Salmo del Día
Un Salmo bíblico diario para inspirar y mejorar tu día.
Salmo de Hoy
Quiero cantar al amor y a la justicia: quiero, Señor , cantarte salmos.
Quiero triunfar en el camino de perfección: ¿cuándo me visitarás? Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón.
No me pondré como meta nada en que haya perversidad. Las acciones de gente desleal las aborrezco; no tendrán nada que ver conmigo.
Alejaré de mí toda intención perversa; no tendrá cabida en mí la maldad.
Al que en secreto calumnie a su prójimo, lo haré callar para siempre; al de ojos altivos y corazón soberbio no lo soportaré.
Pondré mis ojos en los fieles de la tierra, para que habiten conmigo; solo estarán a mi servicio los de conducta intachable.
Jamás habitará bajo mi techo nadie que practique el engaño; jamás prevalecerá en mi presencia nadie que hable con falsedad.
Cada mañana reduciré al silencio a todos los impíos que hay en la tierra; extirparé de la ciudad del Señor a todos los malhechores.
Salmo de Ayer
Me dije a mí mismo: «Mientras esté ante gente malvada vigilaré mi conducta, me abstendré de pecar con la lengua, me pondré una mordaza en la boca».
Así que guardé silencio, me mantuve callado. ¡Ni aun lo bueno salía de mi boca! Pero mi angustia iba en aumento;
¡el corazón me ardía en el pecho! Al meditar en esto, el fuego se inflamó y tuve que decir:
«Hazme saber, Señor , el límite de mis días, y el tiempo que me queda por vivir; hazme saber lo efímero que soy.
Muy breve es la vida que me has dado; ante ti, mis años no son nada. ¡Un soplo nada más es el mortal! Selah
Es un suspiro que se pierde entre las sombras. Ilusorias son las riquezas que amontona, pues no sabe quién se quedará con ellas.
»Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? ¡Mi esperanza he puesto en ti!
Líbrame de todas mis transgresiones. Que los necios no se burlen de mí.
»He guardado silencio; no he abierto la boca, pues tú eres quien actúa.
Ya no me castigues, que los golpes de tu mano me aniquilan.
Tú reprendes a los mortales, los castigas por su iniquidad; como polilla, acabas con sus placeres. ¡Un soplo nada más es el mortal! Selah
» Señor , escucha mi oración, atiende a mi clamor; no cierres tus oídos a mi llanto. Ante ti soy un extraño, un peregrino, como todos mis antepasados.
No me mires con enojo, y volveré a alegrarme antes que me muera y deje de existir».
Salmo de Anteayer
Ten compasión de mí, oh Dios, pues hay gente que me persigue. Todo el día me atacan mis opresores,
todo el día me persiguen mis adversarios; son muchos los arrogantes que me atacan.
Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?
Todo el día tuercen mis palabras; siempre están pensando hacerme mal.
Conspiran, se mantienen al acecho; ansiosos por quitarme la vida, vigilan todo lo que hago.
¡En tu enojo, Dios mío, humilla a esos pueblos! ¡De ningún modo los dejes escapar!
Toma en cuenta mis lamentos; registra mi llanto en tu libro. ¿Acaso no lo tienes anotado?
Cuando yo te pida ayuda, huirán mis enemigos. Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte!
Confío en Dios y alabo su palabra; confío en el Señor y alabo su palabra;
confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?
He hecho votos delante de ti, oh Dios, y te presentaré mis ofrendas de gratitud.
Tú, oh Dios, me has librado de tropiezos, me has librado de la muerte, para que siempre, en tu presencia, camine en la luz de la vida.