Abba Padre: explorando el significado bíblico y uso de esa expresión en la Biblia


En tres ocasiones, en el Nuevo Testamento, encontramos la frase «Abba, Padre» y puede que nos preguntemos lo que significa. En realidad, la frase contiene la palabra papá o padre en 2 idiomas diferentes: arameo y español, así que puede traducirse como Padre, Padre.

En el texto original de la Biblia, aparece en arameo y griego (Abba, Pater). Abba [abá] es un término que expresa cercanía, confianza y familiaridad, además de respeto hacia la figura paternal.

«Abba, Padre» aparece solo 3 veces en la Biblia, en el Nuevo Testamento. La primera vez, en el Evangelio de Marcos, Jesús usa la frase al hablar con Dios Padre. Las otras dos veces, es Pablo quien la usa, en Romanos y en Gálatas. Veamos el contexto de esos versículos y lo que podemos aprender al estudiar la frase.

Jesús clama al Padre en Getsemaní

Decía: «Abba, Padre, todo es posible para ti. No me hagas beber este trago amargo; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».
(Marcos 14:36)

Este versículo se encuentra dentro del relato de la oración de Jesús en Getsemaní. Jesús sabía que el momento de su crucifixión se acercaba rápidamente, y comenzó a sentir temor y angustia. Se fue a orar con sus discípulos y se apartó con Pedro, Santiago y Juan para tener un tiempo de comunión con Dios Padre.

Jesús se postró en tierra, con su corazón cargado. Las primeras palabras de su oración fueron, precisamente, «Abba, Padre». Él se acercó a Dios Padre, como un hijo se acerca en confianza a hablar con su padre amoroso para que lo ayude a enfrentar una situación difícil y le dé ánimo.

Jesús no solo llevó su carga ante Dios Padre, mostrando su cercanía con él. También expresó su disposición a someterse a su voluntad. Reconoció que el Padre sabía lo que era mejor. Su preferencia como humano era no sufrir la crucifixión, pero aun así, se sometió con confianza y respeto a la voluntad del Padre, dispuesto a morir en la cruz.

Como hijos de Dios, podemos clamar «¡Abba! ¡Padre!»

Los dos versículos en las cartas paulinas que contienen la frase «¡Abba! ¡Padre!», hablan sobre nuestra relación con Dios como sus hijos.

Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!».
(Romanos 8:15)

La frase «¡Abba! ¡Padre!», se usa aquí para explicar nuestra relación con Dios, gracias a nuestra fe en Jesucristo y a la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente. El versículo anterior dice que «todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios». El poder del Espíritu Santo en nosotros, nos ha hecho hijos de Dios, y como hijos, podemos llamar a Dios, ¡Abba! ¡Padre!

¡Qué privilegio más grande! Podemos acercarnos a Dios sin miedo y con toda confianza, como hijos conocidos y amados por su Padre celestial. En Dios, somos libres de la esclavitud del pecado, libres para vivir la vida que Dios, nuestro Padre, desea que vivamos.

Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba! ¡Padre!».
(Gálatas 4:6)

Los primeros versículos de Gálatas 4 hablan sobre cómo Dios envió a su Hijo Jesús al mundo en el momento preciso, para rescatar a los que estaban esclavizados bajo la Ley, adoptándolos como hijos de Dios. Es por medio de la obra de Jesucristo que somos adoptados como hijos de Dios. Ya no somos esclavos de la Ley.

Es el Espíritu de su Hijo, de Jesús, el que Dios ha enviado a nuestros corazones. Por eso, tal como Jesús hizo en Getsemaní, cuando clamó al Padre en su momento de angustia, nosotros también nos podemos acercar a Dios en nuestros momentos difíciles de angustia.

Por esa razón, nosotros podemos llevar nuestro dolor y nuestra incertidumbre ante Dios. Pero debemos hacerlo como Jesús, con su Espíritu: en humildad, en confianza y con la certeza de que la voluntad de Dios para nosotros es lo mejor. Y es en esa confianza que podemos clamar ¡Abba! ¡Padre!

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