El llamado de Jeremías (con explicación)


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Jeremías fue llamado desde muy joven para anunciar mensajes y profecías sobre el futuro, en nombre de Dios. El enfoque de su llamado era profetizar sobre el juicio de Dios que vendría sobre el pueblo durante los últimos años de Judá, antes del exilio en Babilonia.

Incluso antes de nacer, Dios ya había elegido a Jeremías para ser "profeta a las naciones". En su juventud, el Señor le habló y lo envió a proclamar su Palabra. Jeremías respondió a su llamado con fe y obediencia, a pesar del rechazo y la impopularidad entre sus oyentes.

Cuando recibió el llamado a ser profeta, Jeremías respondió de inmediato, diciendo que era incapaz de hablar en nombre de Dios (Jeremías 1:6). Afirmó ser demasiado joven: "soy solo un niño", justificando así su falta de los dones necesarios o de buenas habilidades de comunicación.

En ese momento, Jeremías tendría 19 o 20 años y se sentía inmaduro para hablar con figuras importantes, ancianos y líderes de su pueblo. Al igual que Moisés, él también se sentía desprevenido o incompetente para una tarea tan importante.

Dios animó a Jeremías asegurándole que estaría con él, y que lo ayudaría a cumplir su voluntad. Le aseguró que lo protegería en toda situación y lo capacitaría para entregar las palabras que había hablado. Dios dijo:

No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová.
(Jeremías 1:8)

Finalmente, Dios tocó a Jeremías, poniendo sus palabras en su boca, lo que significaba la autoridad divina para profetizar sobre reinos y naciones. Así, Jeremías aceptó su llamado y cumplió fielmente todo lo que Dios le ordenó.

Jeremías ejerció su oficio de profeta con fe, obediencia y lágrimas por quienes se negaron a escuchar la Palabra de Dios. Sufrió y luchó contra el inevitable fin de Jerusalén, pero el pueblo rechazó completamente a Dios y maltrató a su mensajero.

Jeremías fue ridiculizado, amenazado de muerte, encarcelado, humillado, despreciado y exiliado. Todo esto por obedecer el llamado profético de Dios. A pesar de todo, Jeremías siguió fielmente el propósito de su llamado en Dios.

Lo que aprendemos del llamado de Jeremías

El llamado de Jeremías nos enseña que, incluso ante pocos resultados visibles, el propósito soberano de Dios se cumple y se establece, a pesar de la adversidad.

También hay otras lecciones importantes del llamado de Jeremías:

  • La soberanía de Dios: Dios elige y empodera a quien él quiere, sin importar las limitaciones humanas.
  • El propósito divino: cada persona tiene un propósito específico planeado por Dios, incluso desde antes de nacer (Jeremías 1:5).
  • Valentía ante la oposición: Jeremías fue llamado a una misión difícil: hablar con personas que no querían escuchar su mensaje. Esto demuestra la importancia de perseverar incluso en circunstancias adversas.
  • Dependencia de Dios: Jeremías necesitaba confiar en que Dios lo fortalecería y protegería, a pesar de las dificultades y el rechazo. Sus oraciones, lamentos y lágrimas siempre se dirigían al Señor.
  • Compromiso con la verdad: Jeremías fue llamado a proclamar la verdad de Dios, incluso cuando ese mensaje era impopular.

Al igual que Jeremías, la confianza plena en el Señor nos ayudará a obedecer el llamado, con oraciones y lágrimas en el camino. Cuando Dios nos llama, él también nos ayuda y nos empodera para cumplir sus propósitos. Esto también es una invitación a confiar y obedecer la guía del Señor.

Porción bíblica con el llamado de Jeremías

Jeremías 1:4-10

Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.
(Jeremías 1:4-10)

Confía en el Señor y dile sí al llamado divino en tu vida.

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