Explicación del Salmo 116: qué daré al SEÑOR (estudio bíblico)


Equipo de Bibliaon
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El Salmo 116 es un cántico de gratitud y testimonio, escrito por un salmista anónimo que había sido librado de gran aflicción, quizá de una enfermedad o peligro de muerte. Reconoce que el Señor escuchó su clamor y respondió con misericordia, por lo que declara su amor y fe.

En la sección donde dice: “¿Qué daré al SEÑOR por todas sus bendiciones para conmigo?”, el salmista expresa reconocimiento y humildad, sabiendo que nada podrá retribuir plenamente al amor y a la bondad de Dios. Su respuesta es ofrecer adoración, gratitud y una vida dedicada al servicio divino. Esa pregunta nos invita a reflexionar sobre cómo debemos responder a la gracia de Dios, no solo con palabras, sino con actitudes de fidelidad y obediencia.

Al afirmar que “estimada es en los ojos del SEÑOR la muerte de sus fieles”, el texto no dice que Dios tenga placer en la muerte, sino que él da valor a la vida de los justos. Cada siervo fiel es precioso para el Señor, y nada en su vida o muerte es insignificante para él.

El Salmo 116 nos enseña que la fe transforma el sufrimiento en alabanza, el dolor en aprendizaje y la liberación en testimonio. Así, somos llamados a vivir con confianza, gratitud y obediencia, recordando que Dios cuida de los que le aman y está presente en cada detalle de nuestra existencia.

Explicación del Salmo 116 versículo a versículo

Salmo 116:1-4: El Señor oyó mi súplica

Amo al SEÑOR, pues ha escuchado mi voz y mis súplicas, porque ha inclinado a mí su oído. Por tanto, le invocaré todos mis días. Me rodearon las ataduras de la muerte; me encontraron las angustias del Seol. En angustia y en dolor me encontraba. Entonces invoqué el nombre del SEÑOR diciendo: “¡Libra, oh SEÑOR, mi vida!”.
(Salmo 116:1-4)

El salmista comienza declarando su amor por Dios, no por emoción, sino por experiencia personal: Dios le escuchó en su dolor. Había enfrentado situaciones de desesperación, sintiéndose rodeado por la muerte y dominado por la tristeza. Sin embargo, al clamar, Dios le escuchó. Esta actitud revela fe y dependencia total del Señor.

Cuando la vida parece asfixiar, el mejor camino es la oración sincera. El salmista nos enseña que Dios no ignora el clamor de quien le busca con fe.

Debemos cultivar una relación de confianza con Dios, recordando que él escucha y responde en el tiempo justo. Incluso en medio de la angustia, nuestra esperanza debe estar cimentada en la fidelidad divina.

Salmo 116:5-9: La bondad y misericordia de Dios

Clemente y justo es el SEÑOR; sí, misericordioso es nuestro Dios.
El SEÑOR guarda a los ingenuos; estaba yo postrado, y él me salvó.
Vuelve, oh alma mía, a tu reposo porque el SEÑOR te ha favorecido.
Porque tú has librado mi vida de la muerte, mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída.
Andaré delante del SEÑOR en la tierra de los vivientes.
(Salmo 116:5-9)

En esta sección, el salmista reconoce los atributos de Dios: justo, misericordioso y protector. Se ve como alguien sencillo y vulnerable, pero que experimentó el cuidado de él.

Dios no abandona a los humildes. Él sostiene y restaura. Tras ser librado, el salmista habla con su propia alma, invitándola al descanso y a la paz, porque Dios fue fiel. La liberación no es solo física, sino también espiritual y emocional. “Andaré delante del Señor” muestra su compromiso de vivir de manera agradecida y obediente.

Él reconoce la bondad de Dios y responde con una vida llena de gratitud. Dios cuida de los que confían en él y transforma el sufrimiento en testimonio.

Salmo 116:10-14: ¿Qué daré al Señor?

El salmista afirma que su fe le sostuvo en medio de la aflicción. Aun dudando o sintiendo decepción con los hombres, continuó creyendo en Dios.

Creí; por tanto, hablé estando afligido en gran manera.
Y dije en mi apresuramiento: “Todo hombre es mentiroso”.
¿Qué daré al SEÑOR por todas sus bendiciones para conmigo?
Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del SEÑOR.
Cumpliré mis votos al SEÑOR delante de todo su pueblo.
(Salmo 116:10-14)

La pregunta “¿Qué daré al Señor?”, expresa humildad y reconocimiento. No hay forma de retribuir completamente al amor divino, pero es posible ofrecer gratitud y obediencia. Alzar la copa de la salvación significa aceptar y celebrar la liberación recibida, reconociendo que todo proviene de Dios. Cumplir los votos delante del pueblo habla del testimonio público y el compromiso con la fe.

La verdadera gratitud se demuestra con acciones, adorando, sirviendo y honrando a Dios delante de los demás, reconociendo que todo lo que tenemos es de él.

Salmo 116:15-19: ¿Dios tiene placer en la muerte del justo?

Estimada es en los ojos del SEÑOR la muerte de sus fieles.
Escúchame, oh SEÑOR, porque yo soy tu siervo;
soy tu siervo, hijo de tu sierva. Tú rompiste mis cadenas.
Te ofreceré sacrificio de acción de gracias e invocaré el nombre del SEÑOR.
Cumpliré mis votos al SEÑOR delante de todo su pueblo en los atrios de la casa del SEÑOR, en medio de ti, oh Jerusalén. ¡Aleluya!
(Salmo 116:15-19)

El salmista concluye exaltando la fidelidad de Dios. La frase “estimada es en los ojos del Señor la muerte de sus fieles” no significa que Dios tenga deleite en la muerte del justo, sino que él valora la vida de cada uno de los que sufren por amor a él. Nada pasa desapercibido ante el Señor.

El salmista reafirma su entrega. “Soy tu siervo”, dice, reconociendo la liberación recibida. Promete adorar públicamente y ofrecer “sacrificios de acción de gracias”, expresión de gratitud sincera. El salmo termina con un llamado colectivo a la adoración.

Debemos vivir con gratitud y fidelidad, sabiendo que nuestras vidas están en las manos de un Dios que se interesa por nosotros y honra a los que le sirven.

Enseñanzas principales del Salmo 116

El Salmo 116 nos enseña sobre la gratitud, la fe y la fidelidad a Dios en medio de las dificultades. El salmista pasó por momentos de angustia y casi muerte, pero experimentó el socorro de Dios. Reconoce que Dios escucha el clamor sincero e interviene con misericordia, transformando el sufrimiento en motivo de alabanza.

El salmista, al preguntar “¿Qué daré al SEÑOR por todas sus bendiciones para conmigo?”, revela que la verdadera respuesta al amor de Dios es vivir en gratitud y obediencia, ofreciendo la propia vida como expresión de adoración.

El Salmo también enseña que Dios valora profundamente la vida de los justos. Él no se complace en la muerte, sino que considera valiosa la vida de quienes le sirven fielmente.

El Salmo 116 es un recordatorio de que debemos permanecer firmes en la fe, cumplir nuestros votos y vivir de modo que glorifique al Señor en todas las circunstancias.

Salmo 116 completo

Amo al SEÑOR, pues ha escuchado mi voz y mis súplicas, porque ha inclinado a mí su oído. Por tanto, le invocaré todos mis días. Me rodearon las ataduras de la muerte; me encontraron las angustias del Seol. En angustia y en dolor me encontraba. Entonces invoqué el nombre del SEÑOR diciendo: “¡Libra, oh SEÑOR, mi vida!”.
Clemente y justo es el SEÑOR; sí, misericordioso es nuestro Dios.
El SEÑOR guarda a los ingenuos; estaba yo postrado, y él me salvó.
Vuelve, oh alma mía, a tu reposo porque el SEÑOR te ha favorecido.
Porque tú has librado mi vida de la muerte, mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída.
Andaré delante del SEÑOR en la tierra de los vivientes.
Creí; por tanto, hablé estando afligido en gran manera.
Y dije en mi apresuramiento: “Todo hombre es mentiroso”.
¿Qué daré al SEÑOR por todas sus bendiciones para conmigo?
Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del SEÑOR.
Cumpliré mis votos al SEÑOR delante de todo su pueblo.
Estimada es en los ojos del SEÑOR la muerte de sus fieles.
Escúchame, oh SEÑOR, porque yo soy tu siervo;
soy tu siervo, hijo de tu sierva. Tú rompiste mis cadenas.
Te ofreceré sacrificio de acción de gracias e invocaré el nombre del SEÑOR.
Cumpliré mis votos al SEÑOR delante de todo su pueblo en los atrios de la casa del SEÑOR, en medio de ti, oh Jerusalén. ¡Aleluya!
(Salmo 116:1-19, versión RVR Actualizada 2015)

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