El cielo según la Biblia: cómo es, qué es y dónde está


El cielo más mencionado en la Biblia es el cielo espiritual donde Dios está sentado en su trono. El cielo no tiene una ubicación física, sino espiritual.

Con las descripciones que nos da la Biblia vemos que el cielo es un lugar de una belleza y una paz incomparables, difíciles de imaginar. La Biblia nos da algunas descripciones del cielo:

Es un lugar lleno de alegría, vida y gozo

El cielo será un lugar lleno de gozo y júbilo. Allí no habrá dolor, ni enfermedad, ni incertidumbres. Todo lo que nos causa pesar, lágrimas, dolor o ansiedad aquí en la tierra será destruido y quedará atrás. Todo será hecho nuevo, tal como Dios deseaba que fuera desde el principio, antes de que el pecado entrara al mundo.

Puede que se nos haga difícil imaginar un lugar sin contaminación, sin corrupción, sin muerte, sin maldad. Pero en el cielo no habrá nada de eso ni nada que nos robe el gozo del Señor. Allí estaremos llenos de un gozo perfecto, disfrutando de ese cielo nuevo y esa tierra nueva junto a nuestro Padre celestial por toda la eternidad.

Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido.
(Apocalipsis 21:1-2)

Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir. El que estaba sentado en el trono dijo: «¡Yo hago nuevas todas las cosas!»
(Apocalipsis 21:4-5a)

Alégrense más bien, y regocíjense por siempre,
por lo que estoy a punto de crear:
Estoy por crear una Jerusalén feliz,
un pueblo lleno de alegría.
Me regocijaré por Jerusalén
y me alegraré en mi pueblo;
no volverán a oírse en ella
voces de llanto ni gritos de clamor.
(Isaías 65:18-19)

La luz del Señor ilumina y llena el cielo

¡La luz de Dios lo llenará todo! En el cielo no habrá ningún tipo de oscuridad, sea física, emocional o espiritual. Dios mismo alumbrará nuestras vidas, nuestros corazones y nuestros caminos en todo momento. ¡Viviremos por siempre en su preciosa luz!

Ya no habrá noche; no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 22:5)

Ya no habrá noche; no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos.
(Apocalipsis 22:5)

Lleno de paz, amor y armonía

El lobo y el cordero pacerán juntos;
el león comerá paja como el buey,
y la serpiente se alimentará de polvo.
En todo mi monte santo
no habrá quien haga daño ni destruya,
dice el Señor.
(Isaías 65:25)

Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano.
(Apocalipsis 7:9)

¡Qué maravilla! No más guerras ni amenazas, no más riñas ni terror. No más odio ni incomprensión. La paz, la armonía y el amor serán la norma. Hasta los animales vivirán en paz los unos con los otros. Todos los redimidos por el Señor estaremos juntos sin importar la nación, etnia, raza, idioma o cultura. Adoraremos al Señor en unidad y de todo corazón con un gozo constante e inacabable.

Un lugar en el que habrá verdadera justicia

¡Hay tanta injusticia en este mundo! Es demasiado el maltrato a los débiles y a los más vulnerables. Todos anhelamos ese gran día en el cual ya no habrá hombres con corazones llenos de maldad humillando a otros, el día en el que se cumplirá la justicia de Dios. Y su justicia permanecerá por toda la eternidad.

Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia.
(2 Pedro 3:13)

Es el trono de Dios, el lugar de su morada

Dios está en su trono rodeado de su ejército de ángeles. Desde allá, Dios nos observa y ve todo lo que sucede en el mundo. Él nos mira, se interesa por nosotros y obra desde allá enviando a sus ángeles a actuar conforme a su voluntad.

Mira bien desde el cielo;
observa desde tu morada santa y gloriosa.
(Isaías 63:15a)

Micaías prosiguió: Por lo tanto, oigan la palabra del Señor: Vi al Señor sentado en su trono con todo el ejército del cielo alrededor de él, a su derecha y a su izquierda.
(2 Crónicas 18:18)

Es donde Jesús está sentado a la diestra del Padre

Después de su resurrección, Jesús ascendió al cielo y se sentó a la diestra de Dios Padre. Allí Jesús está en su posición de autoridad, actuando como sumo sacerdote y ministrando a nuestro favor.

Después de hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
(Marcos 16:19)

Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, aquel que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo, el que sirve en el santuario, es decir, en el verdadero tabernáculo levantado por el Señor y no por ningún ser humano.
(Hebreos 8:1-2)

Es dónde Jesús nos está preparando nuestra morada eterna

Jesús está preparando nuestra morada celestial para que moremos con él por toda la eternidad.

En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar.
(Juan 14:2)

Oí una potente voz que provenía del trono y decía: ¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios.
(Apocalipsis 21:3)

Es el lugar de nuestra verdadera ciudadanía

En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas. (Filipenses 3:20-21)

En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas.
(Filipenses 3:20-21)

No importa cuánto amemos nuestro país terrenal, nuestra verdadera ciudadanía es la celestial. Ese conocimiento nos debe impactar de tal manera que en todo momento nuestro comportamiento y nuestras palabras muestren que somos de Cristo.

¿Dónde está el cielo?

El cielo espiritual donde habita Dios con sus ángeles se llama el «tercer cielo». Esta expresión es mencionada una sola vez en la Biblia, cuando Pablo habla sobre la visión o experiencia transformadora que tuvo con Dios.

Conozco a un seguidor de Cristo que hace catorce años fue llevado al tercer cielo (no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo; Dios lo sabe).
(2 Corintios 12:2)

El tercer cielo no tiene una ubicación física, pero existe en el mundo espiritual. Aun así, es importante. Es en ese lugar, en el tercer cielo, que Dios mora con Jesús y con sus ángeles. Desde allí, Dios observa a toda la humanidad y todo lo que sucede.

Mira desde el cielo, desde el santo lugar donde resides y, tal como se lo juraste a nuestros antepasados, bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos has dado, tierra donde abundan la leche y la miel
(Deuteronomio 26:15)

Y es allí donde estaremos con él por toda la eternidad. Ahora mismo no podemos imaginar toda su grandeza y esplendor. Pero llegará el día en el que estaremos allá con el Señor, le veremos cara a cara, y viviremos con él por toda la eternidad.

Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido.
(1 Corintios 13:12)

La Biblia menciona otros dos cielos: los cielos físicos que podemos ver al estar al aire libre. Uno es el cielo azul que vemos durante el día y en el otro se encuentran el sol y los astros.

El cielo que vemos sobre nosotros es donde están las nubes, por donde vuelan los pájaros, de donde viene la lluvia (la atmósfera o esfera que rodea la Tierra).

Y dijo Dios: «¡Que exista el firmamento
en medio de las aguas, y que las separe!»
Y así sucedió: Dios hizo el firmamento
y separó las aguas que están abajo,
de las aguas que están arriba.
Al firmamento Dios lo llamó «cielo».
Y vino la noche, y llegó la mañana:
ese fue el segundo día.
(Génesis 1:6-8)

Volvió a orar, y el cielo dio su lluvia y la tierra produjo sus frutos.
(Santiago 5:18)

La Biblia también llama «cielo» al espacio o lugar donde se encuentran el sol, la luna, las estrellas, y los planetas.

Y dijo Dios: «¡Que haya luces en el firmamento
que separen el día de la noche;
que sirvan como señales de las estaciones,
de los días y de los años,
y que brillen en el firmamento
para iluminar la tierra!»
Y sucedió así. Dios hizo los dos grandes astros:
el astro mayor para gobernar el día,
y el menor para gobernar la noche.
También hizo las estrellas.
Dios colocó en el firmamento
los astros para alumbrar la tierra.
(Génesis 1:14-17)

Cuando contemplo tus cielos,
obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que allí fijaste ...
(Salmo 8:3)

Un cielo nuevo y una nueva tierra

El cielo y la tierra que conocemos hoy dejarán de existir. La Biblia nos dice en varios lugares, por ejemplo en Apocalipsis 21:1-5 e Isaías 65:17-25, que Dios creará un cielo nuevo y una nueva tierra donde sus hijos estarán con él por siempre. Serán un cielo y una tierra mucho mejores que los que conocemos ahora, sin el efecto del maltrato del hombre.

La Biblia habla de la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descenderá del cielo (Apocalipsis 21:2). Esto lleva a pensar que el cielo no será un lugar en el cual estaremos aislados, cada uno a solas con Jesús. Más bien, será una ciudad en la que nos moveremos, viviremos en comunión y en armonía los unos con los otros y con Dios.

La nueva Jerusalén tendrá la vida cotidiana de una ciudad. Pero será una ciudad llena del gozo genuino porque no estará manchada por el pecado. Todo girará en torno a la comunión del pueblo de Dios con él. Su presencia, su luz y el amor que vienen de él, lo llenarán todo.

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