Salomón es conocido como el hombre más sabio del mundo. Su sabiduría no vino del esfuerzo humano, sino de una petición sincera a Dios. Al convertirse en rey de Israel después de su padre David, comprendió el gran desafío de gobernar al pueblo escogido. En lugar de pedir riquezas, fama o victoria sobre enemigos, Salomón pidió sabiduría para discernir entre el bien y el mal. Esta petición revela humildad y dependencia de Dios en sus decisiones.
El pasaje donde está escrito que Salomón pidió sabiduría a Dios se encuentra en 1 Reyes 3:5-12 y en 2 Crónicas 1:7-12. En Gabaón, el Señor se le apareció a Salomón en un sueño y le dijo: “Pide lo que quieras que yo te dé.” Ante esta oportunidad única, el joven rey reconoció su limitación y responsabilidad como sucesor de David. Él dijo: “yo soy muy joven y no sé cómo salir ni entrar.” (1 Reyes 3:7). Por eso pidió a Dios “un corazón que sepa escuchar, para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo.” (1 Reyes 3:9).
Dios se agradó profundamente de esta petición, pues Salomón no pidió riqueza, gloria o la muerte de sus enemigos, sino sabiduría para gobernar con justicia. El Señor respondió: “yo te daré un corazón sabio y entendido, tal que no ha habido antes de ti otro como tú ni después de ti se levantará otro como tú.” (1 Reyes 3:12). Además, Dios le concedió riquezas y honra, mostrando que la sabiduría es la base de todas las bendiciones.
Los frutos de la sabiduría se manifestaron en su reinado. Tuvo paz, prosperidad y el respeto de todas las naciones (1 Reyes 4:29-34). La sabiduría divina lo guio en juicios justos, como en el famoso caso de las dos mujeres que se disputaban un bebé (1 Reyes 3:16-28).
Tal como hizo Salomón, también podemos pedir sabiduría a Dios, pues la Biblia promete: “si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos con liberalidad” (Santiago 1:5). Dios sigue respondiendo a los corazones humildes y sinceros que buscan discernimiento para vivir conforme a su voluntad.
Tú también puedes pedir sabiduría, tal como lo hizo Salomón
Así como el rey Salomón le pidió sabiduría a Dios para gobernar con justicia y entendimiento, nosotros también podemos buscar esa misma sabiduría para conducir nuestras vidas con equilibrio y discernimiento.
La sabiduría que viene de Dios no es solo conocimiento intelectual, sino entendimiento espiritual. Este nos ayuda a actuar con amor, justicia y prudencia en todas las situaciones. La Biblia nos anima:
Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios —quien da a todos con liberalidad y sin reprochar— y le será dada.
(Santiago 1:5)
Pedir sabiduría a Dios es reconocer nuestra limitación y dependencia de él. Es admitir que necesitamos su orientación para tomar decisiones correctas, tratar con las personas y enfrentar desafíos diarios.
3 puntos prácticos para pedirle sabiduría a Dios:
- Ora diariamente: pide a Dios dirección antes de cada decisión, grande o pequeña, confiando en que él revelará el camino correcto en el momento indicado.
- Lee la Palabra: estudia Proverbios y Santiago. La sabiduría de Dios está revelada en las Escrituras y transforma nuestra mente y corazón.
- Practica la humildad: reconoce que no lo sabes todo y mantente dispuesto a aprender de Dios y de las experiencias de la vida.
La sabiduría celestial trae paz al corazón, fortalece nuestras relaciones y nos ayuda a reflejar el carácter de Cristo en el mundo.
Los frutos de la sabiduría generan humildad, prudencia, paciencia, justicia y una vida guiada por el Espíritu Santo. Una persona sabia inspira a otros, construye puentes de entendimiento y siembra paz a su alrededor.
Pasajes donde Salomón le pide sabiduría a Dios
1 Reyes 3: Salomón pide sabiduría para gobernar
Salomón emparentó con el faraón, rey de Egipto, porque tomó a la hija del faraón y la trajo a la Ciudad de David, mientras acababa de edificar su casa, la casa del SEÑOR y los muros alrededor de Jerusalén.
2 Hasta entonces el pueblo ofrecía sacrificios en los lugares altos, porque en aquellos tiempos no había sido edificada una casa al nombre del SEÑOR. 3 Salomón amaba al SEÑOR y caminaba en los estatutos de su padre David; solo que sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
4 Entonces el rey fue a Gabaón, que era el lugar alto principal, para ofrecer sacrificios allí. Salomón ofreció mil holocaustos sobre aquel altar. 5 En Gabaón el SEÑOR se apareció a Salomón en el sueño de la noche. Y le dijo Dios:
—Pide lo que quieras que yo te dé.
6 Y Salomón respondió:
—Tú has mostrado gran misericordia a tu siervo David, mi padre, porque él anduvo delante de ti con fidelidad, con justicia y con rectitud de corazón para contigo.Tú le has conservado esta gran misericordia y le has dado un hijo que se siente en su trono, como en este día. 7 Y ahora, oh SEÑOR, Dios mío, tú has constituido a tu siervo rey en lugar de mi padre David, a pesar de que yo soy muy joven y no sé cómo salir ni entrar. 8 Tu siervo está en medio de tu pueblo al cual escogiste; un pueblo tan numeroso que por su multitud no se puede contar ni se puede numerar. 9 Da, pues, a tu siervo un corazón que sepa escuchar, para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo. Porque, ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?
10 Pareció bien al Señor que Salomón pidiera esto. 11 Y Dios le dijo:
—Porque has pedido esto, y no has pedido para ti muchos años ni has pedido para ti riquezas ni has pedido la vida de tus enemigos, sino que has pedido para ti discernimiento para administrar justicia, 12 he aquí que yo haré conforme a tus palabras. He aquí que yo te daré un corazón sabio y entendido, tal que no ha habido antes de ti otro como tú ni después de ti se levantará otro como tú. 13 Y también te daré las cosas que no has pedido: riquezas y gloria tales que no haya nadie como tú entre los reyes en todos tus días. 14 Y si andas en mis caminos, guardando mis leyes y mis mandamientos, como anduvo tu padre David, yo prolongaré tus días.
15 Cuando Salomón despertó, he aquí que había sido un sueño. Entonces volvió a Jerusalén, se puso de pie delante del arca del pacto del Señor, ofreció holocaustos e hizo sacrificios de paz. También dio un banquete a todos sus servidores.
Salomón revela sabiduría como juez
16 Por aquel entonces dos prostitutas vinieron al rey y se pusieron de pie delante de él. 17 Una de ellas dijo:
—¡Ay, señor mío! Esta mujer y yo habitábamos en la misma casa. Yo di a luz mientras estaba en la casa con ella. 18 Y sucedió que tres días después de mi parto, esta mujer también dio a luz. Las dos estábamos juntas, y nadie de fuera estaba con nosotras en casa; solo nosotras dos estábamos en casa. 19 Cierta noche murió el hijo de esta mujer, porque ella se recostó encima de él. 20 Entonces se levantó a medianoche, y estando yo, tu sierva, dormida, ella tomó a mi hijo de mi lado, y lo puso en su seno; y puso a su hijo muerto en mi seno. 21 Cuando me levanté por la mañana para dar de mamar a mi hijo, he aquí que estaba muerto. Pero lo observé bien por la mañana y he aquí que no era mi hijo, el que yo había dado a luz.
22 Entonces dijo la otra mujer:
—¡No! Sino que mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto.
Y la otra volvió a decir:
—¡No! Sino que tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive.
Así hablaban delante del rey. 23 Entonces el rey dijo:
—Esta dice: “Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto”; y la otra dice: “¡No! Sino que tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive”. 24 —Y el rey añadió—: ¡Tráiganme una espada!
Trajeron la espada ante el rey, 25 y enseguida dijo el rey:
—¡Partan al niño vivo en dos, y den la mitad a la una y la otra mitad a la otra!
26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey, porque sus entrañas se conmovieron por su hijo, y dijo:
—¡Ay, señor mío! Den a esta el niño vivo; no lo maten.
Pero la otra dijo:
—No será ni para mí ni para ti. Pártanlo.
27 El rey respondió diciendo:
—Den a aquella el hijo vivo. No lo maten; ella es su madre.
28 Todo Israel se enteró de la sentencia que había dado el rey, y tuvieron temor al rey, porque vieron que en él había sabiduría de Dios para administrar justicia.
(1 Reyes 3:1-28)
2 Crónicas 1: Salomón pide sabiduría para gobernar
Salomón hijo de David se afianzó en su reino. El SEÑOR su Dios estaba con él y lo engrandeció sobremanera. 2 Entonces Salomón habló a todo Israel: a los jefes de millares y de centenas, a los jueces y a todos los dirigentes de todo Israel, jefes de las casas paternas. 3 Salomón, y toda la congregación con él, fue al lugar alto que había en Gabaón; porque allí se encontraba el tabernáculo de reunión de Dios que Moisés, siervo del SEÑOR, había hecho en el desierto. 4 (Aunque David había subido el arca de Dios desde Quiriat-jearim al lugar que le había preparado, porque le había erigido una tienda en Jerusalén). 5 Y el altar de bronce que había hecho Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, estaba allí delante del tabernáculo del SEÑOR. Y Salomón y la congregación fueron a consultarle. 6 Salomón fue allí, ante el SEÑOR, al altar de bronce que estaba en el tabernáculo de reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos. 7 Aquella noche Dios se apareció a Salomón y le dijo:
—Pide lo que quieras que yo te dé.
8 Y Salomón respondió a Dios:
—Tú has mostrado gran misericordia a mi padre David, y a mí me has constituido rey en su lugar. 9 Ahora, oh SEÑOR Dios, sea confirmada tu palabra dada a mi padre David, porque tú me has constituido rey sobre un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra. 10 Ahora pues, dame sabiduría y conocimiento, para que yo pueda salir y entrar delante de este pueblo. Porque, ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?
11 Entonces Dios dijo a Salomón:
—Porque esto ha estado en tu corazón, y no has pedido riquezas ni posesiones ni gloria ni la vida de los que te aborrecen ni tampoco has pedido muchos años, sino que has pedido para ti sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo sobre el cual te he constituido rey, 12 te son dados sabiduría y conocimiento. Pero también te daré riquezas, posesiones y gloria tales como nunca sucedió con los reyes que fueron antes de ti ni sucederá así después de ti.
Prosperidad de Salomón
13 Salomón volvió a Jerusalén desde el lugar alto que estaba en Gabaón, de delante del tabernáculo de reunión, y comenzó a reinar sobre Israel.
14 Salomón también acumuló carros y jinetes. Tenía mil cuatrocientos carros y doce mil jinetes, que puso en las ciudades de los carros y en Jerusalén junto al rey.
15 El rey hizo que la plata y el oro fueran tan comunes en Jerusalén como las piedras, y que el cedro fuera tan abundante como los sicómoros que hay en la Sefela.
16 Los caballos de Salomón provenían de Egipto y de Coa. Los mercaderes del rey los adquirían en Coa al contado. 17 Cada carro que importaban de Egipto costaba seis kilos y medio de plata; y cada caballo, un kilo y medio. Y así los exportaban por medio de ellos, a todos los reyes de los heteos y a los reyes de Siria.
(2 Crónicas 1:1-17)
Lee también: