Salmo del Día
Un Salmo bíblico diario para inspirar y mejorar tu día.
Salmo de Hoy
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos,
sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella.
Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!
En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento.
Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos.
Porque el Señor cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la perdición.
Salmo de Ayer
Oh Señor , Soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra! ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!
Por causa de tus adversarios has hecho que brote la alabanza de labios de los pequeñitos y de los niños de pecho, para silenciar al enemigo y al rebelde.
Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste,
me pregunto: «¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?»
Pues lo hiciste poco menos que Dios, y lo coronaste de gloria y de honra:
lo entronizaste sobre la obra de tus manos, todo lo sometiste a su dominio;
todas las ovejas, todos los bueyes, todos los animales del campo,
las aves del cielo, los peces del mar, y todo lo que surca los senderos del mar.
Oh Señor , Soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!
Salmo de Anteayer
¿Acaso ustedes, gobernantes, actúan con justicia, y juzgan con rectitud a los seres humanos?
Al contrario, con la mente traman injusticia, y la violencia de sus manos se desata en el país.
Los malvados se pervierten desde que nacen; desde el vientre materno se desvían los mentirosos.
Su veneno es como el de las serpientes, como el de una cobra que se hace la sorda
para no escuchar la música del mago, del diestro en encantamientos.
Rómpeles, oh Dios, los dientes; ¡arráncales, Señor , los colmillos a esos leones!
Que se escurran, como el agua entre los dedos; que se rompan sus flechas al tensar el arco.
Que se disuelvan, como babosa rastrera; que no vean la luz, cual si fueran abortivos.
Que sin darse cuenta, ardan como espinos; que el viento los arrastre, estén verdes o secos.
Se alegrará el justo al ver la venganza, al empapar sus pies en la sangre del impío.
Dirá entonces la gente: «Ciertamente los justos son recompensados; ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra».