15 versículos sobre la sana doctrina cristiana


Una doctrina es una enseñanza fundamental. Las doctrinas de la Biblia nos enseñan sobre Dios, el pecado, el bien y el mal, Jesús, la salvación, la vida eterna y cómo deben vivir los cristianos. Cualquier enseñanza que se desvíe de la doctrina del evangelio es falsa. Las doctrinas falsas intentan engañar a las personas y alejarlas de la salvación en Jesús. Por eso, debemos analizar todo a la luz de la Palabra de Dios. Si alguna doctrina no concuerda con la Biblia, debemos rechazarla.

Pero habla tú lo que está de acuerdo con la sana doctrina;
(Tito 2:1)

Si expones estas cosas a los hermanos serás buen ministro de Jesucristo, nutrido de las palabras de la fe y de la buena doctrina, la cual has seguido de cerca. Desecha las fábulas profanas y de viejas, y ejercítate para la piedad.
(1 Timoteo 4:6-7)

Predica la palabra; mantente dispuesto a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende y exhorta con toda paciencia y enseñanza. Porque vendrá el tiempo cuando no soportarán la sana doctrina; más bien, teniendo comezón de oír, amontonarán para sí maestros conforme a sus propias pasiones y, a la vez que apartarán sus oídos de la verdad, se volverán a las fábulas.
(2 Timoteo 4:2-4)

Todo el que se extravía y no permanece en la doctrina de Cristo no tiene a Dios. El que permanece en la doctrina, este tiene al Padre y también al Hijo. (2 Juan 1:9)

Todo el que se extravía y no permanece en la doctrina de Cristo no tiene a Dios. El que permanece en la doctrina, este tiene al Padre y también al Hijo.
(2 Juan 1:9)

que sepa retener la palabra fiel conforme a la doctrina para que pueda exhortar con sana enseñanza y también refutar a los que se oponen.
(Tito 1:9)

Entre tanto que voy ocúpate en la lectura, en la exhortación y en la enseñanza.
(1 Timoteo 4:13)

No abandonen mi instrucción, porque yo les doy buena enseñanza.
(Proverbios 4:2)

Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra.
(2 Timoteo 3:16-17)

Esto, para que ya no seamos niños, sacudidos a la deriva y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia las artimañas del error, sino que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza: Cristo.
(Efesios 4:14-15)

Si alguien enseña algo diferente y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad se ha llenado de orgullo y no sabe nada. Más bien, delira acerca de controversias y contiendas de palabras, de las cuales vienen envidia, discordia, calumnias, sospechas perversas, y necias rencillas entre hombres de mente corrompida y privados de la verdad que tienen la piedad como fuente de ganancia.
(1 Timoteo 6:3-5)

Como te rogué cuando partí para Macedonia, quédate en Éfeso para que requieras a algunos que no enseñen doctrinas extrañas ni presten atención a fábulas e interminables genealogías que sirven más a especulaciones que al plan de Dios, que es por la fe.
(1 Timoteo 1:3-4)

Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus engañosos y a doctrinas de demonios. Con hipocresía hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia. Prohibirán casarse y mandarán abstenerse de los alimentos que Dios creó para que, con acción de gracias, participasen de ellos los que creen y han conocido la verdad.
(1 Timoteo 4:1-3)

Estoy asombrado de que tan pronto se estén apartando del que los llamó por la gracia de Cristo, para ir tras un evangelio diferente. No es que haya otro evangelio, sino que hay algunos que los perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero aun si nosotros mismos o un ángel del cielo les anunciara un evangelio diferente del que les hemos anunciado, sea anatema. Como ya lo hemos dicho, ahora mismo vuelvo a decir: Si alguien les está anunciando un evangelio contrario al que recibieron, sea anatema.
(Gálatas 1:6-9)

Por tanto, Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía sino de aquel que me envió.
(Juan 7:16)

Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones.
(Hechos 2:42)

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