El Salmo 66 es un llamado a la adoración, la gratitud y el reconocimiento de la fidelidad de Dios. Nos enseña a alabar al Señor incluso en tiempos difíciles, testificando que él obra en nuestras vidas y nos guiará a la victoria.
Salmo 66
Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.
2 Cantad la gloria de su nombre;
Poned gloria en su alabanza.
3 Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras!
Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos.
4 Toda la tierra te adorará,
Y cantará a ti;
Cantarán a tu nombre. Selah
5 Venid, y ved las obras de Dios,
Temible en hechos sobre los hijos de los hombres.
6 Volvió el mar en seco;
Por el río pasaron a pie;
Allí en él nos alegramos.
7 Él señorea con su poder para siempre;
Sus ojos atalayan sobre las naciones;
Los rebeldes no serán enaltecidos. Selah
8 Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
Y haced oír la voz de su alabanza.
9 Él es quien preservó la vida a nuestra alma,
Y no permitió que nuestros pies resbalasen.
10 Porque tú nos probaste, oh Dios;
Nos ensayaste como se afina la plata.
11 Nos metiste en la red;
Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.
12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;
Pasamos por el fuego y por el agua,
Y nos sacaste a abundancia.
13 Entraré en tu casa con holocaustos;
Te pagaré mis votos,
14 Que pronunciaron mis labios
Y habló mi boca, cuando estaba angustiado.
15 Holocaustos de animales engordados te ofreceré,
Con sahumerio de carneros;
Te ofreceré en sacrificio bueyes y machos cabríos. Selah
16 Venid, oíd todos los que teméis a Dios,
Y contaré lo que ha hecho a mi alma.
17 A él clamé con mi boca,
Y fue exaltado con mi lengua.
18 Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,
El Señor no me habría escuchado.
19 Mas ciertamente me escuchó Dios;
Atendió a la voz de mi súplica.
20 Bendito sea Dios,
Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.
Este salmo es un cántico de alabanza usado en celebraciones. Aunque el autor es anónimo, se nota que fue alguien que experimentó momentos de gran aflicción, pero también de gran liberación. El salmista recuerda las obras poderosas de Dios, como cruzar el mar en tierra firme, y destaca cómo el Señor prueba a su pueblo para purificarlo, tal como se refina la plata.
El Salmo 66 nos llama a alabar, a recordar los milagros de Dios, a aceptar las pruebas y a dar testimonio de nuestra fe. Las palabras del salmo nos muestran que Dios es digno de confianza, incluso en tiempos difíciles, porque su fidelidad permanece y sus acciones siempre tienen un propósito redentor.
Lo que nos enseña el Salmo 66
El Salmo 66 nos enseña que Dios es digno de alabanza por sus grandes obras y su fidelidad. El salmista comienza exaltando a Dios con alegría, llamando a todas las naciones a reconocer su gloria. Recuerda milagros realizados, como cruzar el mar y el río, demostrando que el mismo Dios sigue actuando a través del tiempo.
El salmista también reconoce que las dificultades son parte del proceso de crecimiento, comparándolas con la refinación de la plata. La experiencia personal en la oración revela que Dios escucha a quienes lo buscan con sinceridad y corazón puro. Esto nos inspira a confiar en Dios, incluso cuando no entendemos los caminos que él elige. Su fidelidad nunca falla.
El Salmo 66 nos invita a alabar, confiar y dar testimonio. Nos recuerda que las pruebas tienen un propósito, que la adoración debe ser sincera y que Dios es digno de nuestra gratitud y confianza.
Explicación del Salmo 66 versículo por versículo
Salmo 66:1-4
Al comienzo del Salmo, el autor invita a todas las naciones a adorar a Dios con alegría y reverencia. Destaca la grandeza del nombre y las obras del Señor, que inspiran temor incluso en los enemigos. La adoración no se limita a Israel, sino que está dirigida a todos los pueblos de la tierra.
Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra.
2 Cantad la gloria de su nombre;
Poned gloria en su alabanza.
3 Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras!
Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos.
4 Toda la tierra te adorará,
Y cantará a ti;
Cantarán a tu nombre. Selah (Salmo 66:1-4)
La palabra “Selah” sugiere una pausa para reflexionar. Este trozo muestra que Dios es digno de alabanza, y que su poder es visible en todo lo que él realiza en el mundo.
Salmo 66:5-7
5 Venid, y ved las obras de Dios,
Temible en hechos sobre los hijos de los hombres.
6 Volvió el mar en seco;
Por el río pasaron a pie;
Allí en él nos alegramos.
7 Él señorea con su poder para siempre;
Sus ojos atalayan sobre las naciones;
Los rebeldes no serán enaltecidos. Selah (Salmo 66:5-7)
El salmista invita al pueblo a observar y recordar las obras poderosas de Dios, como el cruce del Mar Rojo y del Jordán. Enfatiza que Dios actuó con tremendo poder a favor de los hijos de los hombres. Estos recuerdos fortalecen la fe y demuestran que Dios gobierna eternamente con autoridad, velando por las naciones. Los rebeldes, por arrogantes que sean, no escaparán a su mirada.
El mensaje es claro. Dios tiene el control de la historia e interviene poderosamente para salvar y guiar a su pueblo, exigiendo respeto y reverencia de todos los pueblos.
Salmo 66:8-9
8 Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
Y haced oír la voz de su alabanza.
9 Él es quien preservó la vida a nuestra alma,
Y no permitió que nuestros pies resbalasen. (Salmo 66:8-9)
En este segmento, el salmista nos invita a todos a exaltar a Dios por su constante cuidado de la vida humana. Reconoce que es Dios quien preserva el alma y mantiene nuestros pies firmes, impidiéndonos tropezar.
La expresión «no permitió que nuestros pies resbalasen» revela protección y estabilidad. Es una declaración de confianza y reconocimiento del sustento divino. Este pasaje enseña que debemos alabarlo no solo por las grandes victorias, sino también por su cuidado diario, por la vida y por la fuerza que nos mantiene en pie.
Salmo 66:10-12
10 Porque tú nos probaste, oh Dios;
Nos ensayaste como se afina la plata.
11 Nos metiste en la red;
Pusiste sobre nuestros lomos pesada carga.
12 Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra cabeza;
Pasamos por el fuego y por el agua,
Y nos sacaste a abundancia. (Salmo 66:10-12)
El salmista reconoce que Dios permite que las pruebas refinen a su pueblo, como la plata se purifica en el fuego. Habla de sufrimiento intenso, como estar atrapados en redes, con el peso sobre sus espaldas y ser dominados por otros. «Pasamos por fuego y por agua» simboliza experiencias extremas. Sin embargo, Dios los llevó a «abundancia», señal de libertad y alivio. Este pasaje muestra que Dios usa la aflicción como medio de crecimiento espiritual y purificación.
Las pruebas tienen un propósito y no son permanentes. El fin siempre es la redención y la bendición, que conducen al creyente a un lugar mejor.
Salmo 66:13-15
Aquí el salmista promete cumplir los votos hechos a Dios en tiempos de angustia, ofreciendo sacrificios en gratitud.
13 Entraré en tu casa con holocaustos;
Te pagaré mis votos,
14 Que pronunciaron mis labios
Y habló mi boca, cuando estaba angustiado.
15 Holocaustos de animales engordados te ofreceré,
Con sahumerio de carneros;
Te ofreceré en sacrificio bueyes y machos cabríos. Selah (Salmo 66:13-15)
Reconoce que, en tiempos difíciles, hizo promesas y ahora está dispuesto a honrarlas con ofrendas generosas. Los holocaustos simbolizan la entrega total y la adoración sincera. Este pasaje muestra la importancia de mantener la integridad espiritual mediante el cumplimiento de los votos. También enseña que la verdadera adoración implica compromiso y acción.
El salmista expresa su sumisión a Dios, mostrando que la fe no son solo palabras, sino acciones que demuestran reconocimiento por las bendiciones recibidas.
Salmo 66:16-17
16 Venid, oíd todos los que teméis a Dios,
Y contaré lo que ha hecho a mi alma.
17 A él clamé con mi boca,
Y fue exaltado con mi lengua. (Salmo 66:16-17)
El salmista invita a quienes temen a Dios a escuchar su testimonio personal. Comparte la respuesta de Dios a sus oraciones, ensalzando la fidelidad del Señor. Esto demuestra que la alabanza también se manifiesta a través del testimonio: compartir lo que Dios ha hecho en la vida de uno, fortalece la fe de los demás. Demuestra que se ha buscado a Dios con sinceridad y que Dios lo ha escuchado.
Este trozo enfatiza que la fe se fortalece en la comunión y que hay poder en compartir experiencias espirituales. Esta parte del salmo transforma la experiencia personal en edificación comunitaria y adoración colectiva.
Salmo 66:18-20
18 Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad,
El Señor no me habría escuchado.
19 Mas ciertamente me escuchó Dios;
Atendió a la voz de mi súplica.
20 Bendito sea Dios,
Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia. (Salmo 66:18-20)
El salmista reconoce que el pecado no confesado impide que la oración sea escuchada. Enfatiza la necesidad de un corazón puro ante Dios. Sin embargo, afirma que fue escuchado porque Dios conocía su sinceridad.
El salmo termina con gratitud: Dios no rechazó su oración ni retiró su misericordia. Este pasaje final enseña que la comunión con Dios requiere arrepentimiento, y que quienes verdaderamente lo buscan reciben misericordia. Es una poderosa declaración de confianza, que reafirma la fidelidad de Dios al responder a quienes claman con sinceridad.
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