Los ojos son como la luz del cuerpo. Por eso Jesús nos advierte sobre la importancia de protegerlos del mal. La Biblia nos dice que debemos mirar el bien y apartar la mirada del mal para no apagar la luz de Dios en nosotros. A través de lo que elegimos ver, podemos traer claridad a nuestro interior o atraer la oscuridad y el pecado. Es nuestra la elección.
La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
(Mateo 6:22-23)
Aparta mis ojos para que no vean la vanidad;
vivifícame en tu camino.
(Salmo 119:37)
Miren tus ojos lo que es recto
y diríjase tu vista a lo que está frente a ti.
(Proverbios 4:25)
El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala; este habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.
(Isaías 33:15-16)
Pero yo les digo que todo el que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti. Porque es mejor para ti que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.
(Mateo 5:28-29)
Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
(1 Juan 2:16)
La falta de visión es una dificultad grave, pero peor que la ceguera física es la ceguera espiritual. Jesús abrió la vista a muchos ciegos, pero muchos lo rechazaron y no quisieron ver la realidad que él trajo al mundo: la necesidad de volver nuestros ojos a Dios.
Son muchas las cosas que pueden nublar nuestra visión y generar ceguera espiritual. ¡Debemos tener cuidado! Al fijar nuestra mirada en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, necesitamos mantener nuestros ojos espirituales abiertos, mirando hacia adelante y hacia arriba para ver la vida según la perspectiva de Dios.
¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
(Lucas 6:41)
Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.
(Apocalipsis 3:18)
Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán.
(Isaías 35:5)
Mis ojos están siempre puestos en el SEÑOR
porque él sacará mis pies de la red.
(Salmo 25:15)
Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua, y dio de beber al muchacho.
(Génesis 21:19)
Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
(Lucas 24:31-32)
Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
(1 Corintios 2:9)
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
(Hebreos 12:2)
alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
(Efesios 1:18)
He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores,
Y como los ojos de la sierva a la mano de su señora,
Así nuestros ojos miran a Jehová nuestro Dios,
Hasta que tenga misericordia de nosotros.
(Salmo 123:2)
Ciertamente con tus ojos mirarás
Y verás la recompensa de los impíos.
(Salmo 91:8)
El que hizo el oído, ¿no oirá?
El que formó el ojo, ¿no verá?
(Salmo 94:9)
como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy.
(Romanos 11:8)
Como Jesús lo entendió, les dijo: ¿Por qué discuten? ¿Porque no tienen pan? ¿Todavía no entienden ni comprenden? ¿Tienen endurecido su corazón? Teniendo ojos, ¿no ven? Teniendo oídos, ¿no oyen? ¿No se acuerdan?
(Marcos 8:17-18)
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida
(1 Juan 1:1)
He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá: aun los que le traspasaron. Todas las tribus de la tierra harán lamentación por él. ¡Sí, amén!
(Apocalipsis 1:7)
Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
(Salmo 121:1-2)
Lee también: