Sermón de las 7 palabras de Jesús en la cruz


Equipo de Bibliaon
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Durante las horas que Jesús permaneció en la cruz, él dijo 7 frases que mostraron su corazón lleno de amor, perdón y compasión por la humanidad. Esas frases son conocidas como las 7 palabras y son las frases que Jesús dijo desde la cruz.

Analizar y estudiar estas frases fortalece nuestra gratitud y amor por Jesús. En ellas podemos sentir el cuidado amoroso de Jesús por los que estaban presentes y por cada uno de nosotros.

Tema: Las 7 palabras de Jesús en la cruz: palabras de amor, perdón y compasión

Objetivo: Recordar las últimas palabras de Jesús e inspirar a los oyentes a fortalecer su amor y gratitud por Jesús, por lo que hizo por ellos en la cruz.

Textos base: Lucas 23:34-46, Juan 19:26-30, Mateo 27:46-50, Marcos 15:34-37

Versículo clave: Juan 19:30

¡Consumado es!
(Juan 19:30)

Introducción

En su momento de mayor agonía, mientras lo clavaban, torturaban y menospreciaban, Jesús no permaneció callado. En medio de su gran dolor, él habló palabras llenas de perdón, de esperanza, cuidado, esperanza y salvación. Incluso en el breve instante en el que sintió la separación del Padre, Jesús no olvidó la razón por la cual sufría todo ese dolor: por amor a nosotros.

Jesús dio su vida para que nosotros podamos tener el perdón de nuestros pecados y la esperanza de la vida eterna con él. Recordemos sus últimas palabras y meditemos en el gran amor que Jesús nos mostró en medio de su inmenso dolor.

Las últimas palabras de Jesús en la cruz: cuáles fueron y lo que significan

Encontramos el relato de las 7 palabras de Jesús en la cruz en los Evangelios. Las referencias bíblicas son Lucas 23:34-46, Juan 19:26-30, Mateo 27:46-50, Marcos 15:34-37. Cada una de las frases pronunciadas por Jesús, expresa algo precioso sobre su corazón lleno de amor, compasión y perdón. Sus últimas palabras no estuvieron llenas de rencor o autocompasión. En realidad, reflejaron la certeza de que su misión sobre la tierra se había cumplido. Gracias a su sacrificio, podemos vivir con esperanza eterna.

1. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lucas 23:34a)

Incluso mientras los clavos atravesaban sus manos, Jesús no pensó en sí mismo, sino en aquellos que lo herían. Él vio más allá de la violencia, del desprecio y del odio, y reconoció la verdadera necesidad en el corazón de ellos: el perdón. Vemos, pues, que Jesús vivió hasta el final lo que siempre enseñó. Amó a sus enemigos, oró por los que lo persiguieron, perdonó a quienes lo ofendieron.

Su petición al Padre fue una declaración contundente de su misión: él había venido a salvar a los pecadores y a ofrecer perdón, aun cuando nadie lo pedía.

Jesús murió perdonando. Sus palabras nos recuerdan que el perdón puede ser unilateral. No necesitamos esperar a que el ofensor se arrepienta para liberar el perdón. Esa es la libertad que Cristo modeló en la cruz, y que luego imitó Esteban. La primera palabra de Jesús en la cruz nos invita a examinar nuestro propio corazón: ¿estamos dispuestos a perdonar como Jesús nos perdonó?

2. De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso (Lucas 23:43)

Uno de los criminales crucificados junto a Jesús reconoció su necesidad, su propia culpa, y la inocencia del Señor. Con humildad clamó: «Acuérdate de mí…». Esa sencilla oración, nacida del temor de Dios y de una fe sincera, fue suficiente para recibir la promesa más gloriosa: vida eterna con Cristo.

Con estas palabras Jesús revela su misericordia incomparable y su disposición a perdonar y salvar. No fue demasiado tarde para aquel hombre. Él recibió la salvación en sus últimas horas de vida. De la misma forma, no es demasiado tarde para nadie que clame a Jesús de todo corazón.

La respuesta inmediata de Jesús nos recuerda que la salvación no es por obras, sino por gracia. En la cruz, Jesús no solo perdona; también regala esperanza al alma más quebrantada.

3. Mujer, he ahí tu hijo. He ahí tu madre. (Juan 19:26-27)

En medio de la agonía, con el cuerpo desgarrado y sintiendo el dolor más profundo, Jesús no dejó de cuidar a los suyos. Sus palabras hacia María y Juan revelan una ternura profundamente humana y una espiritualidad encarnada: amar a Dios implica amar al prójimo. Él honra a su madre, la cuida, se preocupa por su bienestar y la protege en su hora más dolorosa.

Este acto final de cuidado nos enseña que la verdadera espiritualidad no desconecta lo divino de lo humano. Jesús mostró que el ministerio comienza en casa y que incluso en el sufrimiento, el amor no se suspende. Su compasión nos llama a servir, cuidar y amar a los que Dios ha puesto cerca de nosotros.

4. Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 27:46; Marcos 15:34)

Jesús cita el Salmo 22 para expresar la angustia más profunda jamás experimentada: el abandono de su Padre. En ese momento él llevaba sobre sí el pecado del mundo, y la comunión perfecta con el Padre se vio interrumpida por causa de nuestra maldad. Estas palabras revelan el precio real que Jesús pagó por nuestra salvación.

Cristo tomó nuestro lugar. Él probó la amarga separación que nosotros merecíamos para que pudiéramos ser reconciliados con Dios. La cuarta palabra nos permite ver la seriedad del pecado, pero también la inmensidad del amor de Jesús, dispuesto a experimentar el desamparo para que nosotros nunca tengamos que vivirlo.

5. Tengo sed (Juan 19:28)

Estas palabras sencillas y humanas muestran la realidad del sufrimiento físico de Jesús. Había perdido líquidos, sangre, fuerzas. Estaba expuesto al sol y débil tras horas de tortura. Sin embargo, Juan aclara que Jesús dijo esto «para que se cumpliera la Escritura».

Jesús no solo estaba sediento en su cuerpo. También se cumplían las profecías que anunciaban al Mesías sufriente. Y notemos el orden divino: solo «después de esto», después de haber atendido a los demás, expresa su necesidad personal. Su sed nos recuerda que él asumió plenamente nuestra humanidad y que su sacrificio no fue simbólico, sino completamente real.

6. Consumado es (Juan 19:30)

Con estas palabras Jesús proclama la victoria final. Sus palabras no fueron un susurro de derrota, sino un grito triunfante. Él había cumplido todo lo que el Padre le había encomendado. Vivió sin pecado, reveló al Padre, enseñó el camino, y finalmente, entregó su vida como rescate por muchos.

«Consumado es» significa que la obra de salvación quedó completa. Nada más debía añadirse. La deuda fue pagada, la enemistad entre Dios y los hombres fue quitada, y el camino al Padre quedó abierto para siempre. Es la declaración más gloriosa de que la redención es total y definitiva.

7. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lucas 23:46)

La última palabra de Jesús es una declaración de confianza absoluta. Él comenzó su agonía diciendo «Padre, perdónalos» y la termina diciendo «Padre, en tus manos…». Después de cargar con el pecado, después del abandono, Jesús vuelve a dirigirse al Padre con la seguridad restaurada de su comunión eterna.

Estas palabras reflejan descanso, entrega y victoria. El Hijo vuelve al Padre con la misión cumplida. Al mismo tiempo, sus palabras nos enseñan que quien cree en Jesús puede enfrentar la muerte sin temor, confiando que nuestras vidas y nuestro espíritu están seguros en las manos del Dios amoroso que nos recibe.

Conclusión

En la cruz vemos el corazón de Jesús expuesto como nunca antes. Cada palabra que él pronunció, reveló su amor insondable. Un amor que perdona a los que lo hieren, que salva al pecador arrepentido, que cuida a los suyos, que carga el peso del pecado ajeno, que siente la sed humana y la angustia espiritual, que cumple la voluntad del Padre hasta el final y que descansa confiadamente en sus manos. Jesús sufrió, sirvió y amó hasta su último aliento.

Estas siete palabras o frases nos recuerdan que nuestra salvación se pagó por un precio inmenso. La vida del Hijo de Dios fue entregada por nosotros por amor. Al contemplar su sacrificio, nuestro corazón se llena de gratitud, adoración y esperanza. Él terminó su obra diciendo: «Consumado es». Por eso nosotros podemos vivir con la certeza de que somos perdonados, amados y llamados a seguir sus pasos, reflejando su amor y su compasión al mundo.

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