Salmo del Día

Un Salmo bíblico diario para inspirar y mejorar tu día.

Salmo de Hoy

Canten al Señor un cántico nuevo; canten al Señor , habitantes de toda la tierra.

Canten al Señor , alaben su nombre; anuncien día tras día su victoria.

Proclamen su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos.

¡Grande es el Señor y digno de alabanza, más temible que todos los dioses!

Todos los dioses de las naciones no son nada, pero el Señor ha creado los cielos.

El esplendor y la majestad son sus heraldos; hay poder y belleza en su santuario.

Tributen al Señor , pueblos todos, tributen al Señor la gloria y el poder.

Tributen al Señor la gloria que merece su nombre; traigan sus ofrendas y entren en sus atrios.

Póstrense ante el Señor en la majestad de su santuario; ¡tiemble delante de él toda la tierra!

Que se diga entre las naciones: «¡El Señor es rey!» Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido. Él juzga a los pueblos con equidad.

¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra! ¡Brame el mar y todo lo que él contiene!

¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos! ¡Canten jubilosos todos los árboles del bosque!

¡Canten delante del Señor , que ya viene! ¡Viene ya para juzgar la tierra! Y juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con fidelidad.

Salmo 96

Salmo de Ayer

¿Por qué, oh Dios, nos has rechazado para siempre? ¿Por qué se ha encendido tu ira contra las ovejas de tu prado?

Acuérdate del pueblo que adquiriste desde tiempos antiguos, de la tribu que redimiste para que fuera tu posesión. Acuérdate de este monte Sión, que es donde tú habitas.

Dirige tus pasos hacia estas ruinas eternas; ¡todo en el santuario lo ha destruido el enemigo!

Tus adversarios rugen en el lugar de tus asambleas y plantan sus banderas en señal de victoria.

Parecen leñadores en el bosque, talando árboles con sus hachas.

Con sus hachas y martillos destrozaron todos los adornos de madera.

Prendieron fuego a tu santuario; profanaron el lugar donde habitas.

En su corazón dijeron: «¡Los haremos polvo!», y quemaron en el país todos tus santuarios.

Ya no vemos ondear nuestras banderas; ya no hay ningún profeta, y ni siquiera sabemos hasta cuándo durará todo esto.

¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario? ¿Por siempre insultará tu nombre el enemigo?

¿Por qué retraes tu mano, tu mano derecha? ¿Por qué te quedas cruzado de brazos?

Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos; tú traes salvación sobre la tierra.

Tú dividiste el mar con tu poder; les rompiste la cabeza a los monstruos marinos.

Tú aplastaste las cabezas de Leviatán y lo diste por comida a las jaurías del desierto.

Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos; secaste ríos de inagotables corrientes.

Tuyo es el día, tuya también la noche; tú estableciste la luna y el sol;

trazaste los límites de la tierra, y creaste el verano y el invierno.

Recuerda, Señor , que tu enemigo se burla, y que un pueblo insensato ofende tu nombre.

No entregues a las fieras la vida de tu tórtola; no te olvides, ni ahora ni nunca, de la vida de tus pobres.

Toma en cuenta tu pacto, pues en todos los rincones del país abunda la violencia.

Que no vuelva humillado el oprimido; que alaben tu nombre el pobre y el necesitado.

Levántate, oh Dios, y defiende tu causa; recuerda que a todas horas te ofenden los necios.

No pases por alto el griterío de tus adversarios, el creciente tumulto de tus enemigos.

Salmo 74

Salmo de Anteayer

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento.

Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.

Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!

En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste;

a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste.

Pero yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia.

Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza:

«Este confía en el Señor , ¡pues que el Señor lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!»

Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre.

Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú.

No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude.

Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan.

Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa.

Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas.

Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte!

Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies.

Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme.

Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes.

Pero tú, Señor , no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio.

Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros.

Rescátame de la boca de los leones; sálvame de los cuernos de los toros.

Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.

¡Alaben al Señor los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Venérenlo, descendientes de Israel!

Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.

Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas.

Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al Señor quienes lo buscan; ¡que su corazón viva para siempre!

Se acordarán del Señor y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones,

porque del Señor es el reino; él gobierna sobre las naciones.

Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida.

La posteridad le servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras.

A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia.

Salmo 22