Salmo del Día

Un Salmo bíblico diario para inspirar y mejorar tu día.

Salmo de Hoy

Habla el Señor , el Dios de dioses: convoca a la tierra de oriente a occidente.

Dios resplandece desde Sión, la ciudad bella y perfecta.

Nuestro Dios viene, pero no en silencio; lo precede un fuego que todo lo destruye, y en torno suyo ruge la tormenta.

Dios convoca a los cielos y a la tierra, para que presencien el juicio de su pueblo:

«Reúnanme a los consagrados, a los que pactaron conmigo mediante un sacrificio».

El cielo proclama la justicia divina: ¡Dios mismo es el juez! Selah

«Escucha, pueblo mío, que voy a hablar; Israel, voy a testificar contra ti: ¡Yo soy tu Dios, el único Dios!

No te reprendo por tus sacrificios ni por tus holocaustos, que siempre me ofreces.

No necesito becerros de tu establo ni machos cabríos de tus apriscos,

pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros.

Conozco a las aves de las alturas; todas las bestias del campo son mías.

Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues mío es el mundo, y todo lo que contiene.

¿Acaso me alimento con carne de toros, o con sangre de machos cabríos?

¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo!

Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me honrarás».

Pero Dios le dice al malvado: «¿Qué derecho tienes tú de recitar mis leyes o de mencionar mi pacto con tus labios?

Mi instrucción, la aborreces; mis palabras, las desechas.

Ves a un ladrón, y lo acompañas; con los adúlteros te identificas.

Para lo malo, das rienda suelta a tu boca; tu lengua está siempre dispuesta al engaño.

Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo, y aun calumnias a tu propio hermano.

Has hecho todo esto, y he guardado silencio; ¿acaso piensas que soy como tú? Pero ahora voy a reprenderte; cara a cara voy a denunciarte.

»Ustedes que se olvidan de Dios, consideren lo que he dicho; de lo contrario, los haré pedazos, y no habrá nadie que los salve.

Quien me ofrece su gratitud, me honra; al que enmiende su conducta le mostraré mi salvación».

Salmo 50

Salmo de Ayer

¡Cuán hermosas son tus moradas, Señor Todopoderoso!

Anhelo con el alma los atrios del Señor ; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida.

Señor Todopoderoso, rey mío y Dios mío, aun el gorrión halla casa cerca de tus altares; también la golondrina hace allí su nido, para poner sus polluelos.

Dichoso el que habita en tu templo, pues siempre te está alabando. Selah

Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que solo piensa en recorrer tus sendas.

Cuando pasa por el valle de las Lágrimas lo convierte en región de manantiales; también las lluvias tempranas cubren de bendiciones el valle.

Según avanzan los peregrinos, cobran más fuerzas, y en Sión se presentan ante el Dios de dioses.

Oye mi oración, Señor Dios Todopoderoso; escúchame, Dios de Jacob. Selah

Oh Dios, escudo nuestro, pon sobre tu ungido tus ojos bondadosos.

Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos.

El Señor es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El Señor brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha.

Señor Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!

Salmo 84

Salmo de Anteayer

Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica.

¡Óyeme y respóndeme, porque mis angustias me perturban! Me aterran

las amenazas del enemigo y la opresión de los impíos, pues me causan sufrimiento y en su enojo me insultan.

Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invade un pánico mortal.

Temblando estoy de miedo, sobrecogido estoy de terror.

¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo!

Me iría muy lejos de aquí; me quedaría a vivir en el desierto. Selah

Presuroso volaría a mi refugio, para librarme del viento borrascoso y de la tempestad.

¡Destrúyelos, Señor! ¡Confunde su lenguaje! En la ciudad solo veo contiendas y violencia;

día y noche rondan por sus muros, y dentro de ella hay intrigas y maldad.

En su seno hay fuerzas destructivas; de sus calles no se apartan la opresión y el engaño.

Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría yo esconder.

Pero lo has hecho tú, un hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo,

a quien me unía una bella amistad, con quien convivía en la casa de Dios.

¡Que sorprenda la muerte a mis enemigos! ¡Que caigan vivos al sepulcro, pues en ellos habita la maldad!

Pero yo clamaré a Dios, y el Señor me salvará.

Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha.

Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí.

¡Dios, que reina para siempre, habrá de oírme y los afligirá! Selah Esa gente no cambia de conducta, no tiene temor de Dios.

Levantan la mano contra sus amigos y no cumplen sus compromisos.

Su boca es blanda como la manteca, pero sus pensamientos son belicosos. Sus palabras son más suaves que el aceite, pero no son sino espadas desenvainadas.

Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre.

Tú, oh Dios, abatirás a los impíos y los arrojarás en la fosa de la muerte; la gente sanguinaria y mentirosa no llegará ni a la mitad de su vida. Yo, por mi parte, en ti confío.

Salmo 55