La parábola de la dracma o moneda perdida que Jesús relata en Lucas 15:8-10, nos enseña sobre el amor y la misericordia de Dios. También enfatiza la gran alegría que se desata en el cielo cuando un pecador se arrepiente. Cada persona es importante para Dios y él desea que todos se arrepientan y reciban su perdón.
La historia habla de una mujer que tenía diez monedas, pero perdió una. Por eso, encendió su lámpara, barrió su casa y buscó por todos lados con empeño. Cuando encontró la moneda, llamó a sus amigas y vecinas para celebrarlo juntas. Jesús igualó la celebración de ellas con la gran celebración que hay en el cielo al ver el arrepentimiento de un ser humano.
1. Cada persona es valiosa para Dios
Dios valora a cada individuo de forma individual, y sale a buscarlo diligentemente hasta encontrarlo. La dracma representa a una persona valiosa que se ha alejado de Dios o perdido. La mujer tenía otras nueve monedas, pero eso no fue suficiente para ignorar o darle menos valor a la que se le había perdido.
De la misma forma, para Dios, todos los seres humanos son valiosos y él desea que todos se arrepientan y pasen a ser hijos suyos por toda la eternidad.
2. Dios toma la iniciativa y sale a buscar a los perdidos
Dios no espera pasivamente a que los pecadores regresen. Tal como la mujer encendió una lámpara, barrió y buscó por toda la casa, Dios tomó la iniciativa al enviar a Jesús al mundo para que todo el que cree en él, reciba la vida eterna (Juan 3:16).
Él también enciende la lámpara o ilumina el camino con su Palabra a todos los que se acercan a él. Todavía más, él "barre la casa", limpiando todo pecado y dando nueva vida a los que se arrepienten. Recibir el perdón de Dios marca un nuevo comienzo.
3. El rol de la iglesia: alegrarse y acoger a los arrepentidos
Tal como la mujer llamó a sus amigas y vecinas a celebrar cuando encontró la dracma perdida, Dios llama a su iglesia a alegrarse y acoger a los que se arrepienten. El arrepentido pasa a ser parte del cuerpo de Cristo.
Como iglesia, todos juntos deben alegrarse, animarse y usar sus dones para la edificación de todos. La iglesia tiene la misión de recibir al nuevo converso y ayudarlo en su proceso de mantenerse firme y crecer en la fe.
4. El arrepentimiento trae gozo: el cielo celebra a cada arrepentido
La mujer se alegró en gran manera cuando encontró la moneda perdida. De igual forma, el regreso de un pecador a Dios es motivo de gran celebración en el cielo. El regreso de una persona que se había alejado del camino de Dios provoca una gran celebración y gozo, celebración en la que participan Dios y sus ángeles.
Lo que Dios enfatiza con la parábola de la dracma perdida
Esta parábola enfatiza el valor de cada persona ante los ojos de Dios. Para él, todos somos valiosos e importantes y su deseo es que todos se arrepientan y pasen a ser sus hijos por la eternidad. Cada persona que se arrepiente de sus pecados y recibe a Jesucristo como Señor y Salvador, desata una celebración en el cielo. El gozo del Padre es inmenso cada vez que abre sus brazos para recibir a un nuevo hijo arrepentido.
El capítulo en el que se encuentra la parábola de la moneda perdida, Lucas 15, es uno en el que Jesús relató tres parábolas para explicar un solo punto. Los escribas y fariseos estaban murmurando, les molestaba el hecho de que Jesús recibía a los pecadores y comía con ellos (Lucas 15:1-2). Jesús deja claro que él vino a buscar al perdido, al pecador, para darle su perdón y vivir con él por toda la eternidad.
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