vida más alegre y gozosa!

Un siervo de Dios lleno de gozo tiene un corazón agradecido que reconoce las obras del Señor. Esta es la verdadera alegría que las situaciones pasajeras de la vida no pueden quitar: ¡la alegría generada por el Espíritu Santo!

El gozo en el Espíritu Santo es capaz de continuar incluso en medio del dolor y la tristeza. Con ese gozo somos capaces de enfrentar todas las tribulaciones. Podemos estimular nuestro gozo o alegría a través de la lectura de la Palabra, alabando y orando a Dios.

"Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!"
(Filipenses 4:4)

El apóstol Pablo fue un gran ejemplo de cómo el gozo en el Señor nos fortalece y edifica, independientemente de las situaciones. Aun siendo azotados y encarcelados injustamente, Pablo y Silas fueron capaces de cantar himnos al Señor dentro de la prisión (Hechos 16:25-26). Solo el Espíritu Santo puede movernos de esa manera. La alabanza de ellos despertó el corazón de Dios —sacudiendo los cimientos de la prisión— y se operó un gran mover en ese lugar.

3. Paz

Una de las cosas más preciosas que el Espíritu Santo trae a nuestras vidas es la paz. Esta paz sobrepasa todo entendimiento, nos tranquiliza —independientemente de las circunstancias— y refresca nuestra alma. ¡La paz que el Espíritu Santo derrama en nuestros corazones es inexplicable!

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. (Juan 14:27)

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
(Juan 14:27)

Aunque difícil de explicar, esta paz está al alcance de todos los que tienen el Espíritu Santo. A través de la lectura de la Palabra y nuestra relación con Dios en oración, recibimos el derramamiento del Espíritu Santo en nuestras vidas. Esta presencia expulsa de nuestros corazones toda ansiedad y miedo.

No hay nada que temer cuando tenemos la certeza de que Dios está en control de nuestras vidas y que "todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios", como está escrito en Romanos 8:28.

4. Paciencia

Ser paciente es una característica de quien tiene el fruto del Espíritu en su vida. Se trata de cómo reaccionamos ante las cosas que suceden a nuestro alrededor. La paciencia requiere una confianza total del cristiano en Dios. Una persona que sabe que Dios actúa en el tiempo correcto no necesita impacientarse al punto de pecar.

"Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;
(Santiago 1:19)

Tenemos esta seguridad cuando fortalecemos nuestra fe buscando al Espíritu Santo. Cuanto más buscamos a Dios, más confiamos en él y más pacientes nos volvemos. El Espíritu Santo aleja la agresividad, evita la ira y retira de nosotros el sentimiento de desesperación. Quien tiene al Espíritu Santo, espera y confía en Dios.

5. Amabilidad, benignidad

Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido;
(2 Timoteo 2:24)

Ser amable es una de las marcas de quien sigue los pasos de Cristo. Quien tiene al Espíritu Santo es amable con el prójimo, tanto en sus palabras como en sus acciones. El Espíritu nos da sensibilidad para percibir el valor de una vida.

Toda vida tiene valor para el Creador y debe ser tratada con amor y compasión. Tratar al prójimo con amor es preservarse a uno mismo y preservar al otro.Quien es amable, entiende que fue amado primero.

Jesús fue el mayor ejemplo de cómo ser amable. Su presencia era placentera y calmaba a todos los que estaban a su alrededor. Dondequiera que Jesús iba, transformaba el ambiente y todos sentían placer de estar a su lado y escuchar su voz.

6. Bondad

La bondad es una manera de actuar del Espíritu Santo. Dios es bueno y todo lo que recibimos de él fue a través de su gracia y bondad. Quien tiene al Espíritu Santo refleja esa bondad en sus acciones y en su relación con el prójimo.

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
(Efesios 4:32)

La bondad generada por el Espíritu Santo aleja de nuestro corazón el sentimiento de maldad propio de nuestra naturaleza pecaminosa. Quien es guiado por el Espíritu Santo actúa con bondad en el corazón, ve todo con buenos ojos y busca hacer el bien.

Los actos de bondad son reflejos del Espíritu Santo actuando en nuestras vidas. Cuando nos beneficiamos de la bondad de Dios, compartimos la gracia que recibimos siendo bondadosos con nuestro prójimo.

7. Fidelidad, fe

Dios es fiel y nosotros somos fruto de su fidelidad. Así como lo hizo el Padre, el Hijo mantuvo su palabra y hemos recibido al Espíritu Santo. Como hijos de Dios debemos ser fieles a él y mantener nuestro buen testimonio ante los hombres.

Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.
(1 Corintios 1:9)

Debemos ser leales a Cristo, así como Dios lo es con nosotros. La fidelidad en nuestras vidas se vuelve concreta cuando practicamos la palabra que recibimos de Dios. Al obedecer el consejo del Espíritu Santo estamos ejerciendo nuestra fidelidad a Dios.

Nuestra fidelidad a Dios refleja la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. En el fruto del Espíritu no hay lugar para mentiras ni verdades a medias. Quien anda por el Espíritu anda en rectitud y tiene buena reputación, reflejo de su fidelidad con Dios.

8. Mansedumbre, humildad

¡Cuando actuamos con calma, todo cambia! Nuestro temperamento influye en el comportamiento de las demás personas. Así es el Espíritu Santo: desborda y contagia.

Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.
(Tito 3:2)

Un corazón pacífico y manso es movido por el Espíritu Santo. Cuando alcanzamos este nivel, somos capaces de controlarnos y calmar a los que están a nuestro alrededor. De esta forma, actuando con mansedumbre, podemos edificar vidas que necesitan ser alcanzadas por Dios.

Jesús siempre trató a todos con mansedumbre. Las personas lo buscaban con desesperación y dolor. Él escuchaba, derramaba su favor, y el desespero se transformaba en gozo. Incluso cuando fue confrontado por sus perseguidores, su mansedumbre era desconcertante: la presencia del Espíritu Santo disipa las tinieblas.

9. Dominio propio

Someter nuestra voluntad a la obediencia a Cristo es algo que debe buscarse en todo momento. El mundo nos ofrece muchas "oportunidades" que en realidad buscan sacarnos del camino del Señor y entristecer al Espíritu Santo.

que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios;
(1 Tesalonicenses 4:4-5)

Cuando estamos fuera del camino del Señor, somos llevados a hacer lo que no queremos, reaccionando a cualquier estímulo: el mundo solo enfatiza los deseos carnales. El mundo yace en el maligno. Nos corresponde a nosotros desarrollar —con la ayuda del Espíritu Santo— dominio propio y sabiduría para apartarnos de las trampas de la carne.

El dominio propio forma parte del conocimiento de nuestras limitaciones, del entendimiento de que somos débiles y dependientes de la misericordia de Dios. Hay situaciones en las que podemos controlarnos, pero también hay momentos en los que solo el Espíritu Santo puede librarnos. Por eso un siervo de Dios debe estar siempre en sintonía con el Espíritu Santo, para discernir las situaciones, controlarse y mantenerse firme.

Lee también:

Equipo de Bibliaon
Equipo de Bibliaon
El Equipo Editorial de Bibliaon está compuesto por cristianos maduros, con varios años de experiencia en la enseñanza de la Biblia y la escritura, y un compromiso genuino con Jesús y la Palabra de Dios.