Recibimos gracia cuando se nos concede un favor de forma gratuita y sin merecerlo. Cuando hablamos de la gracia de Dios nos referimos a todas las bendiciones que él nos concede porque le place, especialmente la salvación y el perdón de nuestros pecados.
Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
(Romanos 5:8)
Qué es la gracia de Dios
La gracia de Dios es la bendición o el favor generoso de Dios sobre nosotros. Dios nos ha mostrado su gracia al perdonarnos y al tratarnos con misericordia en lugar de dejarnos con nuestros pecados, sin perdón ni salida.
La gracia ha hecho posible la manifestación más maravillosa del amor de Dios para con nosotros. Él estuvo dispuesto a enviar a su Hijo Jesús a morir en la cruz para que todos tengamos la oportunidad de recibir salvación y vida eterna. Ninguno de nosotros lo merecía, pero Dios, en su infinito amor, decidió concedernos ese gran regalo.
Veamos algunos versículos que nos ayudarán a entender un poco mejor este maravilloso concepto de la gracia de Dios.
Versículos sobre la gracia de Dios
1. Somos salvos por gracia
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.
(Efesios 2:8-9)
Es por la gracia de Dios que somos salvos. No hay nada que podamos hacer para ganar la salvación de nuestras almas. Dios es el único con poder para perdonarnos, el único que puede quitar el pecado de nuestras vidas. Esto lo hizo enviando al Cordero perfecto, Jesús, a morir en la cruz por nuestros pecados. Al aceptarlo de corazón como nuestro Rey y Señor, recibimos el regalo de la vida eterna.
2. Nos permite acercarnos a Dios
Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.
(Hebreos 4:16)
Dios es un Dios cercano y podemos acudir a él en todo momento. A él le encanta que nos acerquemos en confianza como un niño se acerca a su padre amoroso. No debemos tener temor porque aun cuando Dios conoce todos nuestros fallos y nuestros pecados, él nos recibe con misericordia y gracia. Cuando vamos a él en humildad, Dios nos perdona, nos restaura y nos da fuerzas para seguir adelante.
3. La gracia nos transforma
En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio.
(Tito 2:11-12)
La gracia de Dios no solo nos trae la salvación y el perdón de nuestros pecados, sino que nos transforma y nos ayuda a obedecer a Dios en nuestro diario vivir. Nos enseña a vivir la vida de piedad que él desea y nos da la valentía para rechazar las cosas que nos alejan de él y de su voluntad para nuestras vidas.
4. Es abundante y es para todos
Pero la transgresión de Adán no puede compararse con la gracia de Dios. Pues, si por la transgresión de un solo hombre murieron todos, ¡cuánto más el don que vino por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, abundó para todos!
(Romanos 5:15)
El pecado entró al mundo a través de Adán y su transgresión y con este vino la muerte física. Sin embargo, Dios no nos dejó abandonados a nuestra suerte. Él tomó la iniciativa, envió a Jesús y a través de él nos concedió gracia abundante que está al alcance de todos. Dios anhela que dejemos el pecado y nos volvamos a él. Es por medio de Jesús que recibimos la vida eterna, el perdón de nuestros pecados y es a través de él que somos reconciliados con Dios.
5. Somos justificados por medio de Cristo
Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó.
(Romanos 3:23-24)
Por nosotros mismos no merecemos ni podemos hacer nada para ser justificados ante Dios. Todos hemos pecado, ninguno de nosotros está sin culpa y deberíamos pagar por todo lo el mal que hemos hecho. Pero Dios, en su gracia, decidió guiarse por su gran amor para con cada uno de nosotros y nos justificó de forma gratuita a través de la muerte de Jesús en la cruz.
Ahora todos podemos recibir su perdón, no tenemos que ser esclavos del pecado, pues Dios ya nos redimió a través de Jesús. Solo necesitamos poner nuestra fe en Jesús y decidir caminar con él para vivir dentro de sus propósitos.
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