La Biblia enseña que la humildad puede traer bendiciones, restauración, salvación y llevarnos a desempeñar un papel significativo en el plan de Dios. La Palabra de Dios nos da hermosos ejemplos de personas que actuaron con humildad y fueron honradas por Dios.
1. Jesucristo
Jesús es el ejemplo supremo de humildad en la Biblia. Siendo Dios, no se aferró a su posición de poder, sino que eligió despojarse a sí mismo, tomando forma de siervo. Lo hizo por amor a la humanidad.
Jesús eligió vivir como hombre y morir en la cruz. En su gran humildad, se sometió a la voluntad del Padre de forma voluntaria. Su amor por cada uno de nosotros fue la base de sus decisiones. Siendo Dios, vivió humildemente como hombre y dio su vida para que nosotros podamos ser salvos por la eternidad.
En la Biblia, un notable ejemplo de la humildad de Jesús ocurrió cuando lavó los pies de sus discípulos. Al realizar esa acción y al aceptar ser crucificado, demostró de manera práctica el valor de la humildad en el servicio.
Ustedes me llaman Maestro, y Señor; y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Porque les he puesto el ejemplo, para que lo mismo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.
(Juan 13:13-15)
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2. Moisés
La Biblia describe a Moisés como el hombre más manso de la tierra (Números 12:3). Precisamente, su mansedumbre y su humildad delante de Dios lo convirtieron en un líder excepcional. Dios eligió a Moisés para una misión enorme: sacar al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto y guiarlo por el desierto hasta alcanzar la tierra prometida.
Moisés obedeció a Dios, siguió sus indicaciones y, aunque enfrentó retos y cometió varios errores, cumplió con su misión. Lo hizo, permaneciendo humilde ante Dios, recibiendo las instrucciones del Padre y actuando conforme a lo que Dios le indicaba.
Un ejemplo de humildad de Moisés en la Biblia lo encontramos justo en el momento de su llamamiento, en el libro de Éxodo, capítulo 3. Cuando Dios se le apareció en la zarza ardiente y lo llamó para liberar a los israelitas que se encontraban en esclavitud en Egipto, Moisés inicialmente dudó y se sintió incapaz para la tarea.
Por lo tanto, ven ahora, que voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los hijos de Israel.
Pero Moisés le respondió a Dios: ¿Y quién soy yo para ir ante el faraón y sacar de Egipto a los hijos de Israel?
Y Dios le respondió: Ve, pues yo estaré contigo.
(Éxodo 3:10-12a)
3. José, el carpintero
José, el padre adoptivo de Jesús, mostró humildad al aceptar a María como su esposa, aunque estaba embarazada. A pesar de sus dudas iniciales, José eligió someterse a la voluntad de Dios en humildad, obedeciendo y confiando que Dios tenía un plan bueno para ellos.
Al recibir la noticia del embarazo y no entender la situación, José no quiso exponer a María a la vergüenza pública.
El nacimiento de Jesucristo fue así: María, la madre de Jesús, estaba comprometida con José, pero antes de unirse como esposos se encontró que ella había concebido del Espíritu Santo. José, su marido, era un hombre justo y quiso dejarla secretamente, pues no quería denigrarla.
(Mateo 1:18-19)
Ese gesto refleja una actitud de humildad y consideración por los sentimientos de María, en lugar de buscar una solución pública que podía haberla perjudicado grandemente. Él podía haberla expuesto, pero cuando un ángel se le apareció en sueños y le explicó el plan divino, José aceptó la voluntad de Dios. Asumió en obediencia y con humildad su papel como padre adoptivo de Jesús.
4. El publicano
La historia o parábola del fariseo y el publicano, relatada por Jesús, refleja cuán importante es la humildad para Dios y cuánto valora a los que son humildes.
«Dos hombres fueron al templo a orar: uno de ellos era fariseo, y el otro era cobrador de impuestos. Puesto de pie, el fariseo oraba consigo mismo de esta manera: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, injustos y adúlteros. ¡Ni siquiera soy como este cobrador de impuestos! Ayuno dos veces a la semana, y doy la décima parte de todo lo que gano.” Pero el cobrador de impuestos, desde lejos, no se atrevía siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “Dios mío, ten misericordia de mí, porque soy un pecador.” Yo les digo que éste volvió a su casa justificado, y no el otro. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.»
(Lucas 18:10-14)
La parábola habla de dos hombres que fueron al templo a orar: un fariseo, un respetado fariseo o líder religioso, y un recaudador de impuestos, trabajo mal visto por la sociedad. Aunque ambos buscaban a Dios en oración, pero sus actitudes eran completamente opuestas.
El fariseo oraba de pie y se exaltaba, dando gracias a Dios porque no era un "pecador" como los demás, especialmente el recaudador de impuestos que estaba allí. Por su lado, el recaudador de impuestos, sintiéndose indigno, ni siquiera levantaba la vista. En humildad, se golpeaba el pecho y suplicaba: "¡Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador!".
Jesús recalcó el gran contraste entre ellos y afirmó que el recaudador de impuestos volvió justificado a su casa, pues ante Dios, el que se humilla es perdonado y enaltecido.
5. María, la madre de Jesús
Un ejemplo notable de humildad de María, la madre de Jesús, lo encontramos al leer el relato del anuncio del nacimiento de Cristo. María era muy joven, pero cuando el ángel Gabriel le anunció que concebiría y daría a luz al Hijo de Dios, ella respondió con humildad, madurez y sumisión.
María dijo entonces: «Yo soy la sierva del Señor. ¡Cúmplase en mí lo que has dicho!» Y el ángel se fue de su presencia.
(Lucas 1:38)
Ella podía haber reaccionado con miedo. Podía haberse negado o hasta exigir grandes cosas. Pero en su humildad, ella reconoció el privilegio tan grande que Dios le estaba dando al encomendarle ser la madre del Salvador del mundo. Ella eligió aceptar su encomienda con humildad y como una ofrenda de servicio a Dios.
Aprende más sobre la historia de María, madre de Jesús.
6. José de Egipto
José es un gran ejemplo de humildad en la Biblia. A pesar de todas las injusticias que sufrió debido a las acciones de sus hermanos y de otras personas, José permaneció fiel a Dios. Su humildad fue evidente cuando, estando en Egipto como esclavo y luego como gobernador, perdonó a sus hermanos por haberlo vendido.
Entonces José les dijo: «Acérquense a mí.»
Ellos se acercaron, y él les dijo: «Yo soy José, su hermano, el que ustedes vendieron a Egipto. Pero no se pongan tristes, ni lamenten el haberme vendido, porque Dios me envío aquí, delante de ustedes, para preservarles la vida.
(Génesis 45:4-5)
Él reconoció la mano de Dios en cada circunstancia de la historia de su vida. En lugar de amargarse, él eligió confiar en la soberanía de Dios, reconociendo que lo que Dios permite, resulta para nuestro bien al final.
Gracias a su humildad, él fue exaltado con el pasar de los años. Siendo gobernador, logró salvar a su familia y a muchas personas de la hambruna. Los beneficios de su obediencia humilde a la voluntad de Dios fueron la reconciliación con su familia, el perdón mutuo y el papel crucial de liderazgo que desempeñó frente a lo que podía haber sido una gran tragedia.
Lee más sobre la historia de José.
7. Abigail
Abigail es un ejemplo de humildad en la Biblia. Cuando su esposo Nabal rehusó ayudar a David, ella intervino humildemente. David estaba enojado, porque Nabal lo había menospreciado e insultado.
Con humildad, Abigail fue donde David y le llevó unos presentes. Eligió ser pacificadora, dejando de lado su orgullo. Su humildad evitó un conflicto innecesario, y como resultado, David la elogió y la tomó por esposa después de la muerte de Nabal.
Lee más sobre la historia de Abigail.
8. Rut
Rut era una mujer moabita que se había casado con un hombre de Belén de Judá. Cuando su marido, su suegro y su cuñado murieron, Rut mostró humildad al elegir quedarse al lado de su suegra, Noemí, para cuidar de ella. Esto implicó salir de su tierra, Moab, para ir con Noemí hasta su tierra de origen.
Al llegar a Belén, Rut tuvo que buscar trabajo para poder sustentarse y sustentar a su suegra. Comenzó a trabajar en la finca de un hombre rico llamado Booz. Al espigar en los campos para proveer para Noemí, Rut atrajo la atención de Booz, quien se convirtió en su redentor y esposo. Los beneficios incluyeron seguridad, provisión y un lugar destacado en la genealogía de Jesús.
Conoce más sobre la historia de Rut.
9. Ester
Ester, una joven judía, se convirtió en reina en el imperio persa al casarse con el rey Asuero. Cuando el pueblo de Israel se vio amenazado de extinción, Ester estuvo dispuesta a arriesgar su vida con humildad para interceder ante el rey persa por su pueblo. Su humilde valentía resultó en la salvación de los judíos de la destrucción.
Ella no sabía cómo respondería el rey a su petición, pero se preparó en humildad ante Dios, haciendo un ayuno y convocando a todos a orar y ayunar. Dios los escuchó y el rey Asuero permitió que los judíos se defendieran de las agresiones.
Los beneficios fueron la preservación de la identidad de ellos como pueblo escogido y la influencia positiva de Ester en su historia.
Aprende más sobre Ester y su historia.
10. Pedro
Entonces Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: «Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y saliendo de allí, lloró amargamente.
(Mateo 26:75)
Pedro, después de negar a Jesús tres veces, fue suficientemente humilde como para reconocer su gran error y arrepentirse amargamente. Aunque le dolió mucho negar a Jesús, él no permaneció en la culpabilidad. Con humildad, reconoció su gran error, recibió el perdón y pasó a ser el gran apóstol, predicador del evangelio.
Jesús había advertido a Pedro, pero aun así, Pedro falló. Sin embargo, luego de la resurrección de Jesús, Pedro recibió el llamado de apacentar las ovejas en Juan 21:15-19. Ese encuentro con Jesús, marcó el comienzo de una nueva etapa en la vida de Pedro. Su arrepentimiento humilde los llevó a la restauración de su relación con Jesús y a su papel vital en la iglesia primitiva.
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11. Pablo
Pablo había sido un gran perseguidor de la iglesia. Bajo sus órdenes, muchos sufrieron gran persecución y hasta la muerte. Pero luego de su encuentro con Jesús, yendo camino a Damasco, Pablo reconoció su naturaleza pecaminosa con humildad, llamándose a sí mismo el “principal de los pecadores”. Esa humildad le permitió comprender la gracia de Dios y convertirse en un poderoso apóstol.
Esta palabra es fiel y digna de ser recibida por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
(1 Timoteo 1:15)
De perseguidor, Pablo pasó a ser un misionero de Jesús, llevando su mensaje de salvación dondequiera que iba. En humildad, dejó atrás su pasado y permitió que Dios lo usara como instrumento precioso, llevando el evangelio a toda criatura.
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12. Zaqueo
Zaqueo, un cobrador de impuestos, actuó con humildad al buscar ver a Jesús. Él quiso escuchar a Jesús, deseaba conocer la verdad y por eso, buscó reunirse con él. Su humildad resultó en salvación, pues Jesús lo reconoció y dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa.”
Pero Zaqueo se puso de pie y le dijo al Señor: «Señor, voy a dar ahora mismo la mitad de mis bienes a los pobres. Y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces más lo defraudado.»Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues este hombre también es hijo de Abrahán.
(Lucas 19:8-9)
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Lo que la Biblia dice sobre la humildad
La Biblia destaca la humildad como una virtud esencial. En Proverbios 22:4, enseña que si si¡on humildes, el Señor recompensa a los que le temen con riqueza, honra y vida. La Biblia enseña que la humildad es fundamental para las relaciones saludables, el crecimiento espiritual y para recibir el favor de Dios.
Ser humilde es entender tu verdadero valor. Dios te ama porque él te creó, no por tu apariencia ni por lo que haces. La humildad es reconocer que tus éxitos provienen de Dios y que él es quien te capacita.
Por la gracia que me es dada, digo a cada uno de ustedes que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con sensatez, según la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
(Romanos 12:3)
La humildad es no creerse superior a los demás. Cada persona es importante para Dios. Ser humilde es reconocer el valor de cada persona y no tener vergüenza de relacionarse con personas de diferentes condiciones.
Que haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres;
(Filipenses 2:5-7)
Somos llamados a seguir el ejemplo de humildad de Jesús, estando dispuestos a servir a otros. Jesús fue humilde. Él no vino para ser tratado como una celebridad, sino para trabajar por el bien de los demás. Humildad es seguir el ejemplo de Jesús.
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