El discernimiento espiritual: qué es y cómo desarrollarlo


Tener discernimiento es entender y distinguir lo que está bien y lo que está mal. Es muy importante que sepamos diferenciar entre lo que viene de Dios y lo que viene del maligno para que no nos dejemos engañar. Sin embargo, para poder hacerlo, necesitamos tener a Jesús en nuestra vida. Cuando lo conocemos a él, nuestros ojos espirituales se abren, permitiéndonos ver con claridad lo que está alineado con Dios y lo que no.

Todo cristiano necesita aprender a discernir para no caer en las trampas del enemigo. Sin embargo, hay un don específico dado por Dios, llamado el don de discernimiento de espíritus. Dios da ese don a algunos hijos suyos, capacitándolos para distinguir el tipo de espíritu que está actuando o manifestándose en un momento específico. Ese don está muy unido a los dones de sabiduría y conocimiento.

Como hijos de Dios, vivimos en medio de una guerra espiritual. Necesitamos tener nuestros ojos espirituales bien abiertos para no dejarnos engañar por el enemigo. Para desarrollar nuestro discernimiento espiritual, debemos buscar la dirección de Dios cada día en oración y leer su Palabra para recibir dirección y sabiduría. También es importante dejarnos guiar por el Espíritu Santo, aprendiendo a entender su mover en nuestros corazones.

El discernimiento viene de Dios. Por lo tanto, es el Espíritu Santo el que nos capacita para aprender a distinguir lo que sucede en el plano espiritual. Con su guía aprendemos a ser sensibles para darnos cuenta si algo es verdaderamente de Dios o si es un engaño del enemigo de las almas.

Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
(1 Corintios 2:14)

Estudio bíblico sobre el discernimiento

Qué es el discernimiento

Discernir es distinguir o diferenciar algo. El discernimiento nos ayuda a entender si algo es bueno o malo en esencia, enseñándonos a distinguir lo que viene de Dios y lo que no. El discernimiento nos da sabiduría para tomar decisiones guiadas por Dios. También nos ayuda a estar atentos ante las trampas del enemigo para no dejarnos engañar o confundir por él.

Qué significa tener discernimiento espiritual

Tener discernimiento espiritual es ver más allá de lo que podemos ver con nuestros ojos físicos. Es saber distinguir entre la verdad de Dios y los engaños del diablo. Quien tiene discernimiento se enfoca en Dios, en su poder y en su voluntad. Su mirada no está fijada sobre lo que ve en el plano físico, sino que se enfoca en lo que Dios está haciendo o quiere hacer en el plano espiritual.

Saber discernir es señal de madurez en el Señor.

Pero el alimento sólido es para los maduros; para los que, por la práctica, tienen los sentidos entrenados para discernir entre el bien y el mal.
(Hebreos 5:14)

La importancia de tener discernimiento y vencer la ceguera espiritual

Tener solo una visión exclusivamente terrenal de la vida es lo mismo que estar espiritualmente ciego. La ceguera espiritual es mucho peor que la ceguera física. La ceguera espiritual abre la puerta a la tentación (Génesis 3:6), la codicia (Josué 7:21), el pecado (Juan 9:40-41) y la oscuridad de la muerte.

Como ciegos palpamos la pared; andamos a tientas, como si no tuviéramos ojos. Tropezamos tanto al mediodía como al anochecer; estamos como muertos entre los robustos.
(Isaías 59:10)

Quien discierne, tiene los ojos espirituales bien abiertos y enfocados para poder darse cuenta de las trampas que el enemigo pone en su camino. Con sabiduría, escoge hacer lo que agrada a Dios.

El don del discernimiento de espíritus

El don del discernimiento de espíritus es, como todos los dones, un precioso regalo de Dios. Quien lo tiene, se mueve con paz, fe y certeza, porque puede sentir en su corazón que el Dios todopoderoso está en control de cada situación. Esa claridad en medio de la guerra espiritual en la que vivimos guía todo lo que hace.

Quien tiene el don de discernimiento de espíritus entiende el espíritu que está actuando detrás de una situación. Puede distinguir si es el Espíritu de Dios o un espíritu engañador. No se deja guiar por lo que ven sus ojos físicos, sino que logra entender lo que sucede en el plano espiritual, si algo viene de Dios o no.

Como todo cristiano, la persona que tiene el don del discernimiento debe mantener una relación bien estrecha y profunda con Dios. Este don debe ser cuidado y fortalecido a diario a través de la oración, el estudio de la Palabra de Dios y caminando en fe en comunión con el Espíritu Santo. Es así que se mantiene preparado y alerta para no dejarse engañar por los engaños sutiles del diablo.

Un caso bíblico: un ciego físico con discernimiento espiritual

En el Evangelio de Juan, capítulo 9, encontramos una historia interesante sobre la esencia del discernimiento espiritual y la resolución del problema (del pecado) o la ceguera espiritual. La historia nos enseña que todo gira en torno a conocer quién es Jesús y creer en él.

Este pasaje narra un episodio en el que Jesús había sanado a un hombre nacido ciego. En ese tiempo, era completamente desconocido que un adulto que nunca había visto antes pudiera volver a ver. Esto sorprendió a todos porque era una evidencia fuerte de que Jesús era el Hijo de Dios. Pero la gente más religiosa de aquella época no quiso ver esta verdad. Sin embargo, el hombre que había sido ciego entendió en su espíritu que Jesús era Dios.

Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si este no viniera de Dios, nada podría hacer. Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron.

Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.
(Juan 9:32-41)

Aquí vemos un contraste de actitudes. El hombre que nació ciego, pero pudo ver quién era realmente Jesús (Juan 9:33) tuvo una actitud diferente a la de los líderes religiosos del pueblo. Ellos afirmaban ver y saber todo, pero no tuvieron discernimiento para entender que Jesús era el Salvador enviado por Dios (Juan 9:34-41).

Después de su curación física, los fariseos interrogaron a aquel hombre. Ellos se enojaron al oírlo y lo expulsaron del templo. Esto significaba que estaba excluido de la comunidad religiosa de la sociedad. Pero Jesús salió a su encuentro y se le reveló. ¡El hombre creyó y adoró al Señor Jesús!

Este hombre entró en la historia como ciego y mendigo. Pero luego testificó sin temor las maravillas de Dios. Cuando confesó su fe en Jesús como su Señor y Dios, manifestando verdadera adoración, aquel hombre que había sido curado de la ceguera física también comenzó a discernir verdades espirituales.

La falta de discernimiento de los fariseos

Los líderes religiosos y los fariseos eran tan incrédulos que dudaban que Jesús fuera el Cristo de Dios. No admitieron que realmente hubiera sucedido ese gran milagro, por lo que investigaron la vida y los padres del hombre que acababa de ser curado. Tan ciegos estaban que querían que la historia de la curación fuera falsa, para poder exponer a Jesús como un charlatán e impostor.

Pero, a pesar de todo el conocimiento que tenían y de sus vidas dedicadas a la Ley de Dios, aquellos hombres eran los verdaderos ciegos de la historia. Teniendo la luz delante de ellos, prefirieron permanecer en la oscuridad. Con la mente cauterizada, no querían ver, ni lograban discernir, que Jesús era el Hijo de Dios, el Salvador prometido.

Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado.
(2 Corintios 3:14)

¿Cómo puedo desarrollar mi discernimiento espiritual?

No hay una receta específica para esto, pero una cosa es cierta: para desarrollar el discernimiento espiritual, debemos conocer bien a Dios. Al leer su Palabra y tener una relación íntima con Dios, comenzamos a entender cómo él habla, lo que ama, lo que detesta y lo que desea hacer en nosotros y en este mundo.

Acercándonos a Dios, crecemos en todas las áreas, incluido el discernimiento. Algunas acciones intencionales por nuestra parte pueden ayudarnos a mejorar nuestro entendimiento espiritual.

1. Ora y pídele a Dios que te dé discernimiento

El profeta Eliseo oró para que su siervo viera la dimensión espiritual:

Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
(2 Reyes 6:16-17)

El rey sirio rodeó con un ejército la ciudad para arrestar al profeta Eliseo. Su criado tenía miedo porque no conseguía ver que Dios estaba con ellos para liberarlos. Cuando Dios abre nuestros ojos espirituales, nuestro miedo desaparece, porque vemos que él está de nuestro lado para guiarnos y protegernos.

2. Busca a Dios para recibir inspiración y ayuda divina

Los que a él miran son iluminados; sus rostros no serán avergonzados.
(Salmo 34:5)

Podemos mirar a Dios a través de las Escrituras, a través de la oración, la meditación y la reflexión, practicando y obedeciendo todo lo que le agrada.

3. Haz como Job: persevera y prepárate para las aflicciones

De oídas había oído de ti, pero ahora mis ojos te ven.
(Job 42:5)

Para mejorar nuestra percepción del Señor, a veces él nos permite enfrentar luchas y sufrimientos en la vida. Al igual que Job, que llegó a conocer mejor a Dios después de sus pruebas, también nosotros lo veremos mejor si permanecemos fieles en las dificultades.

4. Mantén tu corazón puro y limpio

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
(Mateo 5:8)

Un corazón limpio y quebrantado recibe con alegría y expectativa el tratamiento de Dios. Ese corazón permite que Dios amplíe su visión espiritual a la vez que transforma el ser interior.

5. Permanece cerca de Jesús, escuchando su Palabra, incluso en los momentos difíciles

Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
(Lucas 24:31-32)

El dolor por perder al Maestro fue tan grande que afectó la perspectiva de los discípulos después de la muerte de Jesús. Pero ellos permanecieron en la fe, escucharon y caminaron con el Señor en el camino de Emaús, hasta que lo reconocieron en la mesa. Mantente conectado con Jesús a través de la Biblia y la oración.

Versículos sobre el discernimiento

Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él; habiendo sido iluminados los ojos de su entendimiento para que conozcan cuál es la esperanza a la que los ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la inmensurable grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la operación del dominio de su fuerza.
(Efesios 1: 17-19)

Porque a este es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.
(1 Corintios 12:8-10)

Y esta es mi oración: que su amor abunde aun más y más en conocimiento y en todo discernimiento para que aprueben lo mejor, a fin de que sean sinceros e irreprensibles en el día de Cristo,
(Filipenses 1:9-10)

Da, pues, a tu siervo un corazón que sepa escuchar, para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo. Porque, ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?
(1 Reyes 3:9)

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
(Romanos 12:2)

El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.
(Eclesiastés 8:5)

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