19 versículos sobre el fin del mundo


El fin del mundo ocurrirá cuando Jesús regrese. Ese día, el mundo entero será destruido y nada sobrevivirá. Pero Jesús llevará a los salvos al cielo para vivir con él para siempre. Los no salvos serán juzgados y los condenados irán al lago de fuego, junto con el diablo.

Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
(2 Pedro 3:10)

He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores.
(Isaías 13:9)

El fin de los tiempos será terrible. Dios castigará todo pecado. Habrá miedo y pánico, terremotos, señales en el cielo y los elementos serán destruidos por el fuego. Nadie podrá escapar del juicio de Dios. Pero para los salvos, el fin del mundo será un día de esperanza, porque finalmente estaremos con Dios por la eternidad.

Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
(Apocalipsis 6:12-13)

E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. (Mateo 24:29)

E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
(Mateo 24:29)

Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
(Lucas 21:25-26)

También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita.
(2 Timoteo 3:1-5)

Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,
(1 Tesalonicenses 5:4-9)

pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.
(2 Pedro 3:7)

Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
(2 Pedro 3:11-12)

En cuanto a los tiempos y las ocasiones, no hace falta, hermanos míos, que yo les escriba. Ustedes saben perfectamente que el día del Señor llegará como ladrón en la noche; De repente, cuando la gente diga: «Paz y seguridad», les sobrevendrá la destrucción, como le llegan a la mujer encinta los dolores, y no escaparán. Pero ustedes, hermanos, no viven en tinieblas, como para que ese día los sorprenda como un ladrón, sino que todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día. No somos de la noche ni de la oscuridad,
(1 Tesalonicenses 5:1-5)

En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles de los cielos. Solo mi Padre lo sabe.
(Mateo 24:36)

Por lo tanto, manténganse siempre atentos, y oren para que se les considere dignos de escapar de todo lo que habrá de suceder, y de presentarse ante el Hijo del Hombre.
(Lucas 21:36)

Ya está cerca el gran día del Señor. Ya está cerca, muy cerca. Será un día de amargura y de gran estrépito, en el que hasta los valientes pedirán ayuda. Será un día de ira, de angustia y de estrechez; día de alboroto y destrucción, día de oscuridad y tinieblas, día nublado y sombrío, día de sonido de trompetas, de gritos de guerra contra las ciudades fortificadas y contra las desafiantes torres.
Yo afligiré a los mortales. Por haber pecado contra mí andarán como ciegos; su sangre será esparcida como el polvo, y su carne será como estiércol.
En el día de la ira del Señor, nada podrá librarlos. Ni su plata ni su oro, porque toda la tierra será consumida por el fuego de su enojo. En un abrir y cerrar de ojos, el Señor destruirá a todos los habitantes de la tierra.
(Sofonías 1:14-18)

Así fue expulsado el gran dragón, que es la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y que engaña a todo el mundo. Él y sus ángeles fueron arrojados a la tierra.
(Apocalipsis 12:9)

En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo. Solo el Padre lo sabe.
(Marcos 13:32)

Vi entonces un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, y el mar tampoco existía ya. Vi también que la ciudad santa, la nueva Jerusalén, descendía del cielo, de Dios, ataviada como una novia que se adorna para su esposo. Entonces oí que desde el trono salía una potente voz, la cual decía: «Aquí está el tabernáculo de Dios con los hombres. Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor; porque las primeras cosas habrán dejado de existir.
El que estaba sentado en el trono dijo: «Mira, yo hago nuevas todas las cosas.» Y me dijo: «Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas.»
(Apocalipsis 21:1-5)

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
(Mateo 24:35)

Después de esto, derramaré mi espíritu sobre la humanidad entera, y los hijos y las hijas de ustedes profetizarán; los ancianos tendrán sueños, y los jóvenes recibirán visiones.
En aquellos días, también sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu. Y haré prodigios en el cielo y en la tierra, con sangre y fuego y columnas de humo.
El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que venga el día grande y terrible del Señor. Y todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo, y entre ellos estará el remanente al cual el Señor ha llamado, porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación, tal y como el Señor lo ha dicho.
(Joel 2:28-32)

Habrá impresionantes terremotos, y hambre y pestilencias en diferentes lugares; también sucederán cosas espantosas y habrá grandes señales del cielo.
(Lucas 21:11)

¿Cómo podemos prepararnos para el fin del mundo?

Nadie sabe cuándo ocurrirá el fin del mundo, y cuando llegue ese día, nadie podrá escapar. Lo único que podemos hacer para prepararnos es vivir para agradar a Dios. Fortalece tu relación con Dios, pasa tiempo con él y asegúrate de que has recibido a Jesús como tu Señor y Salvador.

Los salvos no deben temer el fin del mundo, porque Jesús ya llevó el castigo por nuestros pecados. Cuando lo terrenal termine y quede atrás, Dios juzgará a toda la humanidad y recompensará a los fieles.

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