La parábola de la higuera estéril (con explicación)


Equipo de Bibliaon
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La parábola de la higuera estéril, conocida también como la parábola de la higuera sin fruto, es una historia que Jesús contó. La encontramos en Lucas 13:6-9. En realidad, la parábola habla de la bondad paciente de Dios. La historia cuenta de una higuera que no producía fruto y que iba a ser cortada, pero su cuidador le dio otra oportunidad.

Texto bíblico: La parábola de la higuera estéril

Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.
(Lucas 13:6-9)

El mensaje espiritual de la parábola es que, si no somos fructíferos, Dios, en su amor, nos da la oportunidad para empezar de nuevo y hacer lo correcto (dar buenos frutos). Dios quiere que nuestro arrepentimiento se refleje en nuestras actitudes. Quien ha recibido su amor y perdón, debe actuar con fe y justicia. Mostrar con hechos quién reina en su corazón. Pero, a veces, tardamos en producir el fruto que Dios desea. Él, con paciencia, espera y nos da oportunidades.

Esta parábola ilustra la paciencia y la misericordia de Dios, el dueño de la viña. Gracias a la intervención del viñador, Jesús, Dios da a las personas repetidas oportunidades para arrepentirse y vivir según su voluntad. Aunque tengamos defectos y a veces seamos infructuosos, el Señor sigue cuidándonos y amándonos. Él nos concede una nueva oportunidad de producir fruto en nuestro caminar de fe.

Seamos agradecidos por el tratamiento que Dios nos da y el tiempo que nos concede para producir los frutos esperados por él. Pero no nos durmamos ni ignoremos nuestra responsabilidad de dar fruto. El Señor es paciente, pero llegará el día en el que cortará todo árbol que no dé fruto.

Reflexiona sobre la idea resaltada en la historia de Jesús. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de producir frutos de arrepentimiento, fe y justicia en respuesta al amor y la gracia de Dios. Esto quiere decir que nuestro andar con Dios debe ser uno de crecimiento, uno que da frutos. Si decimos que somos del Señor, nuestros frutos darán evidencia de eso.

Crezcamos en nuestra fe, busquemos fortalecernos en el Señor cada día y no tardemos en dar fruto.

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