19 versículos de agradecimiento a Dios por la familia


La familia es una hermosa bendición de Dios. ¡Es tan lindo poder disfrutar de momentos agradables junto a aquellos que amamos! La idea de Dios ha sido que nazcamos y crezcamos dentro de una familia para que, entre otras cosas, aprendamos lo que significan el amor, el respeto y el trabajar juntos por el bienestar de otras personas.

Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes.
(Filipenses 1:3)

Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa. Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud. Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas. No serán avergonzados por sus enemigos cuando litiguen con ellos en los tribunales.
(Salmo 127:3-5)

Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras.
(Santiago 1:17)

Anímense unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. Canten y alaben al Señor con el corazón, dando siempre gracias a Dios el Padre por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
(Efesios 5:19-20)

Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos.
(Salmo 103:17)

La corona del anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres.
(Proverbios 17:6)

Los que viven, y solo los que viven, son los que te alaban, como hoy te alabo yo.Todo padre hablará a sus hijos acerca de tu fidelidad.
(Isaías 38:19)

Tributen al Señor, familias de los pueblos, tributen al Señor la gloria y el poder.
(1 Crónicas 16:28)

Siempre doy gracias a Dios por ustedes, pues él, en Cristo Jesús, les ha dado su gracia.
(1 Corintios 1:4)

¿Cómo podemos agradecer bastante a nuestro Dios por ustedes y por toda la alegría que nos han proporcionado delante de él?
(1 Tesalonicenses 3:9)

Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los santos, no he dejado de dar gracias por ustedes al recordarlos en mis oraciones.
(Efesios 1:15-16)

Es cierto que nuestra familia está compuesta por personas imperfectas como nosotros. Por diversas razones, a veces no es tan fácil recibir o expresar el amor a aquellos que forman parte de nuestra familia. Por eso Dios nos ha dado también la familia de la iglesia, nuestros hermanos en Cristo. Con ellos podemos aprender a relacionarnos de forma sana, unidos por el amor puro que viene de Dios.

Este es el niño que yo le pedí al Señor, y él me lo concedió.
(1 Samuel 1:27)

Las mujeres le decían a Noemí: «¡Alabado sea el Señor, que no te ha dejado hoy sin un redentor! ¡Que llegue a tener renombre en Israel! Este niño renovará tu vida y te sustentará en la vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera, que te ama y es para ti mejor que siete hijos».
(Rut 4:14-15)

Sea que tengas una familia llena del amor de Dios o una que necesita de su sanidad e intervención, recuerda que la vida en familia fue su idea. Dios es experto en restaurar relaciones y en sanar lo que parece dañado. Su deseo es que cada familia sobre la tierra le conozca, sea transformada por su amor y lleve su presencia a todos los que la rodean.

Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes cuando los mencionamos en nuestras oraciones.
(1 Tesalonicenses 1:2)

Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
(Salmo 103:1-2)

De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia.
(Juan 1:16)

No las esconderemos de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera del poder del Señor, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado.
(Salmo 78:4)

Que el Señor multiplique la descendencia de ustedes y de sus hijos. Que reciban bendiciones del Señor, creador del cielo y de la tierra.
(Salmo 115:14-15)

Hermanos, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, como es justo, porque su fe se acrecienta cada vez más, y en cada uno de ustedes sigue abundando el amor hacia los otros.
(2 Tesalonicenses 1:3)

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