Jesús daba mucha importancia a la oración, es algo que vemos en los Evangelios. Él comenzaba sus días conversando con el Padre y aprovechaba cualquier oportunidad para invocar la presencia y el poder de Dios. A veces él oraba solo (Marcos 1:35) y en otras ocasiones, acompañado (Juan 11:41-42). Oraba antes de comer (Lucas 24:30) y después de sanar (Lucas 5:12-16). La oración tenía un lugar especial en su vida.
Para Jesús era prioritario hablar con el Padre. Él oraba por la misión que debía cumplir, por sus discípulos, por los que le seguirían y por aquellos que encontraba en su camino. La oración era parte de su día a día. Miremos cómo oraba Jesús y aprendamos a orar de forma efectiva.
1. Jesús ora por sus discípulos
A los que me diste del mundo les he revelado tu nombre. Eran tuyos; tú me los diste y ellos han obedecido tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les he entregado las palabras que me diste y ellos las aceptaron; saben con certeza que salí de ti y han creído que tú me enviaste. Ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me has dado porque son tuyos. Todo lo que yo tengo es tuyo y todo lo que tú tienes es mío; y por medio de ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo y yo vuelvo a ti.
Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros. Mientras estaba con ellos, los protegía y los cuidaba mediante el nombre que me diste y ninguno se perdió sino aquel que eligió perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura.
Ahora vuelvo a ti, pero digo estas cosas mientras todavía estoy en el mundo, para que tengan mi alegría en plenitud. Yo les he entregado tu palabra y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad. Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
(Juan 17:6-19)
Jesús compartió tres años con sus discípulos y los amaba. Él estaba feliz por todo lo que había vivido con ellos y en el momento en el que se acercaba su muerte, tomó tiempo para orar por ellos.
Jesús oró al Padre pidiendo que los protegiera y los ayudara a permanecer unidos. Él sabía que venían momentos difíciles, ya que, al ser sus discípulos, habría gente que buscaría hacerles daño. Por eso pidió que Dios los protegiera del maligno y de sus ataques.
Jesús aprovechó ese momento para enviarlos, comisionarlos para que llevaran el mensaje de vida eterna al mundo. En pocos días ya él no estaría con ellos. Pero ellos estaban preparados para recibir el testigo y continuar la obra para la que él los había preparado.
Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad.
(Juan 17:17)
2. Jesús ora por sí mismo
Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
(Juan 17:1-4, Reina Valera 1960)
Jesús, sabiendo que se acercaba su muerte, levantó sus ojos al cielo, como mirando al Padre, y comenzó a hablar con él. Sabía que su tiempo en la tierra llegaba a su fin, pero a él solo le interesaba que Dios fuera glorificado.
Se acercaba el momento de regresar al Padre. Sabía que quedaba un tramo difícil por vivir: la muerte en la cruz. En su oración, Jesús escogió enfocarse en el gozo de la obra redentora que había realizado y en el hecho de que pronto, luego de resucitar, estaría de nuevo en la presencia de Dios Padre «con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera».
Y ahora, Padre, glorifícame en tu presencia con la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera.
(Juan 17:5)
3. Jesús ora por todos los creyentes
Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste.
(Juan 17:20-25, Reina Valera 1960)
Jesús también oró por todos los que creerían en él gracias a la fidelidad y el esfuerzo de sus discípulos. Él sabía que las puertas del Hades no prevalecerían contra su iglesia (Mateo 16:18). Lo primero que pide para sus discípulos y para los que creerían gracias al mensaje de ellos, es unidad como la que él tenía con el Padre.
Le rogó al Padre que sus hijos alcanzaran la perfección en la unidad, ya que ese sería el distintivo de ellos. Así el mundo reconocería que Dios había enviado al Hijo al mundo. Ese es el mensaje que ellos transmitieron. Las generaciones posteriores de seguidores de Jesús todavía tenemos la encomienda de esforzarnos en alcanzar la perfección en la unidad para que el mundo reconozca que Jesús es Dios.
La oración de Jesús en Juan 17
En Juan 17 encontramos la oración más extensa de Jesús que aparece en la Biblia. Esto es justo al final de su ministerio en la tierra. Jesús acababa de explicar a sus discípulos que en poco tiempo ya no estaría físicamente con ellos. Les advierte sobre lo que sucedería una vez él se fuera y les anima: «Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).
La oración de Jesús en Juan 17 está dividida en tres secciones:
- Juan 17:1-5: Jesús ora por sí mismo. Reconoce que ya es la hora de regresar al Padre.
- Juan 17: 6-19: Ora por sus discípulos y los encomienda en su nueva misión.
- Juan 17: 20-25: Pide por los que hemos creído después como fruto de la fidelidad de sus discípulos en llevar su mensaje.
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