El desierto es un lugar caluroso, árido y solitario. Quienes caminan por él sienten sed, hambre y calor. En el desierto, somos completamente vulnerables, sin poder escondernos. De igual manera, no podemos escondernos de Dios. Necesitamos ser vulnerables y depender completamente de él. Cuando lo hacemos, Dios obra milagros, proveyéndonos y transformando nuestro desierto en un lugar fértil y hermoso.
Habiéndose levantado muy de madrugada, todavía de noche, Jesús salió y se fue a un lugar desierto y allí oraba.
(Marcos 1:35)
Se alegrarán el desierto y el sequedal. Se regocijará el Arabá y florecerá como la rosa. Florecerá profusamente; se regocijará en gran manera, y cantará con júbilo. Le será dada la gloria del Líbano, la majestad del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria del SEÑOR, la majestad de nuestro Dios.
(Isaías 35:1-2)
Una voz proclama: “¡En el desierto preparen el camino del SEÑOR; enderecen calzada en la soledad para nuestro Dios! ¡Todo valle será rellenado, y todo monte y colina rebajados! ¡Lo torcido será convertido en llanura, y lo escabroso en amplio valle! Entonces se manifestará la gloria del SEÑOR, y todo mortal juntamente la verá; porque la boca del SEÑOR ha hablado”.
(Isaías 40:3-5)
En aquellos días apareció Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea y diciendo: “¡Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado!”. Pues este es aquel de quien fue dicho por medio del profeta Isaías:
(Mateo 3:1-3)

El SEÑOR tu Dios te ha bendecido en toda la obra de tus manos. Él conoce tu caminar por este gran desierto. El SEÑOR tu Dios ha estado contigo estos cuarenta años, y ninguna cosa te ha faltado.
(Deuteronomio 2:7)
Partió las peñas en el desierto
y les dio a beber del gran abismo.
Sacó corrientes de la peña
e hizo descender aguas como ríos.
(Salmo 78:15-16)
Convierte el desierto en estanques de agua
y la tierra seca en manantiales.
Allí establece a los hambrientos
y fundan una ciudad en que habitar.
Siembran campos, plantan viñas
y logran abundante fruto.
Los bendice, y se multiplican en gran manera;
y no deja que disminuya su ganado.
(Salmo 107:35-38)
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
(Mateo 4:1)
Él les dijo: Vengan ustedes aparte a un lugar desierto, y descansen un poco.
Porque eran muchos los que iban y venían, y ni siquiera tenían oportunidad para comer.
(Marcos 6:31)
Acuérdate de todo el camino por donde te ha conducido el SEÑOR tu Dios estos cuarenta años por el desierto, con el fin de humillarte y probarte, para saber lo que estaba en tu corazón, y si guardarías sus mandamientos o no.
(Deuteronomio 8:2)
Todos los hijos de Israel se quejaron contra Moisés y Aarón; toda la congregación les dijo: ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá hubiéramos muerto en este desierto! ¿Por qué nos trae el SEÑOR a esta tierra para caer a espada? ¿Para que nuestras mujeres y nuestros pequeños sean una presa? ¿No nos sería mejor volver a Egipto?
(Números 14:2-3)
Entonces el SEÑOR habló a Moisés y a Aarón diciendo: ¿Hasta cuándo he de soportar a esta perversa congregación que se queja contra mí? ¡Yo he oído las quejas que los hijos de Israel hacen contra mí! Diles: “¡Vivo yo, dice el SEÑOR, si no hago con ustedes conforme a lo que han hablado a mis oídos! En este desierto caerán sus cadáveres, todos los que fueron contados en su censo, de veinte años para arriba, y que han murmurado contra mí.
(Números 14:26-29)
En cuanto a ustedes, sus cadáveres caerán en este desierto. Sus hijos andarán errantes en el desierto durante cuarenta años. Ellos llevarán la paga de las infidelidades de ustedes hasta que sus cadáveres sean consumidos en el desierto. Conforme al número de los cuarenta días en que exploraron la tierra, cargarán con sus iniquidades durante cuarenta años: un año por cada día. Así conocerán mi disgusto”. Yo, el SEÑOR, he hablado; ciertamente esto haré a toda esta perversa congregación que se ha reunido contra mí. En este desierto serán consumidos, y aquí morirán.
(Números 14:32-35)
El SEÑOR, su Dios, quien va delante de ustedes, él combatirá por ustedes de la manera que lo hizo por ustedes en Egipto ante sus propios ojos, como también en el desierto, donde han visto que el SEÑOR su Dios los ha traído, como trae un hombre a su hijo, por todo el camino que han andado, hasta que han llegado a este lugar’.
(Deuteronomio 1:30-31)
¡Cuántas veces lo amargaron en el desierto;
lo entristecieron en la sequedad!
(Salmo 78:40)
Sobre las cumbres áridas abriré ríos, y manantiales en medio de los valles. Convertiré el desierto en lagunas, y la tierra reseca en fuentes de agua. Haré crecer en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos. Pondré en la región árida cipreses, olmos y abetos, para que vean y conozcan; para que juntos reflexionen y entiendan que la mano del SEÑOR ha hecho esto, y que el Santo de Israel lo ha creado.
(Isaías 41:18-20)
He aquí que yo hago una cosa nueva; pronto surgirá. ¿No la conocerán? Otra vez les haré un camino en el desierto, y ríos en el sequedal. Los animales del campo me honrarán; también los chacales y los avestruces. Porque daré aguas en el desierto y ríos en el sequedal para dar de beber a mi pueblo escogido. Este es el pueblo que yo he formado para mí; ellos proclamarán mi alabanza
(Isaías 43:19-21)
Así ha dicho el SEÑOR: Cuando Israel iba en pos de su reposo, el pueblo que había sobrevivido de la espada halló gracia en el desierto”.
(Jeremías 31:2)
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
(Juan 6:31)
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