Practicar la Palabra de Dios va más allá de leer o escuchar: implica vivir diariamente con actitudes que reflejen las Escrituras. La Biblia nos muestra que la fe se manifiesta con acciones, no solo con palabras.
Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, este es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.
(Santiago 1:22-24)
Oír las enseñanzas del Señor sin ponerlas en práctica es desperdiciar un tesoro preciado. Somos llamados a obedecer y son muchas las bendiciones que provienen de hacer la voluntad de Dios. Seamos más que oidores: pongamos en práctica la Palabra del Señor.
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.
(Mateo 7:24)
Lo que aprendieron, recibieron, oyeron y vieron en mí, esto hagan; y el Dios de paz estará con ustedes.
(Filipenses 4:9)
Pero el que presta atención a la perfecta ley de la libertad y persevera en ella sin ser oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace.
(Santiago 1:25)
Jesús respondió: «Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios, y la obedecen.»
(Lucas 11:28)
porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.
(Romanos 2:13)
Si saben estas cosas, bienaventurados son si las hacen.
(Juan 13:17)
Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma.
(Santiago 2:17)
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
(Romanos 10:17)
Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
(1 Juan 3:18)
Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia. Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra.
(Ezequiel 33:31-32)
Guarden, pues, mis mandamientos y pónganlos por obra. Yo, el SEÑOR.
(Levítico 22:31)
Por lo tanto, cualquiera que quebrante el más pequeño de estos mandamientos y así enseñe a los hombres, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será considerado grande en el reino de los cielos.
(Mateo 5:19)
Me apresuré, y no me retardé,
a guardar tus mandamientos.
(Salmos 119:60)
Pero el alimento sólido es para los maduros; para los que, por la práctica, tienen los sentidos entrenados para discernir entre el bien y el mal.
(Hebreos 5:14)
Cómo oír y practicar la Palabra
Oír la Palabra significa recibir las enseñanzas de Dios con atención y un corazón abierto, ya sea al leer la Biblia, escuchar una predicación o al tomar tiempo para meditar en lo leído. Jesús nos enseñó que escuchar no es suficiente: debemos obedecer. En Mateo 7:24, compara a quienes escuchan y practican su Palabra con un hombre sabio que construye su casa sobre la roca.
Practicar la Palabra es transformar lo que escuchamos en acciones. La Biblia nos advierte que no seamos meros oyentes, sino también hacedores, porque es en la obediencia que encontramos la verdadera bendición. Practicar la Palabra implica vivir con amor, perdonar, servir, buscar la justicia y seguir los mandamientos de Dios en todos los aspectos de la vida.
El Espíritu Santo nos ayuda a recordar y aplicar la Palabra en nuestra vida diaria. Por lo tanto, escuchar y practicar van de la mano: escuchar, nutre la fe (Romanos 10:17) y practicar, confirma que la fe está viva (Santiago 2:17). Cuando combinamos estos dos pasos, experimentamos una vida transformada por la Palabra de Dios.
Formas de poner en práctica lo que oyes: ¡sé un hacedor!
- Lee la Biblia a diario: aparta un tiempo cada día para meditar en las Escrituras.
- Ora antes de leer o escuchar la Palabra: pide al Espíritu Santo que te dé comprensión y sensibilidad.
- Oye atentamente: escucha a Dios como si escucharas algo valioso, porque lo es.
- Escribe lo que Dios te ha dicho: anota versículos, frases, reflexiones y aplicaciones. Esto te ayudará a recordar y repasar lo aprendido.
- Asiste a los servicios de adoración y a los estudios bíblicos: la fe proviene de escuchar la Palabra.
- Obedece de inmediato: no pospongas lo que Dios ya ha revelado.
- Aplícalo en tu vida diaria: vive los principios bíblicos en casa, en el trabajo y en tus relaciones.
- Pide fuerza para cambiar de actitud: la práctica requiere transformación; confía en la gracia de Dios.
- Sirve a los demás con amor: la fe se revela en obras concretas.
- Enseña a los demás con el ejemplo: tu vida debe reflejar lo que crees.
No seas solo un oidor de la Palabra de Dios. Sé un hacedor e impacta este mundo con tus palabras y acciones.
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