María, la madre de Jesús, recibió una misión muy especial: cuidar del salvador del mundo durante su infancia, junto con José. Ella era joven, pero aceptó el reto. María quedó embarazada siendo virgen y dio a luz a Jesús en un establo. Vio las señales de que él sería importante y las guardó en su corazón.
Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
(Lucas 1:26-28)
El nacimiento de Jesucristo fue así: Su madre María estaba desposada con José; y antes de que se unieran se halló que ella había concebido del Espíritu Santo.
(Mateo 1:18)
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
(Lucas 1:30-33)
Entonces José también subió desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que se llama Belén, porque él era de la casa y de la familia de David, para inscribirse con María, su esposa, quien estaba encinta.
Aconteció que, mientras ellos estaban allí, se cumplieron los días de su alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no había lugar para ellos en el mesón.
(Lucas 2:4-7)
Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.
(Lucas 2:34-35)
Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
(Lucas 2:19)
Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor;
Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso;
Santo es su nombre,
Y su misericordia es de generación en generación
A los que le temen.
Hizo proezas con su brazo;
Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó de los tronos a los poderosos,
Y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes,
Y a los ricos envió vacíos.
Socorrió a Israel su siervo,
Acordándose de la misericordia
De la cual habló a nuestros padres,
Para con Abraham y su descendencia para siempre.
(Lucas 1:46-55)
Cuando lo vieron se maravillaron, y su madre le dijo: Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? He aquí, tu padre y yo te buscábamos con angustia.
Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que en los asuntos de mi Padre me es necesario estar?
Pero ellos no entendieron el dicho que les habló. Descendió con ellos y fue a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.
(Lucas 2:48-51)
¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene este todas estas cosas?
(Mateo 13:55-56)
Entonces fueron su madre y sus hermanos, y quedándose fuera enviaron a llamarle. Mucha gente estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: Mira, tu madre, tus hermanos y tus hermanas te buscan afuera.
Él, respondiendo, les dijo: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: ¡He aquí mi madre y mis hermanos! Porque cualquiera que hace la voluntad de Dios, este es mi hermano, mi hermana y mi madre.
(Marcos 3:31-35)
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María esposa de Cleofas y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien amaba de pie junto a ella, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
Después dijo al discípulo: He ahí tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
(Juan 19:25-27)
Todos estos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.
(Hechos 1:14)
Y como faltó el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
Jesús le dijo: ¿Qué tiene que ver eso conmigo y contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.
Su madre les dijo a los que servían: Hagan todo lo que él les diga.
(Juan 2:3-5)
María presenció el ministerio de Jesús. Después de la resurrección de Jesús, ella y sus otros hijos se unieron a los demás discípulos en su labor de proclamar el evangelio y orar. María nunca buscó atención, adoración ni gloria. Ella sabía que todo el honor y la gloria pertenecen a Jesús.
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