Jesús convierte el agua en vino: el primer milagro de Jesús explicado


Equipo de Bibliaon
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En una celebración de bodas en Caná de Galilea, Jesús transformó una buena cantidad de agua en vino. Este fue el primer milagro realizado por el Señor durante su ministerio sobre la Tierra. Así como Jesús intervino de forma sobrenatural en esa boda, puede intervenir de forma sobrenatural en nuestras vidas hoy.

Jesús transforma agua en vino en una boda en Caná (Juan 2:1-11)

Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también Jesús con sus discípulos a la boda. Y como faltó el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.
Jesús le dijo: ¿Qué tiene que ver eso conmigo y contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.
Su madre les dijo a los que servían: Hagan todo lo que él les diga.

Había allí seis tinajas de piedra para agua, de acuerdo con los ritos de los judíos para la purificación. En cada una de ellas cabían de cuarenta a setenta y cuatro litros. Jesús les dijo: Llenen de agua las tinajas.
Y las llenaron hasta el borde. Luego les dijo: Saquen ahora y llévenlo al encargado del banquete.

Se lo llevaron; y cuando el encargado del banquete probó el agua ya hecha vino (y no sabía de dónde venía aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó al novio y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino y, cuando ya han tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.
Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
(Juan 2:1-11)

Milagro: Una intervención sobrenatural de Dios

Jesús estaba en Galilea y, junto a sus discípulos, lo invitaron a una boda en Caná (v. 1-2). El versículo 11 nos dice que este fue el primer milagro que Jesús realizó.

Definición de milagro: Un milagro es un hecho extraordinario o inexplicable por las leyes de la naturaleza, realizado directa o indirectamente por Dios. Es una intervención sobrenatural.

Características distintivas del agua y el vino:

Para ser considerada excelente, el agua debe tener tres características:

  • Insípida: sin sabor.
  • Inodora: sin olor.
  • Incolora: sin color.

Por regla general, debemos evitar el agua con sabor, olor o color.

Para ser considerado excelente, el vino debe tener tres características:

  • Debe tener buen sabor.
  • Debe tener buen aroma.
  • Debe tener buen color.

Cuando un enólogo (un experto en la elaboración de vinos) determina la calidad de un vino, analiza estas tres características: su sabor, el aroma y el color. A menudo sentimos que nuestras vidas son como el agua: sin sabor, sin aroma y sin color.

Jesús realizó esta intervención sobrenatural, transformando el agua en vino. Él también puede realizar una intervención sobrenatural en nuestras vidas, aportando sabor, aroma y color a nuestra existencia.

Confía en la compasión del Hijo de Dios

Durante la celebración de la boda, al ver que se acababa el vino, María, la madre de Jesús, fue donde él y le dijo: No tienen vino. La respuesta de Jesús a su madre no suena muy amable. Parece como si fuera demasiado duro con ella.

¿Qué tiene que ver eso conmigo y contigo, mujer?
(Juan 2:4a)

Si consideramos este episodio únicamente desde una perspectiva humana, nos encontramos con esta dificultad. Sin embargo, si lo analizamos desde una perspectiva espiritual, veremos que María no estaba haciendo la petición a "su" hijo, sino al "Hijo de Dios".

La respuesta de Jesús a María tampoco es la respuesta de un hijo a su madre. Es la respuesta del Mesías, que se hizo hombre y vino a salvar a la humanidad (Juan 1:14).

La respuesta de Jesús no niega su relación con María, sino que enfatiza que quien guiaba su vida era exclusivamente Dios, el Padre (Juan 8:28-29). Jesús obedecía siempre al Padre. La contestación que le dio a María fue:

Todavía no ha llegado mi hora.
(Juan 2:4b)

Esta respuesta también nos muestra que Jesús es Señor y Cristo. Es el Hijo de Dios y cumple sus propósitos a su debido tiempo.

María, consciente de la promesa de que él era el Cristo, no se desanimó, sino que instó: Hagan todo lo que él les diga. (Juan 2:5b).

María creía en Dios de todo corazón. Desde el anuncio del ángel, ella guardó la promesa del Mesías en su corazón. Ahora, a pesar de la respuesta recibida, seguía esperando con confianza la manifestación de la compasión del Hijo de Dios.

¿Has perdido la alegría de vivir y parece que nada tiene sabor, aroma ni color en tu vida? Clama al Señor Jesús y espera con confianza la manifestación de su bondad y misericordia. ¡Él puede obrar un gran milagro en tu vida!

Reconoce la autoridad del Señor

El relato bíblico señala que en el local había seis tinajas grandes de piedra.

Había allí seis tinajas de piedra para agua, de acuerdo con los ritos de los judíos para la purificación. En cada una de ellas cabían de cuarenta a setenta y cuatro litros.
(Juan 2:6)

Jesús dio la orden de que las llenaran de agua y los que servían, reconociendo que hablaba con autoridad, obedecieron:

Jesús les dijo: Llenen de agua las tinajas.
Y las llenaron hasta el borde.
(Juan 2:7)

Para que el Señor Jesús realice una intervención sobrenatural en tu vida, debes reconocer que él tiene la autoridad para hacerlo. La confianza en la autoridad de Jesús es esencial para que el milagro ocurra en tu vida.

Fíjate en lo que dice Hebreos 11:6:

Y sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que es galardonador de los que le buscan.
(Hebreos 11:6)

Obedece la Palabra de Dios

Después que los empleados llenaron las tinajas con agua, Jesús les dijo: Saquen ahora y llévenlo al encargado del banquete (Juan 2:8).

El texto nos dice que así lo hicieron. La obediencia a la Palabra de Dios es una demostración de fe.

Los sirvientes confiaron en Jesús. Si el milagro no se hubiera realizado, podrían haberse avergonzado.

¿Quieres que el Señor obre un milagro en tu vida, que traiga "sabor, aroma y color" a tu existencia? Para ello, debes alinear tus decisiones con las directrices de la Palabra de Dios.

Nuestras vidas solo tendrán sentido cuando vivamos conforme a los principios de la Palabra de Dios.

El resultado

y cuando el encargado del banquete probó el agua ya hecha vino (y no sabía de dónde venía aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó al novio y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino y, cuando ya han tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora.
(Juan 2:9-10)

En aquel tiempo, un banquete de bodas sin vino era como un banquete de bodas sin un buen pastel hoy.

Jesús realizó un milagro al convertir el agua en vino. Así como Jesús llevó a cabo esa intervención sobrenatural convirtiendo el agua en vino, él puede intervenir sobrenaturalmente en nuestras vidas hoy, aportando sabor, aroma y color a nuestra existencia.

El resultado fue que Jesús fue glorificado y la fe de sus discípulos se fortaleció.

Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
(Juan 2:11)

Un verdadero milagro de Dios en nuestras vidas siempre resulta en la gloria de Dios y el fortalecimiento de nuestra fe.

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