Salomón es conocido y recordado por su extraordinaria sabiduría y su gran riqueza. Aunque al final de su vida cometió errores graves, las enseñanzas que nos dejó —especialmente en los libros de Proverbios y Eclesiastés— siguen siendo profundamente relevantes. Al ponerlas en práctica, podemos aprender a vivir con mayor sabiduría, enfocados en la voluntad de Dios y en lo que realmente tiene valor eterno.
1. Debemos dar prioridad a la sabiduría
Salomón entendió desde el principio que la sabiduría es más valiosa que el poder o las riquezas. Cuando Dios le dio la oportunidad de pedir lo que quisiera, no pidió bienes materiales, sino discernimiento para gobernar con justicia. Por eso Dios lo bendijo en abundancia. Esto nos enseña que, cuando buscamos primero la sabiduría, Dios se encarga del resto. Tal como él mismo escribió, adquirir sabiduría debe ser nuestra mayor prioridad (Proverbios 4:7).
2. Si queremos ser sabios, debemos temer a Dios
La verdadera sabiduría no comienza con el conocimiento humano, sino con una relación correcta con Dios. El temor de Dios implica respeto, reverencia y obediencia a su voluntad. Salomón dejó claro que sin este fundamento no puede existir sabiduría genuina, por muy inteligentes o preparados que seamos. Por eso escribió: "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría" (Proverbios 9:10).
3. Desobedecer a Dios trae graves consecuencias
A pesar de su sabiduría, Salomón permitió que su corazón se apartara de Dios. Sus matrimonios con mujeres extranjeras lo llevaron a tolerar y practicar la idolatría, en desobediencia directa a los mandamientos del Señor.
Esto nos recuerda que nadie está exento de caer si no cuida su corazón y que la desobediencia siempre trae consecuencias, tanto espirituales como personales. Recordemos la advertencia que él nos dejó en Proverbios 4:23: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida."
4. Hay que elegir bien las amistades
Salomón enseñó que las personas con las que nos rodeamos influyen profundamente en nuestra vida. Las amistades pueden acercarnos a Dios o alejarnos de él. Elegir compañeros sabios fortalece nuestro carácter, mientras que rodearnos de personas necias puede llevarnos por caminos de dolor y pérdida.
"El que anda con sabios será sabio, pero el compañero de los necios sufrirá daño" (Proverbios 13:20).
5. La vida es pasajera
En el libro de Eclesiastés, Salomón reflexiona sobre la brevedad de la vida y la inutilidad de vivir solo para los placeres, el trabajo o las posesiones. Todo es pasajero, y nada material puede llenar el vacío del corazón. Al final, lo único que realmente importa es temer a Dios y obedecer sus mandamientos.
"Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece" (Eclesiastés 1:2-4).
6. Debemos desechar el orgullo y crecer en la humildad
El orgullo fue uno de los grandes peligros en la vida de Salomón. La humildad, en cambio, nos mantiene dependientes de Dios y abiertos a la corrección. Salomón enseñó que el orgullo trae vergüenza y caída, mientras que la humildad conduce a la sabiduría y al favor de Dios.
"Con el orgullo viene el oprobio; con la humildad, la sabiduría." (Proverbios 11:2)
7. Darle más importancia a la sabiduría y al conocimiento y menos importancia a las riquezas
Salomón insistió en que ningún tesoro puede compararse con el valor de la sabiduría y adquirir conocimiento. Las riquezas son temporales y pueden perderse, pero la sabiduría guía nuestras decisiones, protege nuestra vida y nos ayuda a vivir con prudencia y rectitud.
"Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella. Yo, la sabiduría, habito con la cordura, y hallo la ciencia de los consejos." (Proverbios 8:11-12)
8. Estemos alerta: hasta las personas más fuertes y poderosas pueden caer
La historia de Salomón es una advertencia clara: la sabiduría pasada no garantiza fidelidad futura. A pesar de todo lo que sabía, se dejó seducir por el placer, el poder y la comodidad. Esto nos recuerda la necesidad de mantenernos vigilantes, firmes en la fe y coherentes entre lo que creemos y lo que hacemos.
9. Debemos usar nuestros dones y talentos para el bien común
Salomón utilizó sus dones para gobernar, construir, enseñar y administrar. Su sabiduría benefició a toda una nación. Esto nos enseña que los talentos que Dios nos da no son solo para beneficio personal, sino para servir, edificar y bendecir a otros con responsabilidad y justicia.
10. Permanecer fiel a Dios es el éxito verdadero
La vida de Salomón demuestra que el éxito externo no siempre refleja una vida aprobada por Dios. La verdadera plenitud no se encuentra en el poder, la fama o las riquezas, sino en una vida fiel, obediente y alineada con la voluntad del Señor. Sin fidelidad espiritual, incluso los mayores logros pierden su valor.
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