Salmo del Día

Un Salmo bíblico diario para inspirar y mejorar tu día.

Salmo de Hoy

Yo amo al Señor porque él escucha mi voz suplicante.

Por cuanto él inclina a mí su oído, lo invocaré toda mi vida.

Los lazos de la muerte me enredaron; me sorprendió la angustia del sepulcro, y caí en la ansiedad y la aflicción.

Entonces clamé al Señor : «¡Te ruego, Señor , que me salves la vida!»

El Señor es compasivo y justo; nuestro Dios es todo ternura.

El Señor protege a la gente sencilla; estaba yo muy débil, y él me salvó.

¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el Señor ha sido bueno contigo!

Tú, Señor , me has librado de la muerte, has enjugado mis lágrimas, no me has dejado tropezar.

Por eso andaré siempre delante del Señor en esta tierra de los vivientes.

Aunque digo: «Me encuentro muy afligido», sigo creyendo en Dios.

En mi desesperación he exclamado: «Todos son unos mentirosos».

¿Cómo puedo pagarle al Señor por tanta bondad que me ha mostrado?

¡Tan solo brindando con la copa de salvación e invocando el nombre del Señor !

¡Tan solo cumpliendo mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo!

Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles.

Yo, Señor , soy tu siervo; soy siervo tuyo, tu hijo fiel; ¡tú has roto mis cadenas!

Te ofreceré un sacrificio de gratitud e invocaré, Señor , tu nombre.

Cumpliré mis votos al Señor en presencia de todo su pueblo,

en los atrios de la casa del Señor , en medio de ti, oh Jerusalén. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor !

Salmo 116

Salmo de Ayer

Cuando Israel, el pueblo de Jacob, salió de Egipto, de un pueblo extraño,

Judá se convirtió en el santuario de Dios; Israel llegó a ser su dominio.

Al ver esto, el mar huyó; el Jordán se volvió atrás.

Las montañas saltaron como carneros, los cerros saltaron como ovejas.

¿Qué te pasó, mar, que huiste, y a ti, Jordán, que te volviste atrás?

¿Y a ustedes montañas, que saltaron como carneros? ¿Y a ustedes cerros, que saltaron como ovejas?

¡Tiembla, oh tierra, ante el Señor, tiembla ante el Dios de Jacob!

¡Él convirtió la roca en un estanque, el pedernal en manantiales de agua!

Salmo 114

Salmo de Anteayer

Oigan esto, pueblos todos; escuchen, habitantes todos del mundo,

tanto débiles como poderosos, lo mismo los ricos que los pobres.

Mi boca hablará con sabiduría; mi corazón se expresará con inteligencia.

Inclinaré mi oído a los proverbios; propondré mi enigma al son del arpa.

¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia, cuando me rodeen inicuos detractores?

¿Temeré a los que confían en sus riquezas y se jactan de sus muchas posesiones?

Nadie puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida.

Tal rescate es muy costoso; ningún pago es suficiente.

Nadie vive para siempre sin llegar a ver la fosa.

Nadie puede negar que todos mueren, que sabios e insensatos perecen por igual, y que sus riquezas se quedan para otros.

Aunque tuvieron tierras a su nombre, sus tumbas serán su hogar eterno, su morada por todas las generaciones.

A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.

Tal es el destino de los que confían en sí mismos; el final de los que se envanecen. Selah

Como ovejas, están destinados al sepulcro; hacia allá los conduce la muerte. Sus cuerpos se pudrirán en el sepulcro, lejos de sus mansiones suntuosas. Por la mañana los justos prevalecerán sobre ellos.

Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y con él me llevará. Selah

No te asombre ver que alguien se enriquezca y aumente el esplendor de su casa,

porque al morir no se llevará nada, ni con él descenderá su esplendor.

Aunque en vida se considere dichoso, y la gente lo elogie por sus logros,

irá a reunirse con sus ancestros, sin que vuelva jamás a ver la luz.

A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.

Salmo 49