Un corazón lleno de ingratitud no reconoce el bien que le han hecho. Una persona ingrata no aprecia las bendiciones que ha recibido ni da gracias. En cambio, siempre se centra en los problemas y en las cosas que no ha recibido. La ingratitud es la puerta para la queja y la insatisfacción.
La Biblia nos dice que debemos estar siempre agradecidos con Dios. Son muchas las bendiciones que él nos da, y recordarlas, nos hace más felices y humildes. Rechacemos la ingratitud, no permitamos que nuestros corazones ignoren las abundantes bendiciones que Dios nos da. Quien es ingrato se enfoca en lo que no tiene, lo que no ha recibido, lo que le falta. Pero el corazón agradecido es uno que alaba a Dios por sus bondades y está feliz con su provisión.
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
(1 Tesalonicenses 5:18)
El pueblo de Israel, mientras vagaba por el desierto, eligió quejarse y ser ingrato. Se quejaron de la monotonía del trayecto, de la falta de variedad en el menú diario y la falta de agua en algunas ocasiones. Miraban atrás y, en lugar de ver la carga tan pesada de la esclavitud, los castigos y abusos sufridos, añoraban la comida de Egipto. En lugar de dar gracias a Dios porque ahora eran libres, se quejaban por todo. Un ejemplo claro de ingratitud.
Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos.
(Números 11:4-6)
Bien pronto olvidaron sus obras;
No esperaron su consejo.
Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto;
Y tentaron a Dios en la soledad.
(Salmo 106:13-14)
Cuarenta años estuve disgustado con aquella generación y dije: ‘Este pueblo se desvía en su corazón y no ha conocido mis caminos’.
(Salmo 95:10)
La ingratitud humana entristece el corazón de Dios y trae consecuencias fuertes para nosotros. Los que se quejaron en el desierto, no consiguieron entrar en la tierra prometida. El pueblo vagó por 40 años debido a la queja constante y la ingratitud. ¡No seamos como ellos! Seamos agradecidos y reconozcamos las bondades del Señor.
Bendice, oh alma mía, al SEÑOR
y no olvides ninguno de sus beneficios.
(Salmo 103:2)
Más bien, se olvidaron de sus obras; de las maravillas que les había mostrado.
(Salmo 78:11)
Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.
(Romanos 1:21)
Porque habrá hombres amantes de sí mismos y del dinero. Serán vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,
(2 Timoteo 3:2)
Pues, ¿quién te concede alguna distinción? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?
(1 Corintios 4:7)
Más bien, amen a sus enemigos y hagan bien y den prestado sin esperar ningún provecho. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y los perversos.
(Lucas 6:35)
No sea que cuando comas y te sacies, cuando edifiques buenas casas y las habites, cuando se multipliquen tus vacas y tus ovejas, cuando se multipliquen la plata y el oro, y cuando se multiplique todo lo que tienes, entonces se llegue a enaltecer tu corazón y te olvides del SEÑOR tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.
(Deuteronomio 8:12-14)
No se conformen a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
(Romanos 12:2)
no ceso de dar gracias por ustedes recordándoles en mis oraciones.
(Efesios 1:16)
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