Eliseo, la sunamita y el niño (historia bíblica)


Esta es una historia bíblica que habla de fe y milagros. Sus protagonistas son Eliseo, un siervo de Dios, y una generosa mujer sunamita que amaba a Dios y tenía un corazón hospitalario. La historia cuenta cómo la vida de esa mujer se vio transformada por una profecía de Eliseo y resalta el poder milagroso de Dios.

Encontramos la historia en 2 Reyes 4:8-38. Eliseo acostumbraba visitar la ciudad de Sunem y la mujer sunamita (la Biblia no menciona su nombre), quería acogerlo en su casa. Ella reconocía a Eliseo como siervo de Dios, y habló con su marido. Juntos, decidieron hospedar a Eliseo en su casa. Ellos no tenían hijos y Eliseo, al enterarse de que la mujer era estéril, profetizó que ella tendría un hijo.

La profecía se hizo realidad y tuvieron un hijo varón. Pero, años después, el niño murió inesperadamente. En su angustia, la mujer buscó a Eliseo, quien, mediante intervención divina, le devolvió la vida al niño. Esta historia resalta el poder milagroso de Dios y su gran misericordia.

La mujer sunamita era una mujer de buena posición social en su ciudad, Sunem. Ella amaba a Dios y era sensible al mover de Dios. Por eso, reconoció a Eliseo como un hombre santo de Dios. Su casa era espaciosa y habló con su marido para hacer un cuarto en la azotea para Eliseo. Cada vez que él estaba por la zona donde ellos vivían, él se hospedaba allí con ellos, en el espacio que ellos le habían preparado.

Eliseo deseaba hacer algo bueno por ellos para reciprocar la bondad que le mostraban. Le preguntó a ella si necesitaba algo, pero ella solo respondió que vivía bien segura en medio de su pueblo. Por eso, Eliseo le preguntó a su criado, Guiezi, si conocía alguna necesidad de ellos. Él le contestó que ellos no tenían hijos y Eliseo le dijo a la mujer que, para esa misma fecha, en un año, ella estaría abrazando a su hijo.

Así sucedió, tal como había profetizado Eliseo. El niño nació y creció. Pero un día, tuvo un fuerte dolor de cabeza y murió. La mujer, en lugar de llorar y desesperarse, fue de prisa a buscar a Eliseo, el hombre de Dios. Cuando lo encontró, ella estaba muy angustiada. Le contó a Eliseo sobre su hijo muerto y le rogó que fuera con ella a su casa. Ella sabía que Eliseo podía rogar a Dios que les devolviera al niño.

Eliseo la acompañó hasta la casa. Encontraron al niño tendido sobre la cama, muerto. ¿Qué hizo Eliseo?

Entró al cuarto, cerró la puerta y oró al Señor. 34 Luego subió a la cama y se tendió sobre el niño boca a boca, ojos a ojos y manos a manos, hasta que el cuerpo del niño empezó a entrar en calor. 35 Eliseo se levantó y se puso a caminar de un lado a otro del cuarto y luego volvió a tenderse sobre el niño. Entonces el niño estornudó siete veces y abrió los ojos. 36 Entonces Eliseo dijo a Guiezi: Llama a la mujer sunamita.
Guiezi así lo hizo y, cuando la mujer llegó, Eliseo le dijo: Puedes llevarte a tu hijo.
37 Ella entró, se arrojó a los pies de Eliseo y se postró rostro en tierra. Entonces tomó a su hijo y salió.
(2 Reyes 4:33-37)

¡El niño resucitó! Dios obró a través de Eliseo y la mujer sunamita pudo abrazar a su hijo nuevamente.

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