Salmo del Día
Un Salmo bíblico diario para inspirar y mejorar tu día.
Salmo de Hoy
Dichosos todos los que temen al Señor , los que van por sus caminos.
Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad.
En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo.
Tales son las bendiciones de los que temen al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión, y veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.
Que vivas para ver a los hijos de tus hijos. ¡Que haya paz en Israel!
Salmo de Ayer
A ti clamo, Señor ; ven pronto a mí. ¡Atiende a mi voz cuando a ti clamo!
Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso; que hacia ti se eleven mis manos como un sacrificio vespertino.
Señor , ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios.
No permitas que mi corazón se incline a la maldad, ni que sea yo cómplice de iniquidades; no me dejes participar de banquetes en compañía de malhechores.
Que la justicia me golpee, que el amor me reprenda; que el ungüento de los malvados no perfume mi cabeza, pues mi oración está siempre en contra de sus malas obras.
Cuando sus gobernantes sean lanzados desde los despeñaderos, sabrán que mis palabras eran bien intencionadas.
Y dirán: «Así como se dispersa la tierra cuando en ella se abren surcos con el arado, así se han dispersado nuestros huesos a la orilla del sepulcro».
En ti, Señor Soberano, tengo puestos los ojos; en ti busco refugio; no dejes que me maten.
Protégeme de las trampas que me tienden, de las trampas que me tienden los malhechores.
Que caigan los impíos en sus propias redes, mientras yo salgo bien librado.
Salmo de Anteayer
En el Señor hallo refugio. ¿Cómo, pues, se atreven a decirme: «Huye al monte, como las aves»?
Vean cómo tensan sus arcos los malvados: preparan las flechas sobre la cuerda para disparar desde las sombras contra los rectos de corazón.
Cuando los fundamentos son destruidos, ¿qué le queda al justo?
El Señor está en su santo templo, en los cielos tiene el Señor su trono, y atentamente observa al ser humano; con sus propios ojos lo examina.
El Señor examina a justos y a malvados, y aborrece a los que aman la violencia.
Hará llover sobre los malvados ardientes brasas y candente azufre; ¡un viento abrasador será su suerte!
Justo es el Señor , y ama la justicia; por eso los íntegros contemplarán su rostro.